Las D.O. de Ourense comienzan la vendimia en un año de incendios, inflación, sequía y un sinfín de problemas

Incendios, sequía, jabalís, inflación, falta de mano de obra... Las D.O. de Ourense y Lugo ante su vendimia más difícil, con la subida del precio del vino sobrevolando

Jorge Mazaira, José Manuel Rodríguez González y Juan Manuel Casares Gándara, de las denominaciones de Valdeorras, Ribeiro y Ribeira Sacra atienden a Galiciapress para tratar en profundidad cómo será la vendimia este año, qué añada podemos esperar y los retos a los que se han enfrentado los productores en el que ha podido ser el verano más difícil de la historia de muchas bodegas. 

Los últimos rayos de sol del verano indican que va siendo hora de preparar los barriles y las cubas, sacar los calderos y las tijeras y ponerse manos a la obra. Es tiempo de vendimia y en algunas zonas de Galicia ya han empezado, mucho antes que de costumbre. Grandes y pequeños productores de Ourense y Lugo se han enfrentado esta estación a muchos más problemas de los habituales, lo que no impedirá que algunos de los vinos mejor considerados a nivel nacional vuelvan a los mercados con una prometedora añada. 

Los más madrugadores han sido los de la Denominación de Origen Valdeorras, con la vendimia más temprana de su historia. La zona, tan castigada por los incendios, también fue epicentro de las altas temperaturas y la sequía, problemas contra los que, como explica Jorge Mazaira, director técnico del Consello Regulador de la D.O. Valdeorras, los productores “poco pueden hacer”, lo que no hace más que aumentar “la incertidumbre” en torno a cómo responderá la planta en estas circunstancias.

“Medidas se pueden tomar pocas. Sin infraestructuras de riego, poco se puede hacer”, agrega José Manuel Rodríguez González, presidente de la D.O. Ribeira Sacra. Y es que los efectos de la sequía pasarán factura al campo de forma irremediable, porque en zonas como O Ribeiro, “el Polo Norte gallego, con tanta agua que estamos pensando venderla”, como ironiza el presidente de la D.O. Ribeiro, Juan Manuel Casares Gándara, el calor no es algo nuevo y la falta de agua tampoco. 

La ausencia de lluvias y el calor lo que hacen es llevar a la producción a un estrés hídrico que seca los racimos, ya que la vid absorbe para ella el agua que no encuentra en el terreno. “Por encima de los 35ºC la planta se para y no trabaja”.

Por suerte, en su conjunto las pérdidas serán mínimas. En el caso de la Ribeira Sacra, al tratarse de tinto, como apunta el presidente de la entidad, “el calor no afecta igual que a la uva blanca”, por lo que no serán tantos los litros que se pierdan por el clima. Además, este año las bodegas se han librado de las plagas. En O Ribeiro fue el propio calor el que evitó la aparición de enfermedades en la planta como el mildiu. 

Otro cantar son los efectos que han tenido los incendios, que en algunas zonas se han llevado por delante el trabajo de los productores, con las consecuencias que ello tendrá a largo plazo porque no es algo que se recupere de un año para otro. “Un par de hectáreas sí se han chamuscado”, lamentan en el este de Ourense, que sin embargo ya han visto los primeros “rebrotes”. “Son rebrotes de esperanza”, festeja Mazaira, que sin embargo recuerda que esa esperanza “lleva años recuperarla”. “¿Y quién paga esa recuperación?”, cuestiona. 

Al tiempo, los incendios han contribuido a desplazar a los animales a otras zonas para buscar el alimento que no encuentran en el terreno quemado. Los jabalís y los corzos son una constante en las tres denominaciones de origen. “El jabalí siempre está ahí. Lo normal es que no vaya a arrasar un viñedo”, explican desde Valdeorras. 

“El calor, los incendios, los jabalís...Son todos problemas que podemos enmarcar en el cambio climático, en la mala leche de algunos y en el abandono del rural”, comenta Casares. Más radical es su homólogo en la Ribeira Sacra, que denuncia que los jabalís y corzos son un problema “a nivel general en Galicia”, por lo que reclama a las administraciones medidas para evitar los estragos de los animales.

“El calor, los incendios, los jabalís...Son todos problemas que podemos enmarcar en el cambio climático, en la mala leche de algunos y en el abandono del rural”

“Si hubiera unos gobernantes con las ideas claras, en vez de tanto llenarse la boca con el rural… Primero debe existir un equilibrio, y las grandes poblaciones de animales salvajes generan problemas, por lo que hay que hablar de controlar la población de animales y hacerlo por el bien del ecosistema”, expresa Rodríguez. 

“UNA CALIDAD ESPECTACULAR”

No obstante, la mejor noticia es que las uvas en las tres denominaciones tienen “una calidad sanitaria muy buena”. Desde Ribeiro apuntan que en junio las previsiones “eran espectaculares”, pero ahora valoran que la cosecha será “muy buena, con una calidad espectacular, pero con menos peso del habitual”. Las uvas que reinarán este año son el Godello en Valdeorras, la Treixadura en Ribeiro y la Mencía en Ribeira Sacra. 

Sin embargo, en Valdeorras sí aprecian “saltos”, ya que en algunos puntos la maduración lleva cierto retraso en comparación con las más adelantadas. “Este año tendremos dos vendimias”, advierte Mazaira, que celebra que el tiempo de septiembre puede ayudar a que la cosecha alcance los valores óptimos, aunque “con un grado alcohólico, en estos momentos, un poco más bajo que el año pasado”. Algo parecido ocurre en la Ribeira Sacra, donde el blanco ya se está recogiendo, pero el tinto todavía tiene que esperar su turno, por lo que saldrán beneficiados por estas últimas lluvias de septiembre. 

Ante estas previsiones, la añada de 2022 contribuirá indudablemente a seguir mejorando la posición que tienen las denominaciones de origen gallegas en el mercado, después de un 2021 espectacular, pese a las restricciones que golpearon a la hostelería a lo largo del año pasado. El informe 'El mercado español de los vinos gallegos: Alimentación y hostelería' detalla que estos vinos mejoraron su valor a nivel nacional en alimentación y hostelería, convirtiendo a Galicia en líder en este campo. 

Las ventas mejoraron en la hostelería y en los canales de alimentación. “El cierre de la hostelería nos atemorizaba a todos, pero al no poder salir la gente lo bebía en casa. A un producto de esta calidad no se renuncia, porque las bodegas no tienen existencias. Brindas en casa”, propone Mazaira. Por otra banda, el crecimiento parece exponencial y sostenido, como apunta Casares, que puntualiza que el gran año de ventas “está siendo 2022”, mientras que sus vecinos de la Ribeira Sacra se felicitan por el “buen posicionamiento” del vino gallego en el mercado, siendo un producto “con un perfil medio-alto”.

EL VINO TAMBIÉN SUBIRÁ SU PRECIO

En lo que coinciden todos es en que el precio del vino aumentará en los próximos meses. De hecho, ya se ha registrado algún incremento, como los vinos de la Ribeira Sacra, “con un incremento de un 10 o un 15%, dependiendo de la bodega”. Los productores están haciendo frente a muchos problemas, que van desde el encarecimiento de las materias primas hasta los retrasos en los suministros, como el vidrio o el papel. Incluso estudian la posibilidad de reutilizar y reciclar botellas para poder embotellar la producción. 

“Se nota en la cesta de la compra, se notará también en el vino, porque si suben los costes el producto final se ve condicionado”, razonan los productores de Ribeiro. “Subió todo. Si no sube el vino no podemos mantener los costes. Todo subió, incluso un 35%. Y eso si te sirven, porque muchas están pendientes de recibir suministros. Son todo dificultades”, lamenta Mazaira. 

En la Ribeira Sacra matizan que no es una cuestión de que falten materias primas, sino que ahora “lo que antes te llegaba en unos días te tarda semanas o un mes”, lo que obliga a hacer unas previsiones más tempranas. 

“FALTA MANO DE OBRA”

Lo que también reconocen es un problema a la hora de encontrar mano de obra en el campo. Las bodegas recurren a empresas especializadas que traen brigadistas de fuera, porque a las listas que manejaban antes “la gente ya no se apunta”. “De 30 personas que vinieron el año pasado y llamamos solo se presentó una”, reconocen desde una bodega. No obstante, con los trabajadores que integran las cuadrillas que suministran estas empresas de contratación “estamos encantados”. 

Casares prefiere no mojarse sobre la procedencia de los trabajadores, pero sí admite que la falta de manos en el campo no es un problema nuevo, sino que se remonta a antes de la pandemia porque “en 2019 ya había problemas para cubrir las cuadrillas en la vendimia”. Un sentimiento similar traslada Rodríguez, que considera que el problema de fondo es “que las nuevas normas laborales no tienen en cuenta la realidad gallega, la realidad de pequeñas explotaciones, que no son los grandes cultivos de La Mancha o La Rioja”, lo que juega a la contra de los empleadores, sobre todo desde un sentido administrativo. 

Ahora el principal objetivo es lograr la implicación de las administraciones públicas para apoyar al mundo rural y al sector. Desde Valdeorras piden “ayudas ágiles” para todo aquellos afectados por el fuego, que ahora se enfrentan a engorrosos trámites administrativos y a una larga espera. En la Ribeira Sacra piden que se replantee el problema que atraviesa el rural. 

“La gente ya no se apunta. De 30 personas que vinieron el año pasado y llamamos solo se presentó una”

“Hace falta una ley para el rural, con un ordenamiento del rural, que diga dónde y qué se puede plantar. Y darles servicio: agua, alcantarillado, fibra óptica, transportes…los mismos servicios que los demás, ni más ni menos. Dicen que hay que reequilibrar el rural, pero ya nunca estuvo equilibrado. Lo que hay es que equilibrarlo de una vez por todas, y dejarse de iniciar campañas en el rural y sacarse la foto”, censura Rodríguez.  

Desde la comarca de O Ribeiro la petición es doble. Por un lado, Casares reclama al Gobierno de Galicia que apliquen la estrategia de dinamización de las comarcas vitivinícolas, basada “en un modelo que impulsé en O Ribeiro y que presentamos justo antes de la pandemia”. Esa estrategia, con esas inversiones, deben atajar el reto de frenar la disminución de hectáreas productivas, el gran problema al que se enfrenta la zona. “Y más ahora cuando las ventas aumentaron y creo que seguirá creciendo la demanda. Sería triste que el crecimiento se parase por no tener base territorial”, estima, por lo que pide que se cumplan las promesas que acompañaban a la Lei de Terras Agrarias. 

Por otra banda, ya como presidente de la Ruta do Viño do Ribeiro, Casares considera que el gran reto es sacar a relucir “esta joya desconocida como destino turístico de calidad”, situando a la enocomarca como un reclamo turístico “por su historia y patrimonio” para el que la Xunta y el Gobierno central “deben ayudar y favorecer”. 

Con todo, tal vez la reclamación más importante es la que hace Mazaira: “Que se acabe la guerra de una vez. Que salgamos de esto, que es lo importante”. Brindemos, con vino gallego, porque pase y que pase pronto.