Hace años la sanidad privada en la ciudad estaba en manos de médicos locales. Un inversor compró todos los ambulatorios de la urbe y ahora planea una expansión en los terrenos de la Iglesia en el barrio de Mariñamansa cerrando los centros sanitarios en el centro, algo que le permitirá reducir costes pero que implicará más desplazamientos para enfermos y familias.