La islamofobia en Galicia se contiene, de momento

Los sucesos acaecidos en Murcia y otros lugares han demostrado lo rápido que puede prender la mecha del odio hacia minorías racializadas de origen migrante. Bulos, vídeos de falsas agresiones, discursos de odio y una presencia masiva en redes sociales de personas y grupos de ultraderecha se han materializado en persecuciones, racismo, odio y división donde antes probablemente no existían o apenas eran perceptibles. La comunidad musulmana, sobre todo norteafricana y subsahariana, han sido el objetivo de ataques realizados por grupos de individuos muchas veces coordinados a través de redes sociales. En algunos de los lugares dónde se ha expresado esta rabia contra la comunidad islámica, esta tiene un número importante de representantes además de una presencia que ya acumula décadas. Si bien en el caso gallego no se han producido todavía casos tan extremos como Torrepacheco, no se puede descartar que la chispa prenda en algún momento. Basta con alimentar y sobredimiensionar un suceso para una “cacería” como la sucedida en la localidad murciana.

Musulmanes entre nosotros

Mohamed vive en Xinzo y llegó a Europa con su padre que se dedicaba a la venta ambulante. Se movieron por Francia y Alemania hasta que se fueron asentando en Sevilla, Córdoba o Huelva. La llegada a Xinzo se produjo hace 25 años cuando el padre de Mohamed le aconsejó ir hasta esta localidad ourensana para aprovechar su cercanía a Portugal y entrar en el país vecino a vender. 

“Fuimos la primera familia musulmana en este pueblo” remarca Mohamed. A día de hoy en la localidad hay entre cuarenta y cincuenta familias, una de las comunidades más amplias en territorio gallego. 

Según El Mahjoub Drame, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Galicia, UCIDGAL, las cuatro provincias acogen actualmente a entre 30.000 y 40.000 musulmanes. “También hay conversos” dice Drame, en referencia a gallegos y gallegas que ahora profesan la fe islámica. Dentro de esta comunidad la nacionalidad más extendida es la marroquí seguida de la senegalesa, la pakistaní y argelina. “Aunque no estoy muy seguro de los porcentajes. 

Todas estas personas trabajan en diferentes sectores, siendo la mar el predominante en el área de Vigo. Los hijos nacidos en Galicia pueden seguir la tradición de trabajo de sus padres aunque muchos apuestan por ingresar en empresas, incluso los hay que realizan estudios superiores. 

Para no perder el contacto con las raíces o seguir practicando su fe, se han habilitado entre 25 y 30 centros sociales a los que algunos denominan mezquitas. “Realmente no son mezquitas, son lugares para el rezo, para celebrar las fiestas musulmanas y para el intercambio con el resto de los vecinos” indica Drame

¿Islamofobia en Galicia?

Lucía Tembrás se convirtió al islam hace seis años. Esta trabajadora social especializada en migración, abrazó su nueva fe porque “respondía a muchas preguntas existenciales que yo misma me hacía”. Hace año y medio ayudó a crear Sabili, una asociación de jóvenes musulmanes aprovechando su experiencia de trabajadora social. 

¿Pero, y la conversión? “Sí, al principio fue un shock entre el entorno más cercano”. Lucía incluso usó pañuelo, lo que despertaba suspicacias entre personas que la conocían de vista y cambios en la forma de tratarla. Ella atribuye esto a la ignorancia y complejos sobre lo que significa “musulmán”. Considera que hay un racismo latente o por lo menos que se manifiesta en las formas, en la manera de interactuar con musulmanes. “Hay personas que no se ven como racistas pero sí ejercen dinámicas que lo son”. 

A los prejuicios sobre personas racializadas también se añade el machismo de la sociedad ante una mujer occidental y conversa. Un caso así suele ligarse casi de inmediato con la relación de esa mujer con un hombre musulmán, “como si las mujeres no tuviésemos autonomía para decidir sobre nuestras vidas”.
 

Sobre casos de violencia, el presidente de UCIDGAL es consciente de que siempre puede haber “exaltados” pero “nunca hemos tenido problemas graves” dice después de treinta años viviendo en Galicia. Así mismo, recuerda que “el Islam es paz y convivencia” con respeto hacia las otras religiones. 

Mohamed desde Xinzo asegura que no han tenido problemas con llevar adelante casi todas sus celebraciones islámicas. Sí reconoce que en algunas ocasiones puede haber sobre todo jóvenes que puedan agredir verbalmente a un muslmán. “Son jóvenes, inmaduros y a veces solemos hablar con sus padres”, por el contrario, no recuerda polémicas con gente adulta ni durante su trabajo como vendedor. 

La convivencia en una sociedad inclusiva sería la solución ante las posibles diferencias que pudieran surgir entre musulmanes y no musulmanes. No puede descartarse, sin embargo, que en un momento dado y a causa de los complejos e ideas preconcebidas pueda haber algún conflicto, aunque de momento en el caso gallego parece no haber tensiones manifiestas.