Stellantis Vigo: cuando el gigante quiere cambiar de zapatos

La transformación del grupo Stellantis hacia la producción de vehículos sin emisiones de CO2 se está viendo condicionada por diferentes factores: crisis de abastecimiento, retrasos en las políticas “verdes”, competencia china, etc. Aún así, el personal espera que la dimisión del CEO Carlos Tavares, no afecte a los acuerdos entre los que figura la adopción de una nueva plataforma para lanzar las STLA Small, aunque ya se han anunciado retrasos en su adopción


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Archivo - Imagen de la factoría de Stellantis Vigo.
Archivo - Imagen de la factoría de Stellantis Vigo.


 

Stellantis es uno de los pulmones económicos del área de Vigo junto al puerto comercial y, por extensión, uno de los pocos órganos industriales que quedan actualmente en Galicia. Si bien hasta la fecha las cifras son aceptables para el grupo automovilístico, en el tercer trimestre de 2024 las ventas se han reducido un 27% (33.000 millones de euros) y la factoría italiana (antigua FIAT) ha pasado de casi 800.000 unidades fabricadas en 2023 a menos de 500.000 en 2024. La comparación hace ver a la factoría viguesa como “rentable” a ojos de los inversores y accionistas, quienes sí han visto incrementar sus dividendos en la última época bajo la dirección del CEO Carlos Tavares. Estos beneficios son criticados desde el área sindical al considerarlos un reflejo “de las políticas de recortes aplicadas por los diferentes CEOs de la compañía”. Cierto o no esto último, Stellantis se ha visto limitada en operatividad ante una serie de acontecimientos como la falta de suministro de componentes durante la COVID, la adaptación de sus cadenas productivas a las nuevas demandas del mercado para vehículos eléctricos y a la competencia de los vehículos chinos. Es más, las idas y venidas en cuanto a la adopción de los nuevos vehículos eléctricos por el mercado han creado incertidumbre dentro del gigante automovilístico que anunciaba una nueva línea de producción primeramente eléctrica y al final también contemplaría vehículos de combustión fósil. Qué depara el futuro a Stellantis es algo que solo el tiempo descifrará pero se pueden adelantar algunos puntos.

 

 

 


 

Transición al vehículo eléctrico

En un contexto global donde los gobiernos y consumidores presionan por alternativas más limpias, Stellantis ha anunciado su compromiso de electrificar gran parte de su producción para 2030. La planta de Vigo juega un papel crucial en esta estrategia, con la fabricación de modelos eléctricos y electrificados como los nuevos vehículos comerciales ligeros. Sin embargo, esta transición no está exenta de consecuencias.


La planta de Stellantis en Vigo ha visto acelerados los “tempos” para adaptarse a las exigencias del mercado de vehículos eléctricos. Esa adaptación afecta también al cuadro de personal que afrontará nuevos desafíos laborales en el montaje de las nuevas máquinas eléctricas. “Venimos de años complejos para el sector, con políticas que buscan acelerar los procesos de electrificación” dice Aser Suárez de UGT. “La transición va a ser difícil porque implica además la transición dentro del mercado” señala Vitor Mariño de la CUT.


 

 

 

Según el sindicato Comisiones Obreras (CCOO), el cambio hacia el vehículo eléctrico podría reducir la necesidad de mano de obra directa en las líneas de producción. Esto es debido a la menor cantidad de componentes necesarios para vehículos eléctricos en comparación con los de combustión interna, lo que podría derivar en una menor demanda de operarios para ensamblar motores y sistemas mecánicos. En ese sentido, Stellantis ha indicado que está trabajando en planes para capacitar a sus empleados en áreas relacionadas con la electrificación y nuevas tecnologías, pero los detalles sobre el impacto en el empleo aún no se han concretado.


 

¿Pasos adelante o atrás?

La dificultad en el camino de la transición se dejaba notar en el mes de septiembre de 2024 cuando la multinacional anunciaba que la nueva plataforma STLA Small incluiría también vehículos de explosión (gasolina o diésel). La decisión se tomaba en base “a las fluctuaciones del mercado”. “Stellantis ha hecho los deberes y los modelos de furgonetas serán eléctricos” señala Mariño.

 

Pero las mismas idas y venidas del mercado también influyen a la hora de tomar decisiones como la instalación de la plataforma para fabricar la STLA. Esto se pudo ver en la posibilidad apuntada por Stellantis de desplazar la fabricación de la nueva plataforma a países como Marruecos o Argelia, dos países que buscan tener fábricas de vehículos que compitan en Europa.

 

 

 


 

Lo mismo sucede con el tejido de las empresas auxiliares. Si bien la proximidad de empresas que fabriquen componentes puede ayudar a reducir costes, las fuerzas sindicales denuncian que desde las administraciones públicas (sobre todo Xunta y Gobierno central) no se ha apostado por el apoyo tecnológico para el desarrollo de un “manto” de empresas auxiliares para Stellantis. Todo lo contrario, el suministro de componentes, sobre todo electrónicos, han dependido de fabricantes externos (muchos de ellos asiáticos) que en ocasiones no han podido surtir al mercado europeo debido a la COVID, dificultades logísticas o conflictos bélicos.


Política de turnos y ERTES: una realidad recurrente
En paralelo a la transición hacia el vehículo eléctrico, la planta de Vigo también enfrenta tensiones derivadas de su política de turnos y la aplicación de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTES). En los últimos años, la flexibilidad horaria y las interrupciones en la producción debido a la escasez de componentes han llevado a una situación de incertidumbre para los trabajadores.

Durante 2023, Stellantis aplicó varios ERTES debido a la crisis de semiconductores, lo que afectó a miles de empleados en la planta. Aunque estos parones suelen justificarse como medidas necesarias para mantener la viabilidad económica, también han generado tensión entre la dirección y los sindicatos. UGT ha denunciado que la aplicación reiterada de estas medidas perjudica la estabilidad laboral y familiar de los trabajadores, especialmente en los turnos nocturnos y de fin de semana. Estos turnos, según la CUT, pueden ingresar salarios inferiores al SMI dada la escasa carga de trabajo que llevan. “Una solución a esto sería aumentar producción en otros turnos de cara a un incremento salarial para estos trabajadores”

 

 

 



Según fuentes de Stellantis, la flexibilidad de los turnos es clave para adaptarse a las fluctuaciones de la demanda y los problemas de la cadena de suministro. Sin embargo, esta estrategia ha sido cuestionada por los empleados, quienes aseguran que la falta de previsibilidad afecta su calidad de vida.

La planta de Stellantis en Vigo es un motor económico para Galicia, pero también un reflejo de los desafíos que enfrenta la industria automotriz en su conjunto. La transición hacia el vehículo eléctrico y la gestión de turnos y ERTES son dos de los principales temas que determinarán el futuro de la planta y de las miles de familias que dependen de ella.

El equilibrio entre sostenibilidad, innovación y garantías laborales será clave para que Stellantis continúe siendo un referente industrial en Europa. Mientras tanto, los trabajadores esperan que esta transformación se haga con diálogo y medidas que minimicen el impacto social.

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