El precio oculto de unas uñas perfectas: los riesgos de abusar de la manicura permanente
Cada vez más mujeres recurren a la manicura permanente para lucir unas uñas impecables durante semanas. Sin embargo, especialistas advierten de que su uso continuado puede tener efectos perjudiciales para la salud de las uñas... y mucho más allá. Desde reacciones alérgicas hasta la ocultación de enfermedades internas, los peligros de esta moda están ganando protagonismo en consultas dermatológicas.
Desde el equipo médico de Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología del del Hospital Quirónsalud Tenerife indican todavía no está claro si los daños provienen directamente del esmalte o de los productos como la acetona utilizados para su retirada, los expertos insisten en que el uso permanente de estas técnicas debe ir acompañado de periodos de descanso para la recuperación natural de la uña.
Los dermatólogos alertan también de que el uso reiterado de esmaltes permanentes puede ocultar señales de patologías que se manifiestan en las uñas, como problemas hepáticos, renales o dermatológicos. Al cubrir constantemente la uña natural, se pierde la posibilidad de detectar estos signos a tiempo, lo que podría retrasar diagnósticos importantes.
Además, la exposición constante a productos químicos y a la luz ultravioleta de las lámparas empleadas para fijar los esmaltes puede provocar la debilitación progresiva de la lámina ungueal, esa fina capa que protege la base de la uña. Esto puede traducirse en grietas, roturas e incluso dolor.
Más allá del esmalte: alergias, infecciones y daño estructural
La variedad de manicuras permanentes —de gel, acrílicas, de seda o fibra de vidrio— comparte un punto en común: requieren productos químicos agresivos, como adhesivos con cianoacrilato, que pueden causar alergias. Las usuarias y profesionales están expuestas al desarrollo de dermatitis alérgicas, rinoconjuntivitis o incluso asma, según recogen estudios recientes.
Otro de los riesgos más comunes es la onicolisis, es decir, la separación de la uña natural del lecho ungueal, especialmente cuando la postiza se despega de forma brusca. Este fenómeno no solo resulta doloroso, sino que deja la uña expuesta a infecciones por bacterias u hongos.
Recortar las cutículas, práctica habitual en muchas manicuras, también conlleva riesgos. Esta capa tiene una función protectora clave, y su eliminación puede facilitar la entrada de microorganismos, provocando infecciones e inflamaciones difíciles de tratar.
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