Sánchez y Feijóo juegan a la cuerda en un patio que es España

Más de una vez se ha escuchado a un reciente nombrado ministro decir que “si el presidente me llama, no puedo decirle que no”. El presidente siempre ha sido el presidente y el respeto a lo que representa se ha tenido en cuenta, hasta ahora, en que se ha perdido el “respeto”.

El gobierno y el PP están a la greña por cualquier motivo, no es nuevo. Las dos formaciones mayoritarias: una que está gobernando y la otra que aspira a hacerlo, deberían tener espacios de diálogo, llegar a acuerdos sobre los temas importantes que afectan al país, dejando aparte los temas ideológicos. Es una cuestión de responsabilidad que se les pide cuando se les vota. 

Dado los temas importantes que están sin resolver y que es urgente llegar a un acuerdo, caso de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el llamado gobierno de los jueces que desde el 2018 está bloqueado. Son 5 años que el mandato está caducado, sin que haya sido posible un pacto del PSOE y PP.  Las advertencias de la UE, instando a que se renueve, no han tenido éxito hasta ahora. Es un hecho grave que no parece que de momento tenga solución y que deja en entredicho la imagen de independencia del sistema judicial español.

Con los toques de la UE y aprovechando la ocasión, el presidente Pedro Sánchez invitaba al líder de los populares y líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, a mantener una reunión lo antes posible. Puede que por aquello de “cuando el presidente llama, hay que acudir”, o puede que la invitación tenga  “truco”, lo cierto es que Feijóo exigía para acudir a ella los temas que se iban a tratar. En esa discusión de que, si tienen que dárselo por escrito, que si no y que se puede hablar de todo - quizás de nada-, de momento el líder de la oposición certifica que hasta tener el papel en sus manos, con sello y firma de Sánchez, no acude a Moncloa.

Como la cosa se está alargando, Sánchez le ha ofrecido varias fechas, incluido el día 29, en plenas fiestas navideñas. El silencio y el despiste siguen envolviendo el episodio. Seguro que, hasta después de fiestas, primeras semanas de enero, siendo optimistas, no se celebrará la tan esperada reunión. Feijóo quiere disfrutar de los manjares navideños y espera que Sánchez sufra en estas fiestas y si es posible que no coma mucho turrón, por si acaso se le atraganta.

Tanto el PSOE como el PP de Feijóo han iniciado un acoso y derribo del contrario: primero con los acuerdos con ERC y sobre todo con Junts, después la amnistía y ahora el pacto con EH Bildu para arrancarle la alcaldía de Pamplona a UPN, socio del PP, y dársela a Bildu. Operación que ha molestado de lo lindo a los populares, como si fuera un juego de patio de colegio donde dos equipos juegan con una cuerda a la batalla de fuerza.

El PSOE gracias a los pactos cuenta con la mayoría absoluta en el Congreso y puede sacar adelante las propuestas que quiera - con permiso de sus socios-, mientras que el PP controla por votos el Senado, donde quiere tumbar las propuestas de los socialistas, aunque de vuelta al Congreso puedan ser aprobadas. Es igual, en esa operación se consiguen dos cosas: hacerle la guerra a los populares y tener repercusión mediática; y dos, retrasar bastante las propuestas que les llegan, caso próximo la ley de la Amnistía. Es un tira y afloja infantil, sin sentido de la responsabilidad. Sin olvidarse que España no es un patio de colegio - ¿o quizás sí?-, para seguir por este camino. La responsabilidad y el sentido de Estado deben estar por encima de las rencillas políticas, que no dejan de ser sectarias. Porque al final, crean un mal ambiente, dejando problemas sin resolver que no benefician a ninguno de los dos grandes partidos, aunque piensen que sí, pero más bien desespera a la ciudadanía. Hay que sentarse a negociar y llegar a acuerdos porque el país lo está pidiendo y deben hacerlo  Decía el presidente norteamericano Thomas Jefferson que “tiene derecho a criticar quien está dispuesto a ayudar”.