Por eso, el autor, como buen pedagogo y viajero incansable, recurre a sus experiencias, incluyendo los errores que reconoce con humildad, y a la obra de Lutero en el siglo XVI, quien formuló 99 tesis. No pretende ser el Lutero de los tiempos modernos, pero dice lo que todos sabemos que sucede y que nadie sabe expresar sin reabrir profundas heridas.