El baño cada vez es más letal, ¿qué podemos hacer para evitar tantos ahogamientos?
La sexagenaria ahogada ayer en A Mariña mientras practica submarinismo es la última de una larga y luctuosa lista. En lo que va de año han fallecido ahogadas 26 personas y no es una cifra excepcional. Cada vez hay más muertes por ahogamiento, tanto a nivel gallego como español. Uno de los factores que influye es la falta de información sobre qué prácticas evitar.
Según las cifras de la Real Federación Española de Socorrismo, en mayo, la comunidad ya acumulaba 19 víctimas mortales y, en los primeros cuatro meses, se habían contabilizado 11 fallecidos. Este aumento se produce en un contexto nacional especialmente trágico, ya que el primer semestre de 2025 se ha convertido en el más letal de la última década en España en cuanto a muertes por ahogamiento.
En lo que se refiere a Galicia:
- En 2022, hubo 39 muertes por ahogamiento en Galicia.
- En 2023, el número aumentó a 46.
- En 2024, se registraron 64 muertes, lo que indica un aumento significativo.
- Para 2025, no se dispone de datos completos, lógicamente, pero al principio de año hay una tendencia al alza respecto a otros inicios de año.
A nivel estatal, 211 personas han fallecido por ahogamiento en espacios acuáticos en España en lo que llevamos de año (hasta el 30 de junio), según el Informe Nacional de Ahogamientos (INA) de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo. Solo en junio han muerto ahogadas 73 personas.
El problema viene de años anteriores. En 2024, España registró 471 muertes, un 11,6% más que las 422 de 2023, según RFESS. Galicia se posicionó como la segunda comunidad con más muertes en 2024, con 64, solo superada por Andalucía con 72.
¿A qué se debe el aumento de ahogamientos?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el problema de los ahogamientos en Galicia está intrínsecamente relacionado con el entorno natural de la comunidad. Galicia cuenta con más de 1.600 kilómetros de costa, la mayor de España; 987 playas y una amplia red fluvial con unos 10.000 cauces, lo que la convierte en uno de los territorios con mayor exposición al riesgo en actividades acuáticas.
Más allá de esta variable, ni las administraciones ni las entidades especializadas encuentran una explicación definitiva para el notable repunte de muertes en los últimos años. Desde la Federación Galega de Salvamento e Socorrismo recuerdan que el fenómeno no se limita sólo a los bañistas en el mar, sino que incluye otros perfiles como pescadores, mariscadores y turistas, e incide en el hecho de que la mayoría de siniestros se registran en espacios sin vigilancia, como embalses y ríos.
Estos riesgos se ve agravados por la ausencia de campañas de prevención suficientemente intensas y sostenidas, así como la falta de concienciación en torno al peligro que suponen las zonas de baño no vigiladas. Los expertos inciden en la necesidad de extremar la precaución, especialmente en aquellos puntos que no cuentan con la presencia de socorristas, y ponen el acento en la importancia de la educación y la información para reducir la siniestralidad.
Consejos para evitar sustos en el agua
Las autoridades insisten cada verano en una recomendación básica pero vital: bañarse solo en zonas adecuadas. Adentrarse en aguas de ríos, lagos o incluso del mar donde no hay vigilancia ni están señalizadas como aptas para el baño supone exponerse a riesgos invisibles, como corrientes, obstáculos sumergidos o cambios bruscos de profundidad.
La Dirección Xeral de Emerxencias e Interior ha advertido recientemente del aumento de incidentes en entornos fluviales, donde muchas veces no hay socorristas ni medios para una actuación rápida. Este tipo de espacios, frecuentados por jóvenes y familias durante los fines de semana, esconden trampas naturales como rocas resbaladizas o remolinos. Por ello, se recomienda extremar la prudencia y consultar siempre si el lugar está habilitado.
Otro de los factores de riesgo más comunes es el cambio brusco de temperatura al entrar en el agua, especialmente después de una comida o una larga exposición solar. La popularmente conocida como "corte de digestión", aunque no sea un término médico exacto, puede derivar en un shock térmico que cause pérdida de conocimiento, mareos o incluso parada cardiorrespiratoria.
Expertos en medicina de urgencias explican que lo recomendable es esperar al menos dos horas tras ingerir alimentos antes de bañarse, sobre todo en aguas frías. Además, no es aconsejable lanzarse de forma repentina. Mojarse lentamente o entrar progresivamente en el agua reduce el riesgo de colapso térmico. Las altas temperaturas exteriores, combinadas con aguas frías, pueden ser un cóctel peligroso para el organismo.
Los síntomas de alarma son variados: escalofríos persistentes, calambres, vértigos, dolores en la nuca o incluso picores intensos pueden ser señal de que algo no va bien. En esos casos, los especialistas recomiendan salir del agua inmediatamente y pedir ayuda si es necesario. Ignorar estos signos puede ser fatal.
En piscinas o calas con fondos desconocidos, lanzarse de cabeza sigue siendo una de las principales causas de lesiones medulares en verano. Golpear con fuerza la cabeza contra el fondo o una roca puede provocar una fractura vertebral o una lesión irreversible. Las campañas de prevención hacen hincapié cada año en la necesidad de comprobar previamente la profundidad del agua y la ausencia de obstáculos antes de cualquier salto.
Otro comportamiento de riesgo es el intento de rescate por parte de personas no entrenadas. Cuando alguien se ahoga, su reacción puede ser desesperada y peligrosa. Las autoridades aconsejan no intentar el rescate directo, salvo que se tenga formación específica. La opción más segura es lanzar un objeto flotante y avisar a los servicios de emergencia. Muchas tragedias se han producido por este tipo de intervenciones impulsivas.
En cuanto a las zonas de baño y navegación, los expertos alertan sobre la necesidad de respetar las delimitaciones marcadas. Cada verano se registran incidentes causados por embarcaciones, motos de agua o tablas que invaden zonas reservadas a los bañistas. La imprudencia en estos espacios compartidos ha provocado atropellos, lesiones graves y situaciones de riesgo que podrían evitarse con una mayor concienciación.
En las instalaciones acuáticas, resbalar en bordes mojados o caminar descalzo por superficies húmedas puede provocar caídas de consecuencias graves, especialmente en personas mayores o niños. Respetar las normas de uso de piscinas y seguir las instrucciones del personal es fundamental para evitar lesiones.
Uno de los consejos más repetidos por socorristas es evitar bañarse solo, especialmente en playas y espacios naturales. En caso de sufrir un calambre, desmayo o dificultad para salir del agua, la presencia de otra persona puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia. El baño en solitario, a pesar de parecer una práctica tranquila y relajante, representa uno de los mayores factores de riesgo.
También se recuerda la importancia de no ingerir agua mientras se nada. En piscinas, los productos químicos como el cloro, aunque necesarios para la desinfección, pueden causar molestias gástricas si se tragan en grandes cantidades. En medios naturales como ríos o embalses, el riesgo es mayor, ya que el agua puede contener bacterias u otros agentes patógenos que causen infecciones.
Perfil de las Víctimas de ahogamientos
A nivel estatal, en 2023, el 80,3% de las víctimas eran hombres, el 76,5% mayores de 45 años, y el 72,5% de nacionalidad española, con el 54,7% de los casos ocurriendo en playas y el 75,6% en áreas sin supervisión. En 2024, el perfil fue similar, con un 81,5% hombres, el 46,7% mayores de 55 años, y el 85,6% de nacionalidad española, con el 51,8% en playas.
En definitiva, nadie está a salvo, pero parece que los hombres maduros que nadan en ríos o embalses sin vigilantes tienen más posibilidades de morir ahogados.
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