Rueda rebate la petición de dimisión con un plan antiincendios sin cambios en el modelo forestal

El Pazo do Hórreo ha acogido hoy una sesión parlamentaria monográfica marcada por la tensión y el cruce de acusaciones a cuenta de la gestión de la Xunta durante la virulenta ola de incendios que asoló Galicia este verano. El presidente gallego, Alfonso Rueda, quien solicitó comparecer para abordar la crisis, se enfrentó a una oposición que le señaló directamente como el máximo responsable político de una catástrofe que dejó un paisaje desolador en buena parte del territorio. El debate sirvió para evidenciar la profunda fractura entre el gobierno y la oposición en el diagnóstico y las soluciones a uno de los problemas estructurales más graves de la comunidad.

La magnitud de los fuegos de este verano ha sido el telón de fondo de toda la sesión. El propio presidente calificó la situación vivida como una "tormenta perfecta", una concatenación de factores climáticos extremos que incluyeron un junio excepcionalmente cálido, una primavera muy lluviosa que disparó el crecimiento de la vegetación y la posterior ausencia de precipitaciones, junto a temperaturas muy elevadas, baja humedad y fuertes vientos. Este cóctel, según Rueda, creó un escenario sin precedentes para la propagación de unos incendios que la oposición considera una consecuencia directa de la política forestal y de prevención del Partido Popular.

Frente a las críticas, Alfonso Rueda defendió la actuación de su gobierno y centró una parte importante de su intervención, de más de una hora, en rebatir los argumentos de la oposición y en delinear el futuro de la lucha contra el fuego en Galicia. Rechazó de plano la idea de que los incendios fueran inevitables, pero puso el foco en la intencionalidad, asegurando que "Galicia no arde, a Galicia la queman". Anunció un refuerzo de la vigilancia, con más cámaras en puntos estratégicos y un impulso a la investigación, destacando que ya hay 35 personas investigadas y 37 detenidas como presuntas autoras.

Desde la bancada de la oposición, la respuesta fue contundente y unánime en su demanda principal. El líder del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, fue el primero en tomar la palabra para aseverar que el presidente había "fracasado" y que su etapa al frente de la Xunta debía concluir. Acusó a Rueda de no haber gobernado y de haber abandonado sus responsabilidades, reprochándole los recortes en materia de prevención y extinción. Para Besteiro, la Xunta no estaba preparada para la crisis y el patrimonio natural de Galicia no puede estar al albur de la improvisación.

En una línea similar se expresó la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, quien calificó la ola de incendios como la consecuencia directa de la "incompetencia política" del presidente. La líder nacionalista protagonizó uno de los momentos de mayor tensión al ofrecerle a Rueda un chaleco amarillo, similar al que usó el presidente en el centro de mando, como símbolo de lo que considera una estrategia puramente propagandística para ocultar los fallos de gestión. Pontón enumeró la derogación de medidas de prevención, la reducción de efectivos y la retirada de servicios en el rural como parte de una política que, a su juicio, le echa "gasolina al fuego" al fomentar la "eucaliptización" del territorio. Por todo ello, le instó a dimitir.

El Partido Popular, a través de su portavoz, Alberto Pazos Couñago, cerró filas en torno a su líder y devolvió las críticas a la oposición, a la que acusó de emplear "bulos y demagogia". Lamentó que la única aportación de BNG y PSdeG fueran "dos peticiones de dimisión y cero propuestas". El portavoz popular consideró "desolador" el discurso de sus rivales políticos y acusó a Besteiro de "negacionismo" por, según él, rechazar el factor humano en el origen de los incendios. La defensa del PP se basó en la idea de que Rueda había dado la cara desde el primer minuto, compareciendo a petición propia para rendir cuentas.

Más allá del enfrentamiento dialéctico, Alfonso Rueda dedicó la mayor parte de su discurso a anunciar un paquete de medidas de futuro. La iniciativa más inmediata será el refuerzo "urgente" de la gestión de las franjas secundarias, las zonas de seguridad que deben mantenerse limpias alrededor de las aldeas. Para ello, convocará a la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) con el fin de modificar el convenio actual y permitir que la Xunta, a través de la empresa pública Seaga, asuma la limpieza en los ayuntamientos de menos de 10.000 habitantes, pasando posteriormente la factura a los propietarios.

En el ámbito de la ordenación del territorio, el presidente gallego anunció que antes de final de año se presentará al sector el borrador del futuro Plan Director da Industria Forestal, un instrumento clave para identificar las formas de aprovechamiento del bosque. Subrayó que la clave no es demonizar unas especies frente a otras, sino garantizar que el monte sea trabajado y cuidado, ya que "el monte más aprovechado es el que menos arde". También se plantean cambios normativos para que las administraciones puedan entrar a limpiar fincas en lugares sensibles si sus dueños incumplen con su obligación.

Una de las propuestas de mayor calado fue el anuncio de que solicitará formalmente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a la ministra de Defensa, Margarita Robles, la creación de una base permanente de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Galicia. Rueda concretó que la ubicación idónea sería el municipio ourensano de Toén. Agradeció el trabajo de todos los profesionales de extinción sin importar la administración de la que dependiesen, pero lamentó el "cortoplacismo" y el "barullo" del Gobierno central por no haber recibido toda la maquinaria solicitada durante la crisis.

En cuanto a la reparación de los daños, el presidente aseguró que se agilizará el pago de las ayudas a los afectados. Informó de que ya se han concedido las dos primeras ayudas para la reconstrucción de viviendas y que se pueden abonar anticipos de hasta el 100%. En total, se han recibido 41 solicitudes para viviendas, 191 para explotaciones agroganaderas y 61 para forestales, entre otras. Rueda aprovechó para criticar que el Gobierno central todavía no haya convocado las ayudas que prometió.

Las medidas de recuperación ambiental también tuvieron su espacio. El titular de la Xunta explicó que ya se han creado barreras para minimizar el impacto de las cenizas en los ríos y se está preparando el suelo erosionado con diversas técnicas. En este punto, lamentó que solo el 0,5% de los fondos europeos Next Generation se hayan destinado en España a la gestión forestal, reclamando una "rectificación urgente" para reforzar la prevención con estos fondos.

La sesión finalizó con la promesa del presidente de que "el negro de las cenizas será solo un paso previo al regreso del verde", un objetivo que, según dijo, debería motivar a todas las fuerzas políticas. Sin embargo, el profundo desacuerdo manifestado por la oposición y la gravedad de las acusaciones vertidas en el hemiciclo, observado desde la tribuna por numerosos alcaldes de las zonas afectadas, anticipan un otoño políticamente virulento en Galicia.