"Niñas que no quieren ser mujeres": Boom de hospitalizaciones y cambios de sexo en adolescentes y adultos en Galicia
Cada año 74 personas son hospitalzadas en Galicia tras diagnóstico de disforia de género, de las que, de media, 30 acaban sometiéndose a una cirugía. Son los datos de un pionero estudio del Observatorio Ferminista Galego con datos del SERGAS. Los cambios de sexo se disparan y hay tantos entre hombres como entre mujeres. Casi un 1% de los hospitalizados son clasificados por los médicos como de sexo diferente a los tradicionales masculino y femenino.
En tan solo ocho años, las hospitalizaciones por disforia de género en Galicia han crecido un 1000%, con un incremento especialmente notable entre chicas jóvenes. Así lo revela un informe del Observatorio Feminista Galego, basado en datos del Servizo Galego de Saúde (SERGAS).
Haciendo las medias anuales, resulta que cada año, unas 74 personas son internadas por disforia de género y 30 terminan pasando por el quirófano.
El estudio señala un fenómeno en auge que afecta por igual a hombres y mujeres. El aumento de las hospitalizaciones es especialmente notable en el grupo de edad entre 15 y 44 años. En 2023 tocaron techo con más de 100, cuando en 2006 no llegaban a las 15.
El Observatorio Feminista Galego ha analizado por primera vez los registros del SERGAS sobre altas hospitalarias con diagnóstico principal o secundario de trastorno de identidad sexua entre 2016 y 2024. El estudio, titulado "Una pandemia invisibilizada: Niñas que no quieren ser mujeres", documenta 593 hospitalizaciones en ese periodo, con una media anual de 74 casos. De estos, alrededor de 30 pacientes anuales acabaron sometiéndose a cirugías de reasignación. Las cirurgías genitales son una minoría pequeña, poco más de una docena en siee años.
La evolución muestra un aumento global del 1082% en hospitalizaciones en ocho años, pero con una divergencia abismal por sexo: mientras las hospitalizaciones de hombres crecieron un 600%, las de mujeres se dispararon un 2000%. Actualmente, la distribución es casi paritaria: 49% mujeres, 51% hombres, y un 0,84% clasificado como "indeterminado" por los facultativos.
El informe advierte limitaciones metodológicas. Los datos solicitados originalmente al SERGAS —sobre diagnósticos de disforia de género— fueron sustituidos en la respuesta por cifras de "altas por trastornos de identidad sexual", lo que impide comparaciones con otros estudios. Además, solo reflejan casos que requirieron hospitalización, excluyendo tratamientos ambulatorios.
El grupo etario más afectado es el de 15 a 44 años, con un incremento del 900% en hospitalizaciones. Sin embargo, la agrupación de rangos de edad en los datos oficiales —1-14 años, 15-44, 45-64 y más de 74— dificulta analizar diferencias entre infancia, adolescencia y juventud.
El Observatorio subraya que su objetivo es visibilizar esta tendencia para exigir respuestas políticas "urgentes y serias". El informe, disponible en su web, incluye cuatro entrevistas a personas afectadas por la introducción de la "identidad de género" en la legislación gallega, aportando contexto cualitativo a las cifras.
Las intervenciones quirúrgicas registradas abarcan cirugías torácicas, de modificación vocal y un pequeño número de cambios genitales. Pese al crecimiento exponencial, la asociación denuncia que esta realidad permanece invisibilizada socialmente, especialmente en el caso de mujeres y niñas.
Un grito estadístico
El estudio recalca que casi el 1% de los casos hospitalarios no encaja en las categorías binarias tradicionales, reflejando una realidad que en algunos países, como en Hungría, se ha puesto fuera de la ley.
Con las cirugías en aumento y una distribución por sexos cada vez más equilibrada, el informe plantea desafíos clínicos y sociales que, según sus autoras, requieren debate público informado.
El Observatorio Feminista Galego califica este fenómeno como una "pandemia silenciosa" y cuestiona el enfoque clínico actual. Critica especialmente el protocolo educativo de 2016, que desvincula la identidad de género del sexo biológico, sugiriendo que podría estar influyendo en el aumento de casos. Por ello, reclama una investigación profunda, similar al informe Cass de Inglaterra, para analizar las causas y garantizar que las prácticas médicas sean adecuadas.
Arrecia debate social sobre disforia de género y transexualidad
El debate sobre la disforia de género y la transexualidad en los últimos años ha sido intenso, abarcando aspectos médicos, legales y sociales. La despatologización ha avanzado, pero los tratamientos para menores generan controversia. Las cifras, como las publicadas hoy en Galicia, indican un aumento de casos, posiblemente influido por factores sociales, aunque no hay consenso. Los derechos transgénero han progresado, pero las novedades legales recientes han reavivado tensiones.
En el ámbito médico, la disforia de género, el malestar por no identificarse con el sexo asignado al nacer, ha dejado de considerarse un trastorno mental, enfocándose como una variación natural. Sin embargo, persisten discusiones sobre si requiere intervención médica o no. Los tratamientos para menores, como bloqueadores hormonales, que no se aplican en España, son especialmente polémicos.
Legalmente, leyes como la española de 2023 han facilitado la autodeterminación de género, permitiendo cambios registrales sin requisitos médicos. Esto ha sido un avance para muchos, pero ha generado críticas dentro del feminismo por posibles impactos en espacios exclusivos para mujeres. A nivel internacional, fallos judiciales que, como el del Reino Unido, limitan el reconocimiento legal de personas trans en ciertos contextos han intensificado el debate sobre derechos y definiciones de género.
Socialmente, el aumento de casos, sobre todo en adolescentes, ha llevado a devatur si la mayor visibilidad en redes sociales influye en la identificación de género. La hipótesis del "contagio social" es controvertida y carece de consenso, pero refleja la complejidad del fenómeno. Más recientemente, la inclusión de personas trans en categorías femininas de competiciones deportivas ha generado disputas sobre equidad y normas.
Orbán con dos cajones
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