Administraciones de A Coruña celebran los 10 millones que deja el tercer premio de la Lotería de Navidad

La fortuna ha decidido este año mirar de frente a la clase trabajadora gallega, alejándose de las zonas más exclusivas para adentrarse en el corazón de los barrios donde cada euro cuenta el doble. En una jornada marcada por la tradicional banda sonora de los niños de San Ildefonso, el número 90.693 ha traído una auténtica marea de alegría a Galicia, convirtiendo el tercer premio del Sorteo Extraordinario de Navidad en un salvavidas económico para muchas familias. Aunque la lluvia es habitual en la comunidad, lo que ha caído hoy en A Coruña y Pontevedra ha sido un aguacero de millones muy repartido, que ha transformado la rutina de una mañana de invierno en una celebración improvisada en aceras, panaderías y supermercados.

El epicentro de esta sacudida de suerte en la ciudad herculina se ha situado en la administración El Yunque, en pleno Agra do Orzán. Allí, César Quiñones no podía ocultar su conmoción tras haber repartido unos diez millones de euros a través de veinte series del número agraciado. 

Lo curioso de esta historia es la fidelidad vecinal, ya que ese boleto lleva dos décadas vendiéndose en la ventanilla del número 26 de la calle Alcalde Lens. No es un número paracaidista que llega y se va; es un "abonado" de toda la vida que por fin ha devuelto el cariño a sus compradores habituales. La emoción del lotero se funde con la certeza de que el dinero se queda en casa, entre gente que lleva años confiando en esa terminación.

Sin embargo, la magia de la lotería reside en su capilaridad, en cómo un solo número puede ramificarse y llegar a rincones insospechados. Parte de esos décimos vendidos en el Agra viajaron hasta el barrio de Los Rosales, concretamente a la panadería O Forno. Este establecimiento, regentado por ciudadanas cubanas, se ha convertido en un improvisado centro de distribución de felicidad al repartir tres millones de euros entre su clientela habitual. Aunque hoy el local tenía la persiana bajada por descanso, el reparto solidario de la suerte ya estaba hecho: treinta décimos que han ido a parar a manos de vecinos que compran el pan a diario, demostrando que los premios más celebrados son aquellos que se comparten en la comunidad.

Alegría compartida entre compañeras de trabajo

A escasos metros de la administración que originó la lluvia de millones, la escena en el supermercado Familia ilustra perfectamente por qué este sorteo es tan especial para la clase obrera. Allí, un grupo de trabajadoras ha vivido el premio como si les hubiese tocado el Gordo. La responsable de la intuición fue Manoli, la carnicera, quien seleccionó el número guiada por una razón puramente emocional: su hija tiene tres años y esa terminación le transmitía buenas vibraciones. Aunque el impacto económico es modesto, pues repartieron un único décimo premiado entre las veintitrés personas de la plantilla, los aproximadamente 2.000 euros por cabeza se han recibido con lágrimas en los ojos. Para trabajadoras como Lorena, charcutera del establecimiento, este dinero no es un lujo, sino un respiro necesario y una paga extra que garantiza unos Reyes Magos dignos, confirmando que la felicidad es a veces cuestión de alivio y no de opulencia.

La fortuna también quiso hacer una parada en la avenida de Gran Canaria, en la administración conocida como El gato negro. En este despacho, que lleva trece años operando en la zona, la suerte se despachó tanto por ventanilla como por máquina. David Castelo, quien gestiona el negocio junto a su familia, destaca con orgullo el carácter de su clientela: gente de un barrio obrero y luchador.

Los 50.000 euros por décimo que se han llevado los afortunados, probablemente adquiridos por una misma persona para compartir con allegados, suponen una inyección de capital directa a la economía doméstica de la zona. Es la confirmación de que, cuando toca en estos barrios, el dinero no se fuga a paraísos fiscales, sino que tapa agujeros, paga hipotecas y llena neveras en el comercio local.

No obstante, el protagonismo de la jornada no ha sido exclusivo de A Coruña. La ciudad de Pontevedra ha reclamado su parte del pastel con una fuerza arrolladora gracias a la administración número 1. Celia Portela, al frente del negocio, ha vivido su estreno por todo lo alto al repartir 45 series, una cantidad que eclipsa incluso las cifras coruñesas en volumen total. Para ella es la primera vez que gestiona un premio de esta magnitud, aunque el establecimiento ya tenía historia con otros premios menores en el pasado. La distribución masiva de décimos en la ciudad del Lérez asegura que la Navidad será mucho más dulce para cientos de pontevedreses, extendiendo la mancha de aceite de la fortuna por todo el eje atlántico.

Un sorteo bueno para Galicia

Este tercer premio ha sido la guinda de un pastel que ha dejado muy buen sabor de boca en toda la comunidad autónoma. Galicia ha sido agraciada en un sorteo que ha sabido democratizar la suerte, tocando a sectores muy diversos de la población. Desde el segundo premio que ha recaído entre el personal de la firma textil Bimba y Lola, hasta los diversos quintos premios que han salpicado las cuatro provincias, el mapa de la lotería dibuja hoy una geografía de la ilusión muy diversa.