La política y los coches de carreras

El pasado fin de semana la socialdemocracia gallega (PSdeG-PSOE) celebró unas primarias cuyo resultado supuso el enésimo cambio de liderazgo, hecho que  marcará tanto su trayectoria inmediata como su futura posición en el escenario político gallego.

Estas primarias vinieron, por otra parte, a confirmar que, tal y como subrayaba en un artículo anterior en este mismo medio, este partido no es quien de salirse de su laberinto cainita. Un laberinto construido en base a lecturas políticas, y ambiciones personales, más propias de pilotos de coches  de carreras que de estrategas de un partido político. Así, identifican los malos resultados políticos -como, por caso, fueron los de las últimas elecciones autonómicas que colocaron al PSdeG-PSOE como la tercera fuerza parlamentaria- con la mala conducción, por lo que las lecturas políticas que se hacen de las derrotas electorales es que estas son siempre responsabilidad del candidato electoral que, como piloto, no supo conducir a su partido a un victoria para la que parecía  predestinado.

De este tipo de análisis derivara una conclusión aparentemente lógica: para ganar la siguiente carrera hay que cambiar de piloto y, por supuesto, también de equipo. En ningún momento las élites de ese partido se formulan la posibilidad de que este análisis sea equivocado y que el fallo no esté tanto en el piloto como en el coche porque no está en condiciones de ganar la carrera. Que el PSdeG-PSOE no está debidamente preparado para ganar unas elecciones autonómicas como, por caso, parece confirmar la evidencia de que después de 12 convocatorias electorales el PSdeG-PSOE solo una (1)  alcanzó la Presidencia de la Xunta de Galicia por la vía electoral, por cierto y en coalición, a pesar de los continuos cambios de candidato (11). Que además  puede que una de las razones, que no la única, sea ese cambio continuo de dirección, esa querencia por las luchas cainitas que tanto deterioran su imagen.

Evidencia empírica que, por caso, tiraría por tierra los argumentos que utilizaron el señor Formoso y sus apoyos para desplazar al señor Caballero de la secretaria general. La historia de esta organización parece confirmar que los fallos no están tanto en los pilotos cuanto en el partido político (PSdeG-PSOE) que mientras es quien de convencer a los gallegos y gallegas de ser muy capaz de gobernar ayuntamientos y diputaciones no lo consigue cuando se trata de gobernar Galicia.

La  lectura resulta así mas política: los gallegos no ven al PSdeG-PSOE como un partido gallego soberano y sólido como sí ven, por caso, al BNG e incluso al PPdeG, aunque en este caso su aplastante dominio político tiene además otras explicaciones que ya expusimos en estas líneas.

Como sucede siempre el tiempo da y quita razones. Él nos mostrará si el  enésimo cambio de liderazgo sirve esta vez tanto para que el PSdeG-PSOE se sitúe mejor en la pole position cuanto para tener mayores posibilidades de ganar la carrera, por caso, en la próxima cita electoral (2023). Las experiencias no permiten ser muy optimistas sino todo lo contrario, pues como ya decía antes: 11 candidatos y 1 sola victoria.

A nivel político la imagen que se vislumbra luego de estas primarias es la de una organización menos PSdeG y más PSOE, más localista que soberanista y también más proclive a llegar a acuerdos, cuando menos parlamentarios, con el PPdeG. En este marco a ver qué piloto, y qué equipo directivo, es quien de en la próxima carrera conducir este coche a la victoria.