¿​Cómo interpretar el aumento de las exportaciones en Galicia?

Diego Sande Veiga


Doctor por el programa de Economía y Empresa de la Universidad de Santiago, es funcionario de la Consellería de Educación, impartiendo clases sobre economía en aulas de Formación Profesional. Previamente trabajó para la empresa privada, para la Xunta y varias universidades.

En los últimos ejercicios se puede ir observando como las administraciones tratan de marcar músculo tomando los datos de exportación como referencia. Sin duda, en una economía como la gallega que padeció una honda crisis como la iniciada hace ya diez años y que derivó en el derrumbamiento de la demanda interna, una de las formas de procurar los ingresos que no se producían en los comprados propios fue a potenciar la salida cara el exterior. Fruto de la apuesta por esta alternativa y del proceso de recuperación de la economía global -que permite también la otros países aumentar el consumo-, las cifras de exportaciones en Galicia no cesan de aumentar. ¿Pero…es este crecimiento equilibrado?


El cierto es que, desde 2013 a 2017 las exportaciones en Galicia aumentaron, en general, un 15,55%, una cifra que hace falta subrayar cómo positiva. Este incremento, que depende también de la situación de las economías exteriores, se basa fundamentalmente en las adquisiciones realizadas por la UE (+23,30%) y por los países de la OCDE (+22,49%). Sin embargo, se podrían estar descuidando otros destinos habituales del mismo, tal y como está aconteciendo con los países de la OPEP (-62,73%) y, sobre todo y por los enlaces históricos, con los de MERCOSUR (-54,48%). A pesar de posibles inestabilidades en los territorios (con la interesada intervención de occidente en muchos de ellos), las diferencias son lo suficientemente importantes como para ser pasadas por alto, por lo que es necesario, en términos de diversificación del riesgo, no descuidar estos territorios.


La comparativa de la evolución de las exportaciones en relación a las importaciones en Galicia permite relativizar más aún la evolución general de los valores de las primeras. Así, entre 2013 y 2017 el proceso de recuperación de la economía -a nivel macroeconómico, no necesariamente repercutido a la ciudadanía- permitió que las importaciones aumentaran en la Comunidad Autónoma en un 17,13%, casi un 1,6% más que las exportaciones. En este caso estas se repartieron de una forma más equilibrada, destacando en primer lugar a origen de las adquisiciones de la UE (+40,76%), seguidas por las pertenecientes a los países de la OCDE (+16,71%) y de MERCOSUR (+10,18%). De nuevo en los países de la OPEP se produce una reducción (-8,05%), en este caso de menor importancia.


En primer lugar y para interpretar las informaciones que habitualmente nos ofrecen, no debemos olvidar una cuestión fundamental: el aumento de las exportaciones estaría, en parte, basado en un aumento de la competitividad de los productos gallegos en el exterior. Este aumento procedería, en gran medida y además de la optimización de los procesos de la producción y comercialización, de la reducción de los costes de producción. El problema es que, especialmente los últimos, se fundamentaron en dos pilares: en la reducción de la cantidad de mano de obra empleada -a través de despidos, de la no renovación de contratos que llegaban a su fin o en la ausencia de nuevas contrataciones- y en la bajada en los salarios del trabajadores – instrumentadas también en aumentos de la carga de trabajo y prolongación de las jornadas laborales-. No olviden interpretar las informaciones teniendo presente el sufrimiento causado por estas alternativas.


Estas cifras tampoco se pueden separar de otra cuestión: el aumento de las exportaciones a la UE estaría influido por el cambio de la política monetaria realizada hace seis años desde el Banco Central Europeo, que permitió el incremento de la cantidad de dinero disponible en sus economías con la consecuente repercusión al alza en la demanda. La evolución positiva estaría, por tanto, fuertemente condicionada por un aumento, interior y exterior, en la cantidad de flujos de recursos disponibles para el consumo y por el cambio de las expectativas que esto produjo.


Además, para interpretar correctamente los valores obtenidos tampoco se puede obviar la especialización productiva gallega, basada en una industria de intensidad tecnológica baja o medio-baja y en los servicios de consumo estándar, lo que se materializa en el ámbito de nuestras exportaciones en el gran peso de productos derivados de los animales, de la madera o del textil. En el tocante al alta tecnología, serían únicamente relevantes las cifras de exportación en términos absolutos de productos químicos, maquinaria electrónica (radio, TV…) y farmacéuticos. Por el contrario importamos, además también de gran cantidad de químicos y de maquinaria electrónica, maquinaria de oficina y equipos informáticos, instrumentos científicos o productos de aeronáutica.



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Finalmente, en un contexto en el que la administración norteamericana aprieta y amenaza con desatar una guerra arancelaria que influiría en el comercio internacional mundial, debemos tratar de ser quien de construir mejores condiciones de cara a el medio y largo plazo, tanto en los aspectos relativos al destinos de las exportaciones como en el referido al tipo de productos y servicios comercializados.

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