Emprender en Galicia siendo migrante venezolano: el ejemplo de Leo y su barbería en Compostela
Hasta no hace tanto, eran los gallegos los que cruzaban el Atlántico para buscarse un porvenir en Venezuela. En el 2025 son los venezolanos los que hacen el camino inverso, con el objetivo de emprender lejos de un país que, bajo el gobierno de Nicolás Maduro, ha sufrido una desbandada migratoria. Uno de los muchos ejemplo de venezolanos que se instalan en Galicia para medrar lo encontramos al frente de Leo's by ZamoraStyle, una barbería que acaba de abrir en Santiago y que regenta Leonardo Zamora, que abre las puertas de su local a Galiciapress para ofrecernos su visión de la actualidad en torno al régimen bolivariano y sirve como ejemplo para conocer a esa otra cara del éxodo de venezolanos a Europa, que se aleja de dos ideas preconcebidas y radicalmente opuestas: la del inmigrante rico o la del desplazado que vive de ayudas estatales.
Desde hace unas semanas, la Avenida de Vilagarcía, en pleno Ensanche de Santiago de Compostela, tiene nuevos inquilinos. Son Leonardo Zamora y Endrina Carrero, mejor conocidos como Leo y Endri, que se encuentran al frente de la barbería Leo's by ZamoraStyle. Podría tratarse de un negocio más, pero el establecimiento de Leo es diferente, un punto de encuentro, un lugar donde hacer comunidad y, sobre todo, es el sueño de Leonardo hecho realidad. El sueño con el que salió de Venezuela, emigró a Europa y con el que, con suerte, dejará un legado en Santiago para su hija, Emma, a la que esperan impacientes y nerviosos para el mes de febrero.
“LLEGUÉ A ECUADOR CON 12 DÓLARES”
A Leo ni le tiembla el pulso cuando agarra las tijeras ni la voz cuando habla de su odisea para llegar a España, donde cayó casi de casualidad después de crecer en Guatire, ciudad del estado venezolano de Miranda, muy cerca de Caracas. “Es como Bertamiráns y Santiago”, explica, para hacerle más terrenal a un gallego la distancia entre las dos ciudades.
Europa no fue su primer destino cuando salió de Venezuela por la crisis de 2017, de la que recuerda, sobre todo, las estanterías vacías en los supermercados. “En aquel momento no había dinero para nadie. Daba igual si tenías dinero, porque por mucho que tuvieses fuera de allí no valía nada”, rememora, haciendo más gráfica la inestabilidad financiera que se vivía en Venezuela: “Si querías unas zapatillas, ahorrabas para comprarlas a fin de mes, y cuando tenías el dinero seguía sin llegarte. Seguías ahorrando y seguían subiendo de precio. La inflación era tan grande que todo cambiaba en el mismo día”.
Su plan era ir a Colombia y allí hacer algo de dinero, pero su proyecto cambió a última hora y terminó en Ecuador. “Llegué a Quito con solo 12 dólares. Era cuanto tenía. En Venezuela podía volar como un rico, pero fuera el dinero no valía nada”. Por suerte, encontró allí a “muy buena gente” con la que consiguió una habitación y un trabajo. En Guayaquil fue ahorrando y pudo abrir su primera barbería, al principio modesta, pero pronto empezó a crecer. No obstante, lo mejor que se llevó de Ecuador fue a Endri, su esposa.
Justo al formar una familia fue cuando cambió su perspectiva, porque “la situación se complicó en Guayaquil, era bastante peligrosa y tuvimos que volver a salir, porque estando allí ponía en riesgo a mi familia, y la familia es lo primero”. Después de vender todo cuanto tenían en Ecuador, ahora sí, el destino llevó a la joven pareja a Santiago, donde había vivido una tía de Leo 20 años atrás y donde había dejado muchas amistades, que recibieron al matrimonio en 2022.
Actualmente no hay ninguna ley que impida a los venezolanos salir del país, pero la dificultad radica en adquirir la documentación, ya que sacar los pasaportes no está al alcance de todos. “No sé en España, pero a mí el pasaporte me costó unos 500 dólares, pero los hay que no lo consiguen por menos de 1.200”, detalla, pues el enredo burocrático en el gobierno venezolano es el más difícil de franquear.
Mención aparte merece otro de los motivos por los que seguir en Venezuela no era una opción: el Tren de Aragua, una banda criminal muy de actualidad después de ser designada este año por el gobierno de Donald Trump como una Organización Terrorista Extranjera a la que está persiguiendo con toda la fuerza militar de Estados Unidos, bombardeando, presuntamente, los laboratorios y las narcolanchas de la organización. “Nos topamos con un grupo del Tren de Aragua. Nos quisieron extorsionar, quitarnos todo. Ahí fue donde, definitivamente, nos tuvimos que ir de Venezuela”, lamenta Leo, que sabe a ciencia cierta que la banda controla algunos de los pasos fronterizos del país.
“En cuanto llegamos a Santiago empezamos a regularizar nuestra situación, porque llegamos como solicitantes de asilo para optar por una residencia humanitaria. Aquí se tarda como año y medio en tener un permiso de trabajo. Teníamos unos ahorros con los que tirar, pero eso se consume rápido, es una cuenta regresiva”, asegura Leo. Tampoco los primeros pasos en España fueron sencillos, porque no tenían claros cuáles eran los procesos que debían seguir para poder realizar los trámites adecuados. Acudieron a Cáritas en busca de asesoramiento, pero incluso allí su experiencia fue mala.
“Fuimos a Cáritas para que nos guiasen, pero cuando pedimos ayuda, ya la persona que nos atendió…mal. Nos trataron bastante mal, creían que estábamos pagando algún tipo de alquiler subarrendado y que podía ser un tema legal, hicieron llorar a mi mujer…”, relata Leo. Un malentendido, aparentemente, tal vez basado en la idea preconcebida de que los inmigrantes se mueven en la ilegalidad y acuden en busca vivir de ayudas del Estado, una de las tesis con las que se alimenta la ultraderecha. Leo la rechaza de pleno: “Nosotros nos negamos a pedir ayudas. Teníamos todavía algo de fondo, pero queríamos saber qué podíamos hacer para estar seguros y bien”.
El asesoramiento lo encontraron en la Xunta de Galicia, donde una trabajadora social, esta vez sí, les explicó todos los procedimientos que debían seguir o cómo tener cobertura sanitaria. “Cuando eres inmigrante un minuto son horas cuando vienes a hacer las cosas correctamente. Si eres venezolano, y nos pasa a todos, sientes miedo al momento de entrar en cualquier frontera, porque ya sientes que te pueden devolver en cualquier momento”, afirma.
EL CAMINO HASTA LA BARBERÍA
No fue su caso, pues pronto empezaron a echar raíces en Galicia, siempre siguiendo la hoja de ruta que había marcado años antes. En sus 30 años Leo ha tenido muchos empleos, desde repartidor hasta un negocio de venta de camisetas online. Solo el verano pasado tuvo tres trabajos distintos, en jornadas que arrancaban a las 9 de la mañana y que no abandonaba hasta la 1 de la madrugada. Todo para poder echar unas monedas extra en la hucha para abrir su propio local. “Lo pinté y amueblé yo. Estaba trabajando en el negocio hasta las 4 de la mañana, dormía un poco y me iba a trabajar”, explica. El trabajo duro dio sus frutos y ahora es el orgulloso propietario de su propio negocio: Leo's by ZamoraStyle.
“Proponemos cosas modernas Aquí vas a conseguir actualidad, trabajamos las barbas con un baño de ozono que va directamente a la piel para garantizar que todo está bien esterilizado, bien limpio. Hacemos desinfección de nuestra máquina después de cada cliente, para evitar que pueda quedar alguna bacteria o residuos en la máquina, ya que estás trabajando directo en contacto con la piel. Y ponemos siempre un plus, que sería nuestro masaje capilar y que todos nuestros cortes incluyen el lavado de cabello, porque hay barberías que esto no va incluido, pero eso hace la diferencia, para que salgas de la barbería limpio y listo”, explica.
Sin embargo, tal vez la barbería de Leo destaque por todo aquello que no va en el precio, como recibir al cliente siempre con una sonrisa, ofrecerles bebida o, incluso, poder echar una partida a la consola mientras esperas a que termine con el que está en la silla. “Tenemos un ambiente familiar. Tratamos de hacer una comunidad, no una cartera de clientes. El que entra por la puerta no es un número ni un producto, es una persona, que interactúa contigo o con otro cliente, y es muy bonito ver como crece”, argumenta.
En estos años ya se le han pegado muchas actitudes propias de un compostelano de cuna. Como ocurre en muchas casas gallegas, a Leo le cuesta aceptar un no por respuesta cuando ofrece una bebida o un aperitivo, desistiendo solo cuando se ha cerciorado, por séptima vez, que su cliente efectivamente está a gusto. Tal vez por eso busca al cliente gallego, al que define como “muy majo, de entrada un poco tímido, pero muy jovial”. “Lo bueno es que con ustedes no tengo filtro. Podemos hablar de todo y eso me encanta”, celebra, aunque por sus tijeras pasan desde estudiantes llegados de cualquier rincón hasta algunos compatriotas, también emprendedores como él que forman parte de la colonia de venezolanos residentes en Galicia.
“Aquí tienes a los del restaurante venezolano Cuyagua, que salieron también a crecer, tienes el Papos que inauguró hace una semana, también uno de los dueños es venezolano…”, enumera Leo, que dice sentirse muy orgulloso de todos sus paisanos emigrados como él, que demuestran que “el venezolano es resiliente y optimista; hasta en una situación mala está sonriendo, no tiene tiempo para quedarse lamentando”. “Somos gente que sale y tira para adelante. Cuando estás en tu país puede irte bien o mal, pero fuera perder no es una opción, solo puedes salir a ganar. Eso lo ves en la mayoría de venezolanos”.
Choca de manera frontal con la otra clase de venezolanos emigrados, que son las familias que han amasado una fortuna y que en la última década han desembarcado en el barrio Salamanca de Madrid. Leo sostiene que esos compatriotas son los menos. “La gente con dinero en Venezuela es gente conectada con el régimen. Para ellos irse hoy no es rentable”, asume.
LA FICHA DE MARÍA CORINA MACHADO
Los motivos para salir de Venezuela son muchos, desde el peso de las organizaciones criminales, con el creciente temor a que el conocido Cártel de los Soles, que antes era “un mito, una leyenda”, cristalice en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana extendiendo sus tentáculos en el gobierno de Nicolás Maduro a fin de crear una especie de narco-Estado en América Latina, hasta cuestiones como la sanitaria, pues la escasez de medicinas y recursos es cada vez mayor y hasta el acceso a un médico pasa en muchos casos “por tus contactos o tu inclinación política, porque hay mucha extorsión”. “Entras al hospital por un motivo y sales peor”, ironiza Leo, que critica la calidad de vida de allí, sostenida en parte por las ayudas que tanto ella como su hermana mandan desde el extranjero.
La esperanza de Leo para que la situación cambie en Venezuela pasa por María Corina Machado, galardonada con el Nobel de la Paz este 2025 y defensora de una intervención militar en suelo venezolano. El barbero santiagués no llega tan lejos, pero entiende que en Venezuela exista un gran interés internacional por la cantidad de recursos que atesora e, incluso, por su potencial turístico.
“Hablamos de un Estado donde el que piensa diferente va preso. María Corina Machado se confrontó con el régimen. Mantener esa postura es difícil. El premio va dirigido a la resistencia que ha tenido. Pero si algún otro Estado fuerte hubiese querido hacer algo, ya se hubiese hecho. Se está apostando por una presión como la de Cuba en su día. Pero Cuba no cambió. No sé qué va a pasar, porque durante años se trabajó con una falsa oposición y ya no hay en quién creer. María Corina era la última ficha. ¿Una revolución? Eso termina con todo el mundo muerto, como le pasó a Neomar Lander y solo tenía 17 años. Como esa hay montones de historias terribles”, narra.
Sin ese cambio en el país, y aunque se mantenga el bloqueo a los vuelos en el espacio aéreo venezolano, la previsión de Leo es que la gente siga saliendo en busca de un futuro mejor. “Va a seguir creciendo la migración de venezolanos. Te lo digo esperando a equivocarme y que no pase, pero creo que la situación es insostenible. El 90% cuando sale dice que es solo por unos meses, pero terminan echando años fuera”, razona alguien que ya lleva varios años en el extranjero y que ya se ha establecido en Compostela.
“¡DE GALICIA NO ME MUEVO!”
Leo dice sentirse completamente adaptado y se lanza incluso con el gallego: “Eu entendo o galego, pero non o falo”, chapurrea con una sonrisa, avanzando que será su hija la que le enseñará. “Ella va a ser mi maestra en muchas cosas”. A la espera de Emma, Leo trabaja sin descanso antes de que nazca su primogénita. “Me gustaría conocer la nieve”, admite, pero también recela de tomarse un día libre, porque cree que todo lo que sea tener la reja echada puede hacerle perder clientes y no contempla quedarse parado.
Como en el cuento de la lechera, quiere ver como Leo’s by ZamoraStyle crece hacia algo mayor. Primero quiere afianzarse en la capital y contratar un segundo barbero, luego abrir un segundo local, intentar franquiciarlo, y así hasta poder abrir su propia academia para formar nuevos peluqueros y llevar su marca al extranjero.
“Poco a poco”, dice sin dejar de maquinar, mientras trabaja en un Fin de Año especial en la barbería, donde contará con un DJ y más sorpresas para este 31 de diciembre. “Este ha sido un año espectacular. Le tengo terror a 2026, porque este que termina ha sido muy bueno”, agradece, con la agenda llena de reservas con todos los que quieren recibir el año con un nuevo corte de pelo.
En cuanto al futuro, Leo tiene muchos planes en la cabeza, y pasan incluso por regresar algún día a su país de nacimiento. “Me gustaría poder traer a mis papás cuando la circunstancia sea buena. Pero sí, mi intención sería jubilarme en Venezuela. España me ha dado mucho y Galicia es un lugar espectacular. Mi hija va a ser gallega, y si ella me empuja iré a donde me lleve. Pero, si este gobierno cambiase, me gustaría envejecer en Venezuela…”, confía Leo, apostillando rápidamente: “¡De Galicia no me muevo, eh!”. A la familia Zamora Carrero les queda mucho por hacer y vivir en Santiago.
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