#Claves de la semana
'Comida a ciegas' en el CIFP Carlos Oroza de Pontevedra

Una 'Comida a ciegas' para poder paladear el mundo de un invidente

Una experiencia "muy interesante, maravillosa y educativa"


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¿Alguna vez has intentado pinchar una croqueta de esas redondas que por mucho que la persigues con el tenedor lo único que hace es alejarse más de ti? Pues imaginad esa misma sensación pero sin ver la croqueta, la tientas y la tientas por el plato hasta que la encuentras y cuando por fin la tienes localizada se escapa una y otra vez hasta que abandonas el tenedor y la coges con los dedos.


La dura "batalla" entre cuchillo, tenedor y cuchara contra la comida finaliza con unos exhaustos comensales que entre risas y charlas elogian la habilidad de los invidentes y la torpeza de los que por un día, con la ayuda de un antifaz, dejan de ver para sentir como es la vida de estas personas.


Más de 50 comensales se reunen en el restaurante del centro Carlos Oroza entre asociados de la ONCE, asociados de Juan XXIII y los invitados a vivir esta experiencia de una 'comida a ciegas'. No todos los convidados aceptan el reto de quedar cegados por el antifaz durante el almuerzo, pero los que sí lo hacen primero escuchan las “normas” o recomendaciones que tanto Tina Otero, profesora de CIFP Carlos Oroza, como Pilar Tallón , vicedirectora del centro, dan a los comensales. El tenedor debe usarse como si fuese nuestro palo guía en el plato. Con los dientes del cubierto hacia arriba se va tentando el plato delicadamente hasta notar algún alimento, una vez localizado giramos el tenedor y pinchamos ese trozo que intentaremos llevarnos a la boca.


Las instrucciones no parecen difíciles, además, los alimentos deben estar preparados para que sean "fáciles" de comer. Trozos no muy grandes, sin huesos ni espinas y colocados de forma organizada en el plato para que el camarero, una vez ponga el plato en la mesa, solo tenga que hacer una descripción que haga más llevadera la tarea de encontrar cada cosa.


Imaginamos que el plato es un reloj y como si una operación militar fuese así se describe la ubicación de cada alimento en el plato. A las 12 la menestra, en el centro la merluza y a las 3 la salsa. ¿Fácil, verdad? Pues una vez aprendida la teoría hay que ponerla en practica. Y no, no es fácil.


Los estudiantes del CIFT Carlos Oroza ponen en practica lo que han aprendido gracias a los instructores de la ONCE que han ido al centro específicamente para darles algunas clases de como trabajar para personas con discapacidad visual. En la cocina intentan adaptar sus platos simplemente colocando los alimentos en el plato, dejando de lado las vajillas con adornos para no confundir a los invitados que poseen una visión parcial y, claro está, dejando muy limpios los alimentos que pudiesen tener espinas o huesos. En el salón también tienen que seguir unas normas especiales: describir los platos, estar muy atentos para ayudar a los comensales y colocarlo todo cuidadosamente en la mesa para facilitar la localización de copas, cubiertos, el pan, el plato...


La experiencia para los invidentes es muy buena, pero para los que se ponen el antifaz, aunque es instructiva e interesante, presenta algún problema de adaptación. Pilar Tallón comenta cómo hasta en tres ocasiones seguidas se había llevado el tenedor vacío a la boca, pero es que los guisantes, las patatas, el calabacín y la zanahoria, todos con forma redonda, se resisten bastante a ser comidos. A los esquivos alimentos, que parecen tener vida, había que sumar la tarea de cortar un trozo adecuado para poder comerlo. Minúsculos o gigantescos y, en rara ocasión, de tamaño decente. Los comensales que comparten mesa también comparten “trucos” que, poco a poco, van descubriendo por perspicacia más que por técnica.


Cuando la comida acaba y todos los asistente toman el caféllega el turno de quitarse el antifaz, no muchos consiguieron mantenerlo durante todo el tiempo que duró el almuerzo ya que la sensación general era extraña y un poco agobiante. Carlos Acuña Rubio, 

presidente de la asociación de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria de Galicia, es uno de los pocos que aguanta casi todo el tiempo con los ojos tapados, solo se retira el antifaz para poder ver si tenía el plato vacío en alguna ocasión.

En general, Carlos Acuña describe la experiencia como algo "moi interesante, marabillosa e educativa". Habla de la distorsión que sufre con el espacio que le rodeaba al llevar el antifaz, la identificación de los elementos en la mesa se convierte en una difícil tarea. La copa que parece estar al lado de repente da la sensación de estar demasiado lejos como para alcanzarla. Pero en todo momento estuvo tranquilo aunque con el temor de tirarse la comida por encima. Carlos Acuña se va de este encuentro de una 'comida a ciegas' con la certeza de que le ha ayudado a ponerse en el lugar de los invidentes y de conocer su mundo un poco mejor, pero como persona vidente que come con la vista llega a la conclusión de que “si hubiese visto los platos los hubiera podido saborear más”.


El Carlos Oroza brinda un almuerzo magnífico especialmente diseñado para los invitados de la ONCE y la asociación Juan XXIII, que disfrutan de una jornada confeccionada para ellos y con la que los demás invitados pueden comprender un poco mejor como se percibe el mundo para las personas que tienen algún tipo de discapacidad y la importancia de que los profesionales que trabajan en sectores como la hostelería estén correctamente formados para poder desempeñar su trabajo sin importar qué tipo de clientes se les presente.


ÚNICO CENTRO CON ESTA FORMACIÓN



La labor social que está realizando el CIFP ya fue premiada por la concelleria de Educación por la creación de actividades de integración con el proyecto "Para ti, para min... para todos".


La 'comida a ciegas' de este miércoles 22 solo forma parte de este gran proyecto que pretendepromover productos y servicios turísticos inclusivos, que sean accesibles y estén adaptados a las personas con necesidades especiales. Las asociaciones de la ONCE y ALBA se han aliado con el centro de hostelería para formar a los chicos y chicas con el objetivo de que se conviertan en profesionales capaces de afrontar cualquier tipo de clientes en sus futuros trabajos.


El CIFP Carlos Oroza es el único centro de toda Galicia que ofrece esta formación complementaria a sus alumnos lo que, según Pilar Tallón, los diferenciará de su futura competencia el día de mañana cuando puedan realizar sus servicios ante clientes de un nicho de mercado que en la hostelería y el turismo tienden a olvidar.

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