Putodefender España con el brazo extendido

Rodrigo Brión Insua

Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020). 

En Twitter: @Roisinho21

Brazos en alto haciendo el saludo fascista, entonando el ‘Cara al sol’ y enarbolando banderas de España con el aguilucho. Podría ser una fotografía de la Plaza de Oriente en los años 60, pero es Ferraz en 2023. Nos ha atrapado el pleistoceno en el S. XXI y todavía estamos muy lejos de la tecnología de Jurassic Park. Las protestas de los últimos días ante la sede del PSOE en Ferraz son una instantánea que sería inadmisible en otros países europeos, pues no creo que en Alemania se permitiese a nadie acudir a una manifestación con una esvástica en la bandera. Sin embargo, lejos de generarnos vergüenza y estupor, las contemplamos como algo normalizado y establecido, como algo lógico dentro de esta polarización que llamamos España, donde los nazis se permiten sus cinco minutos de fama con el tema “puto rojo el que no bote” como banda sonora. 
 

Son miles los que han desfilado por calles de toda España exigiendo una llamada a las urnas -y que se celebren una vez y otra vez hasta que salga lo que ellos quieren- y protestando contra la amnistía. O, al menos, esa es la pretendida excusa. Parte de los que acuden a esas concentraciones no acuden solo por la amnistía, que ni entienden bien ni se molestan en comprender sus consecuencias -hasta ahora hipotéticas, ya que hablamos de una ley que ni se ha presentado-, sino que acuden a las protestas porque creen que España se fragmenta por motivos que nada tienen que ver con el conflicto catalán. 
 

Son los que creen que España está perdiendo sus valores cristianos y que los musulmanes nos están sustituyendo en un Estado que permite las relaciones interraciales, que no hacen más que emponzoñar nuestra virginal y cristalina sangre hispana. Los que se refieren a la mayor crisis sanitaria de la historia moderna como la “plandemia”, una calculada estrategia del Gobierno para tenernos controlados en una intrincada confabulación judeo-masónica para dominarnos con presuntas vacunas que no son más que un suero inoculado para el control mental. Los que insultan al ministro Marlaska llamándolo “maricón”, porque ser homosexual es una enfermedad aberrante y contra natura que afrenta a Dios y corrompe la sociedad. Los que creen que la lengua castellana está al borde de la extinción por el poder infinito del lobby catalán, vasco y gallego. Los que niegan el cambio climático y creen que los medios de comunicación en su conjunto somos un títere del Gobierno de España, programados para asustar a las abuelas y escupir bulos a diestro y siniestro con el único interés de acallar las voces críticas con los gobernantes e infundir el miedo en la población. 


Los que putodienfen España son los que difunden esas corrientes de pensamiento con discursos que parecen sacados del canal de un quinceañero de Twitch y que componen el ideario del grueso de los manifestantes más vociferantes en Ferraz, donde no esconden ni su brazo extendido ni sus gritos fascistas, aunque sí ocultan su cara con cubrecuellos, pasamontañas y capuchas. Los que convocan las manifestaciones o los que no se pronuncian en su contra son la alternativa de gobierno. Esta es la alternativa, ojo, la de un Gobierno alentado por el grito de los hooligans que toman las calles como la camorra, con la violencia como instrumento de conversión. 

 

Yo no entiendo nada y nunca he entendido mucho, pero creo que estas movilizaciones preguerracivilistas con chavales de mi edad hablando de las bondades del franquismo no buscan la unidad de España, sino todo lo contrario. Lejos de hacer país, estas manifestaciones atrincheran todavía más a unos y otros, los que odian al que no piensa como ellos y los que estamos aburridos de ignorantes sectarios que acuden con su North Face a la llamada de su líder bramando proclamas falangistas, forzándonos a pensar que la amnistía no puede ser tan mala si la otra opción son ellos, los racistas, homófobos y machistas que acosan a los periodistas. 

 

Hacen más país los que salen a la calle y putodefienden la sanidad pública, o putodenuncian los recortes en educación, o putoexigen más inversión en ciencia, o putoreivindican un país más inclusivo con el colectivo LGTBI, o putolloran a las 52 mujeres asesinas en 2023 a manos de la violencia machista y putodemandan el fin de la brecha salarial… Son estas marchas las que nos hacen crecer en derechos y libertades, las que nos hacen mejores, las que nos proyectan como nación. Las otras me tendrán putoenfrente, con el puño en alto contra su brazo extendido.


 

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