Canción triste de Donald Trump

Manuel Fernando González Iglesias

En los años ochenta, concretamente entre 1981 y 1987, hizo furor en medio mundo la serie 'Hill Street Blues', que en España bautizaron con el nombre de 'Canción triste de Hill Street'. Sus guionistas Steven Bochco y Michael Kozoll nos transportaron durante varias temporadas a la trepidante vida de una comisaría de Los Angeles en la que asistíamos a diálogos apasionantes de policías metidos en líos reales y con apariencia también real. Todas las mañanas, tras leerles su sargento las órdenes a cumplir, les dejaba levantarse de la silla y mientras lo estaban haciendo les interrumpía con la frase:"Tened cuidado ahí fuera".


Sargento Canciu00f3n Triste de Hill Street




Estos días, estas semanas y desgraciadamente hasta “Dios sabe cuando”, un terrible enemigo que a simple vista no se ve y del que se cuentan miles de historias, ninguna sin confirmar, se pasea por nuestras ciudades y pueblos aterrorizándonos sin medida y llenando hospitales sin que las potencias mundiales sean capaces de detenerlo. Les escribo, como podrán suponer, del coronavirus, que es el nombre con el que la mayoría de nosotros lo conocemos, aunque los científicos lo denominan de otra manera para despistarnos.


Al principio, la previsible pandemia parecía una cosa de chinos, esos ciudadanos que parecen comerse todo lo que tiene vida y anda sobre la faz de la tierra, sin tener demasiado cuidado con la higiene y las consecuencias de la contaminación. Por aquel entonces, a Trump se le hinchaba el pecho y miraba a los del viejo Imperio de la larga muralla como si fueran una civilización inferior a la que el nuevo Imperio tendría que echarles una mano para salir del lío humanitario en el que acababan de meterse. De paso, ya calculaba cuántos beneficios podría reportar a su balanza de pagos el hundimiento de la economía del dragón rojo, metido como estaba en poner aranceles a todos para que no hiciéramos negocios con la China comunista.


Aquí, en la vieja España, para no ser menos, también habíamos comenzado a mirar a los chinos de los bares y restaurantes con cierto supremacismo y hasta indisimulado asco, por lo que hubo que vapulear la conciencia ciudadana en los medios de comunicación hablando en voz alta de racismo, para que recuperáramos la sobriedad social que estábamos perdiendo a toda velocidad y sin causa justificada.


Hoy ya no hablamos de chinos, sino de virus convertido en pandemia, mientras miramos a todas partes buscando a aquellos que dejaron nuestras farmacia sin mascarillas y geles de limpieza, y lo que es peor, a nuestros sanitarios sin el material que precisan y van a precisar aún más en su pelea contra la nueva peste.





Hoy ya sabemos que en USA las autoridades que comanda el caudillo Trump no disponen en sus grandes ciudades de los kits suficientes para que a los ciudadanos más pobres se les pueda detectar la enfermedad que puede matarles. Esto significa que, como no se produzca la aparición del milagroso antídoto, van a caer como moscas en las próximas semanas.


Hoy ya sabemos que en USA las autoridades que comanda el caudillo Trump no disponen en sus grandes ciudades de los kits suficientes para que a los ciudadanos más pobres se les pueda detectar la enfermedad que puede matarles. Esto significa que, como no se produzca la aparición del milagroso antídoto, van a caer como moscas en las próximas semanas.


O sea, que el país más poderoso de la Tierra puede enviarnos a todos los humanos a otra galaxia con una de sus bombas, pero ahora mismo es incapaz de proteger a millones de sus norteamericanos de una enfermedad global. ¡Manda carallo!


¿Y qué le queda hacer ahora a su muy locuaz y multimillonario Presidente? Pues mira tú, rubiales, por ejemplo recuperar la vieja serie de Bochco y Kozoll con un nuevo título: 'Canción triste de Donald Trump'. Y ponerte el uniforme blue (gorra incluida) y dirigirte al país. Eso te gusta mucho. Y pronunciar la famosa frase del sargento medio calvo y barrigón de la tele: "Tened cuidado ahí fuera".




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