¡Un 2020 para enviarlo a Marte!

Carmen P. Flores

Se acaba el año. El 2020 nos deja no si antes recibir la patada en la retaguardia de toda la ciudadanía. Han sido los 365 días más duros de la humanidad en unas cuantas décadas. Eso sí, el 2021 entra con el covid como inquilino, pero con el deseo de que la vacuna sea la gran esperanza de enviarlo a Marte. Ese es el deseo colectivo, todos estamos de acuerdo, no hay discrepancias.


Con la vista puesta en el Covid, sus consecuencias y las armas para combatirlo, parece que no se haya hecho otra cosa. Parece que todo ha girado a su alrededor, especialmente la vida y el miedo a perderla. No ha sido la única preocupación, aunque sí la primera. La pérdida de empleo, los ERTES, los despidos, el cierre de empresas, las separaciones de familiares y los cambios de hábitos, entre otras cosas, están siendo la gran losa que soporta la ciudadanía con estoicismo.


Mientras, la llamada clase política- nombre que les molesta – ha tenido una actitud más que criticable. En tiempos de crisis, la lógica pide unidad, esfuerzo, aparcar las diferencias y remar todos en el mismo sentido. Nadie entiende lo contrario. Una cosa es lo que se espera y otra bien distinta lo que se hace. El gobierno central y los autonómicos- unos más que otros- no han sabido estar a la altura de la situación. Ha faltado unidad y han sobrado Reinos de Taifas. No se han tenido en cuenta criterios de eficacia y eficiencia, sino de rédito político. Esta actitud es achacable a todos los partidos políticos, y gobernantes independientemente de su color ideológico. Se ha echado en falta un liderazgo capaz de aglutinar a todos. “El liderazgo trata de tomar responsabilidad, no de ponerse excusas´”, afirmaba el político y empresario norteamericano, Mitt Romney. Aquí se han visto demasiadas excusas para no hacer lo que toca. Decía Henry Ford algo tan sensato como “reunirse es un comienzo, permanecer juntos es un progreso, trabajar juntos es el éxito”.


La gran mayoría de las personas tienen la sensación de que este 2020 ha sido un año perdido, por todas las limitaciones y porque el centro político ha sido el covid, que, aunque siendo prioritario, no debería dejar al resto fuera de juego, aparcado hasta nueva orden. Lo hemos visto en todos los aspectos sin excepciones. Mientras, los gobernantes han estado vendiendo motos de distintas cilindradas sin darse cuenta que las mentiras las han vivido las personas en sus propias carnes. Todo ha sido y sigue siendo marketing y publicidad. Claro que se olvidan los protagonistas que cuando anunciaban las medidas y las soluciones, estas no llegaban en meses para desesperación de las que los esperaban, con pagos que realizar, comida que comprar y facturas que pagar. ¿Qué ha sucedido?, que la desconfianza y la credibilidad ha ido en aumento y la ciudadanía no se cree nada.





Ocasión que aprovechará para hacer más cambios en el gobierno, entre ellos darle un ministerio a Miquel Iceta, que está loco por volver a Madrid.



Este martes comparecía el presidente Sánchez para hacer balance de su año de gobierno en coalición. Según explicaba todo ha sido bueno, nada de autocrítica, no hay discrepancias con su socio de gobierno, cuando son públicas las discrepancias que tiene el gobierno bicéfalo, que no son pocas e importantes, sino que se lo pregunte a algunos de sus ministros socialistas. ¿Pero alguien se traga esa afirmación del presidente del gobierno? Sánchez no es Alicia en el país de las maravillas. Es la España inmersa en una grave crisis a la que hay que sacar del pozo. Claro que con el socio que comparte gobierno no va a ninguna parte. Los ministros de Unidas Podemos y el propio Pablo Iglesias son los peores valorados. ¿Alguien se cree que no pasa nada?


El ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el primer secretario del PSC, Miquel Iceta.




Cuando veía al presidente del gobierno español explicando las bondades de su gobierno “del BOE” se notaba que estaba mintiendo, hasta él mismo hablaba sin convicción. La muestra más clara es que no habría cambio de gobierno y al día siguiente salta la noticia -hacía unos meses que se estaba trabajando- que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, sería el candidato del PSC a las elecciones del 14-F. Ocasión que aprovechará para hacer más cambios en el gobierno, entre ellos darle un ministerio a Miquel Iceta, que está loco por volver a Madrid.


Visto lo cual, está demostrado que cuando Sánchez niegue que va a suceder una cosa, tenga la seguridad que será la contraria. Alguien dijo que hay que cuidarse de las personas cuyas acciones no coinciden con sus palabras.


Buena entrada de año a todos/as 


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