El varón filmado también ha sido condenado a pena de prisión, pues difundió las imágenes sin permiso de la mujer, aunque puede que la esquive porque su condena es de dos años. Más difícil lo tiene el autor de la grabación, cuya pena es de tres años.
Consultar en dos ocasiones el historial de un paciente a petición de una empresa de riesgos laborales. Esto le costará a un galeno la entrada en prisión, si no prospera el recurso o el indulto que ya reclama.
Parece mentira que siendo la privacidad un bien jurídico idéntico en ambas orillas del Atlántico, la implementación de mecanismos legales para la protección de este derecho muestre tantas diferencias entre Europa y EEUU.