Libre tras 22 días el sospechoso del enorme incendio de Oímbra - Monterrei

El fuego prendió mientras rozaba. El investigado alegó que trabajaba por encargo del Ayuntamiento, pero lo cierto es que días antes se había decretado la prohibición de este tipo de trabajos ante el riesgo de incendios. Se trataría, en todo caso, de una negligencia, no de un incendiario, una figura que es en la que pone el foco la Xunta cuando los datos demuestran que son las negligencias el principal motivo de los fuegos.


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A Caridade aldea 2
A Caridade, aldea afectada por el fuego de Oímbra


 

El único investigado por el segundo mayor fuego registrado en Galicia, un hombre de 46 años que realizaba un desbroce, sale de la cárcel de Pereiro de Aguiar tras entender la jueza que ha disminuido el riesgo de reiteración delictiva. La causa por imprudencia grave, sin embargo, continúa abierta.

 

El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Verín ha decretado la puesta en libertad para el hombre de 46 años que ingresó en prisión provisional el pasado 17 de agosto como presunto responsable del devastador incendio forestal originado en Oímbra (Ourense). La decisión judicial, que responde a una petición de la Fiscalía, modifica la situación del único investigado por un desastre medioambiental que arrasó una superficie equivalente a la de la isla de Formentera.

 

La magistrada a cargo del caso argumenta en su auto que las circunstancias han cambiado desde que se ordenó su encarcelamiento. Según confirman fuentes judiciales, la jueza considera que el riesgo de que el investigado pueda volver a cometer un delito similar o de que intente destruir pruebas “ha perdido intensidad”. Por este motivo, la medida cautelar de prisión provisional, la más severa de todas, “ya no está justificada” a estas alturas de la instrucción.

 

Pese a abandonar el centro penitenciario, la situación procesal del sospechoso no queda resuelta. El hombre continuará investigado formalmente por un presunto delito de incendio forestal por imprudencia grave, al que se suman los de lesiones graves y daños. Como medidas cautelares, la jueza le ha impuesto la obligación de comparecer periódicamente en el juzgado para garantizar su localización mientras el procedimiento judicial sigue su curso.

 

Un desastre de casi 24.000 hectáreas

El fuego por el que fue detenido este vecino de A Gudiña está considerado el segundo más grande en la historia de Galicia. Las mediciones oficiales finales, ofrecidas tras su completa extinción el 31 de agosto, fijaron la superficie calcinada en 23.736,65 hectáreas. La magnitud de la catástrofe fue tal que el humo y la ceniza llegaron a sentirse a cientos de kilómetros de distancia, dejando un paisaje desolador en la provincia de Ourense.

 

Las llamas, avivadas por el viento y las altas temperaturas de aquel mes de agosto, se extendieron sin control a lo largo de dos semanas. El incendio afectó a un total de nueve municipios ourensanos: se originó en Oímbra para luego propagarse por los términos de Xinzo de Limia, Monterrei, Cualedro, Verín, Laza, Trasmiras, Castrelo do Val y Baltar, dejando a su paso un rastro de destrucción ecológica y económica.

Samuel, vecino de A Caridade (Cualedro) delante de su casa destruída por el fuego, igual que propiedades de sus vecinos Dosinda y José Antonio
Samuel, vecino de A Caridade (Cualedro) delante de su casa destruída por el fuego, igual que propiedades de sus vecinos Dosinda y José Antonio

El arresto se produjo después de que la investigación de la Guardia Civil situara el origen del fuego en unos trabajos de limpieza. Según trascendió en su momento, el hombre alegó que se encontraba realizando un desbroce con un tractor en una finca de su propiedad, una labor que presuntamente derivó en la chispa que inició la catástrofe. La detención se fundamentó en la imprudencia grave, ya que esas labores se realizaron en una jornada en la que estaba activado el índice de riesgo extremo de incendio.

 

Este caso vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre el origen de los fuegos en la comunidad. Desde el gobierno gallego, la Xunta ha señalado habitualmente a la actividad de los incendiarios, con una intencionalidad delictiva, como la principal causa de la oleada de incendios que asola el monte gallego cada verano. El discurso oficial se ha centrado en la persecución de quienes prenden fuego de forma deliberada.

 

 

 

Sin embargo, los datos oficiales del Estado y los análisis de las fiscalías especializadas ofrecen un matiz importante a esa versión. Cuando se logra esclarecer la causa de un incendio, la negligencia o los accidentes en actividades humanas, como quemas agrícolas descontroladas o el uso de maquinaria, figuran como un factor predominante, por encima de la acción de pirómanos. 

 

El caso de Oímbra es, precisamente, el paradigma de esa realidad estadística: un incendio catastrófico cuyo origen investigado no es un acto malintencionado, sino una presunta imprudencia.
 

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