Arqueólogos acusan a profesores de Uvigo y USC de explotación en Eirós y Armeá
Un sindicato alerta que en excavaciones tan importantes como la de Cova de Eirós o Armeá se tira de voluntarios para realizar el trabajo de campo mientras que los profesores se quedan en el despacho pero firman ellos solos los artículos científico producto del trabajo de grupo.
Galicia presume de un patrimonio arqueológico envidiable que, campaña tras campaña, copa titulares con nuevos hallazgos sobre nuestro pasado romano, castrexo o prehistórico. Sin embargo, tras las fotos oficiales de autoridades y directores de excavación, se esconde una realidad laboral mucho menos fotogénica que ha comenzado a agitar las aguas del sector. La Sección de Arqueología de Solidariedade Obreira ha lanzado un duro comunicado en el que señala directamente a las instituciones públicas y académicas de la comunidad por perpetuar lo que, dicen, es un modelo de explotación laboral encubierta que se sustenta en el trabajo no remunerado de estudiantes y recién titulados.
Señalan a una práctica que, lejos de ser anecdótica, se ha convertido en estructural dentro del sistema universitario gallego: el uso de la figura del "voluntariado" para cubrir puestos que deberían ser laborales. Según la organización sindical, bajo la premisa de la formación práctica, se están sacando adelante cientos de intervenciones arqueológicas sin que la mano de obra reciba salario alguno ni genere derechos de cotización. Esta dinámica, advierten, es especialmente grave en un sector que ya arrastra una precariedad histórica y que ve cómo las instituciones públicas, garantes teóricos del bienestar social, son las primeras en normalizar la gratuidad del trabajo.
El funcionamiento de este engranaje es descrito por el sindicato como una transferencia desigual de beneficios. Mientras los proyectos promovidos por las universidades generan un caudal de datos científicos que son capitalizados exclusivamente por la cúpula académica —catedráticos e investigadores principales con contrato estable—, quienes pican piedra, criban tierra y limpian material no reciben nada a cambio. Los directores de los proyectos transforman ese esfuerzo colectivo en artículos de impacto, sexenios, méritos para la carrera funcionarial y ascensos salariales. Por contra, la base de la pirámide, formada por quienes ejecutan la labor física y técnica, permanece en la invisibilidad profesional.
Un abismo entre el prestigio y la precariedad
Esta situación no es abstracta y tiene nombres propios en la geografía gallega. El comunicado sindical cita ejemplos concretos que ilustran esta asimetría, señalando intervenciones de gran renombre como las realizadas en Cova Eirós (Triacastela), fundamental para entender el Paleolítico en el noroeste, o el yacimiento de Armeá (Allariz). En estos escenarios, denuncian, son las "voluntarias" quienes asumen el peso de la excavación y el posterior análisis de materiales, mientras que la autoría intelectual y los réditos curriculares recaen en investigadores que, en ocasiones, tienen una presencia testimonial en el trabajo de campo. Estas prácticas cuentan, según la denuncia, con el aval de la Universidade de Vigo y la Universidade de Santiago de Compostela.
Hasta el momento de la redacción de esta noticia, ni los rectorados de las citadas universidades ni los responsables directos de los proyectos mencionados han emitido una respuesta oficial a las acusaciones concretas vertidas esta mañana por Solidariedad Obrera. Según figura en la web de la USC, el principal investigaor de la Cova de Eirós es el catedrático Ramón Fábregas Valcarce. De acuerdo al portal de la Universidad de Vigo de las investigaciones del yacimiento de Armeá, en Santa Mariña de Augas Santas, es el profesor de historia Adolfo Fernández.
Habitualmente, desde el ámbito académico se defiende este modelo argumentando que las campañas de verano constituyen una extensión necesaria de la docencia y una oportunidad insustituible para que el alumnado adquiera competencias prácticas que no pueden simularse en un aula. Sin embargo, para los sindicatos, la línea que separa el aprendizaje de la sustitución de puestos de trabajo se ha cruzado hace tiempo, convirtiendo la formación en una excusa para obtener rendimiento científico a coste cero.
La perpetuación de este sistema tiene consecuencias profundas que van más allá de lo puramente económico. Al normalizar que el acceso a la experiencia profesional pase por trabajar gratis, se está cronificando la precariedad y retrasando la entrada real de los jóvenes al mercado laboral. Además, Solidariedade Obreira advierte de que esto genera una barrera de clase y de género: solo quien puede permitirse trabajar sin cobrar puede hacer carrera en la arqueología. La central recuerda que esto afecta mayoritariamente a mujeres jóvenes en etapa formativa, consolidando una brecha que expulsa a quienes no tienen un colchón económico familiar que los sustente.
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