Un plató que parece ciencia ficción pero es muy real y está en A Coruña

Este nuevo espacio, bautizado como Coruña Estudio Inmersivo, o CEI para abreviar, se ha creado para llevar las producciones audiovisuales a otro nivel. Su pieza central es una pared curva de pantallas LED de 28 metros de ancho por 6 de alto, acompañada por un techo también cubierto de pantallas. Lo que se logra con eso no es solo ambientar una escena, sino sumergir completamente al equipo dentro de ella. Se eliminan los fondos verdes, se gana tiempo, y lo más importante: se gana realismo.

Cómo funcionan estas pantallas que parecen sacadas del futuro

Lo interesante no es solo el tamaño de estas pantallas, sino la calidad de imagen que ofrecen. Fabricadas por la empresa onubense Alfalite, están pensadas especialmente para entornos de producción virtual, donde cada píxel cuenta. Su tecnología VP XR está diseñada para trabajar codo a codo con cámaras, luces y sistemas de seguimiento en tiempo real, creando escenas que parecen rodadas en localizaciones reales, aunque en realidad todo esté ocurriendo dentro de un plató.

Los paneles tienen una resolución altísima y una frecuencia de refresco que permite grabar incluso a cámara lenta sin que se note ni un parpadeo en la imagen. Es justo lo que se necesita para que los actores puedan moverse con libertad, sin preocuparse de si luego habrá que encajar su actuación en un fondo generado por ordenador. Aquí, el fondo ya está ahí, y responde al movimiento de la cámara con total precisión.

Mucho más que un decorado digital

Aunque a simple vista puede parecer “solo” una pantalla gigante, el CEI es en realidad un ecosistema completo de producción. Está equipado con cámaras ARRI Alexa, ópticas de Canon, servidores de procesamiento gráfico de alto rendimiento y un sistema de tracking que permite saber en todo momento dónde está la cámara y hacia dónde apunta. Todo esto sincronizado con el contenido que se proyecta en las pantallas, de modo que el ángulo de visión, la perspectiva y la iluminación del entorno digital cambian en tiempo real para ajustarse a lo que ve la cámara.

Es aquí donde entran en juego las pantallas led para producción virtual de Alfalite. Son mucho más que una superficie para mostrar imágenes; forman parte activa de la escena. Pueden generar reflejos en el vestuario, iluminar a los actores con la luz exacta del entorno simulado y permitir que directoras, actores y directoras de fotografía trabajen viendo en tiempo real cómo quedará la toma, sin tener que imaginar nada.

De Galicia para el mundo

Este proyecto no es casualidad ni capricho. Detrás hay una colaboración potente entre empresas como Telefónica Servicios Audiovisuales, Tangram Solutions y Alfalite, además del apoyo público de la Diputación de A Coruña y del Gobierno central. Todo apunta a que Galicia quiere posicionarse como una referencia en el sector audiovisual, atrayendo rodajes nacionales e internacionales que busquen innovación tecnológica sin tener que salir de Europa.

La inversión ha sido considerable, pero también lo es el potencial. Este tipo de platós permiten rodar de forma más sostenible, sin necesidad de trasladar grandes equipos a distintas localizaciones, lo que reduce tiempos, presupuestos y emisiones. Además, se adapta como un guante a las necesidades de producciones de cine, televisión, publicidad o incluso videoclips.

Historias que nacen de los píxeles

Para los creadores, este plató es una herramienta para soñar sin límites. Ya no hace falta volar a Islandia para rodar una escena en un glaciar, ni irse a Marruecos para un plano en el desierto. Todo eso puede construirse con precisión y belleza desde un estudio en Galicia. La narrativa se libera de las limitaciones físicas y gana en posibilidades visuales.

Y más allá de lo técnico, hay algo humano en todo esto: la oportunidad de trabajar mejor. Cuando todo está integrado, el equipo puede concentrarse en contar la historia. La tecnología se vuelve casi invisible, y lo que queda es el resultado final: una imagen perfecta, envolvente y realista que llega al espectador sin que este se pregunte cómo se ha hecho.