​De las redes sociales a las tertulias de café

Pablo Rodríguez Canfranc
Economista

El caso de Facebook puede ser paradigmático de la sobreabundancia de información a la que se enfrenta el usuario medio de las redes sociales. El elevado número de seguidores, más del que podemos gestionar, produce un exceso de contenido que con frecuencia se nos antoja irrelevante. Si a ello le sumamos la creciente preocupación social hacia temas relacionados con la privacidad y la seguridad de nuestra información, no es de extrañar que se registre una tendencia al alza a trasladar nuestras relaciones digitales a los entornos privados, entre los que destacan servicios como Facebook Messenger, WhatsApp e Instagram Messaging. Estas apps tienen más de servicio de mensajería que de red social al uso, y permiten gestionar eficientemente grupos reducidos de personas, sin tener que compartir la información personal con todo el orbe.


En el fondo, lo que nos está diciendo esta tendencia es que nos hemos propuesto llevar el tipo de relación presencial física de toda la vida al plano digital: la del vecindario, la panda de amigos, los tertulianos de café o las reuniones familiares. Precisamente, todo lo contrario de lo que ha ocurrido en la primera era de las redes sociales, en la que nos hemos abierto y exhibido sin pudor ante ingentes cantidades de desconocidos, en un afán por sentirnos especiales y reconocidos.


Aunque los responsables de las grandes redes sociales siempre han jurado que sus servicios están modelados en base a lo que sería el ágora o la plaza pública, la verdad es que estas plataformas no se asemejan a ninguna forma de comunicación del mundo físico. Como afirma la escritora Annalee Newitz: “en los medios sociales, la `plaza´ es más bien como millones de salas de karaoke funcionando en paralelo, donde grupos de personas cantan letras que no se pueden escuchar desde las otras. Y muchos miembros del `público´ son realmente seres artificiales controlados por individuos u organizaciones ocultos”.


No obstante, los reyes del social media se están percatando de esta huida hacia la privacidad de sus usuarios. El propio Mark Zuckerberg a principios de 2019 anunció una visión de futuro para Facebook enfocada en la privacidad. En su discurso en la conferencia F8, titulado The Future is Private, reconoce que cada vez más la gente quiere conectarse al equivalente digital del cuarto de estar, y que las plataformas basadas en la privacidad llegarán a ser más importantes que las abiertas. En sus propias palabras: “la privacidad le da a la gente la libertad para ser ella misma y relacionarse de forma más natural, que es por lo que construimos redes sociales”.


Probablemente, las redes sociales que conoceremos en la década que entra distarán mucho de aquellas abiertas y participativas de 2010, donde la mayor parte del contenido procedía de las interacciones de los usuarios individuales. Todo indica que se convertirán en espacios mucho más comerciales, como soportes a la publicidad y la venta (la publicidad dirigida ya es una constante presente en casi todos los medios sociales), y que primarán los espacios privados y acotados.


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