El discurso racista de Rueda fomenta ataques como el de Monforte vs. el BNG es tan radical como Vox
La resaca del violento asalto con cócteles molotov a un futuro centro de acogida para menores migrantes en Monforte de Lemos ha trascendido el ámbito criminal para instalarse de lleno en el epicentro de la política gallega. El cruce de acusaciones entre el Gobierno gallego y la oposición ha alcanzado una virulencia inédita, con reproches sobre la responsabilidad política y la creación de un caldo de cultivo hostil. Mientras el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, exige disculpas y habla de "extremismos", BNG y PSdeG le señalan directamente por haber fomentado, según ellos, un "discurso racista y de insolidaridad" que arma a los violentos.
El suceso que ha encendido la mecha ocurrió el pasado fin de semana, cuando desconocidos lanzaron artefactos incendiarios contra el edificio destinado a albergar a jóvenes migrantes sin referentes familiares. El ataque, que no causó heridos al estar el inmueble todavía vacío, fue unánimemente condenado por las principales fuerzas políticas gallegas como un acto de xenofobia intolerable. Sin embargo, el consenso en la condena se ha resquebrajado a la hora de analizar sus causas, dando lugar a una agria batalla dialéctica sobre quién sembró el viento que ha traído esta tempestad de odio.
La líder de la oposición, Ana Pontón, portavoz nacional del BNG, ha sido la más contundente al establecer un vínculo directo entre el atentado y las declaraciones previas del presidente. Para la nacionalista, Rueda tiene una responsabilidad ineludible en lo ocurrido en Monforte. Considera que la postura del presidente en relación con los menores migrantes ha sido de una "total irresponsabilidad", acusándole de haber impulsado un discurso que alienta "la insolidaridad, el racismo y el odio" contra estos jóvenes vulnerables.
La oposición acusa a la Xunta de crear un clima hostil
Pontón sostiene que el líder del PPdeG está importando a Galicia las estrategias de crispación y el argumentario de odio que, a su juicio, caracterizan a dirigentes como Isabel Díaz Ayuso y a la extrema derecha. Advierte de que este tipo de discursos tienen consecuencias tangibles y exige al gobierno de la Xunta una rectificación inmediata de lo que califica como una "estrategia de confrontación". La líder del Bloque ha reprochado al ejecutivo autonómico no solo haber utilizado a los menores como un arma arrojadiza en su disputa con el Gobierno central, sino también por haber envuelto su gestión en un "tufo racista".
En una línea similar, el secretario xeral del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, ha elevado el tono de la crítica al acusar a la Xunta de estar creando "campos de concentración". El líder socialista lamentó profundamente que un edificio sea atacado por el mero hecho de que vaya a ser un hogar para niños y niñas migrantes que viajan solos. Besteiro ve detrás de estos actos una "política de violencia y odio" que, en su opinión, es promovida por la ultraderecha y "asumida sin contemplaciones" por la derecha tradicional, cuestionando la capacidad de una comunidad de 2,7 millones de habitantes para integrar a 244 menores.
Otro de los puntos de fricción señalados por el BNG es la gestión de la información sobre el centro. Pontón ha criticado duramente que la Xunta "anunció y publicitó" su localización, una acción que considera un "colmo del despropósito". En su opinión, se ha obviado la confidencialidad y la protección que se debe a los menores, exponiéndolos a un riesgo que algunos extremistas han querido materializar. Trazó un paralelismo con las casas de acogida para víctimas de violencia machista, cuya ubicación se mantiene en secreto precisamente para garantizar su seguridad.
Rueda niega las acusaciones y habla de "extremismos"
La respuesta de Alfonso Rueda no se ha hecho esperar. El presidente de la Xunta ha negado tajantemente las acusaciones y ha devuelto el golpe, calificando las declaraciones de Ana Pontón como un acto de "extremismo". En su comparecencia tras el Consello de la Xunta, Rueda ha manifestado que la líder nacionalista debería "disculparse de inmediato" por atribuirle la culpabilidad del atentado. El presidente considera que responsabilizarle a él, a su gobierno o al PP es una forma de "sembrar odio" y de desviar la atención sobre los verdaderos autores del crimen.
Para Rueda, resulta inaceptable que se pueda justificar el lanzamiento de un cóctel molotov por cualquier tipo de declaración política. Ha lamentado que para la oposición "lo de menos es quién tiró el cóctel molotov", porque, según él, "ya tienen a sus culpables". El presidente ha aprovechado para denunciar la que considera una estrategia de la oposición para sacar "rentabilidad política" de un suceso tan grave, lamentando tener unos rivales políticos que, en lugar de centrarse en los culpables, "prefiere hacer política una vez más a costa de todo".
El titular del ejecutivo gallego ha trazado un paralelismo entre lo que considera los extremismos de ambos lados del espectro político. Sin mencionar explícitamente a Vox, Rueda ha sugerido una "coincidencia" en los discursos. "Al final los extremismos, sean de un lado o de otro, se parecen bastante", ha afirmado, antes de sentenciar que las palabras de la portavoz del BNG "acreditan perfectamente esta afirmación". Este comentario apunta directamente a la formación de ultraderecha, que se ha opuesto a la apertura del centro pero que, a diferencia del resto de fuerzas, ha mantenido un notable silencio tras el ataque, sin emitir ninguna condena pública.
Un debate de fondo sobre el modelo de acogida
Más allá de la batalla política, el presidente ha defendido la actuación de la Xunta en materia de acogida. Ha criticado la "absoluta falta de política migratoria" del Gobierno central, al que acusa de querer "desembarazarse" de los menores "distribuyéndolos por ahí como si fueran números". Rueda ha insistido en que Galicia solicitó "financiación" y "planificación" sin recibir respuesta, enfrentándose únicamente a "anuncios y amenazas con la fuerza pública".
El presidente ha reiterado la condena de la Xunta a los actos "absolutamente condenables y xenófobos" de Monforte, pero ha enmarcado la situación en un contexto de falta de coordinación y de recursos por parte del Estado. De este modo, la gestión de la acogida de los menores migrantes se convierte no solo en el foco de un debate sobre la solidaridad y la seguridad, sino también en un nuevo capítulo de la confrontación política entre la administración autonómica y la central.
Mientras tanto, la investigación para identificar a los autores del ataque sigue su curso, pero el debate público ya ha tomado una dirección propia. La violencia en Monforte ha servido para destapar las profundas divisiones políticas en Galicia sobre inmigración, responsabilidad y los límites del discurso público, dejando una pregunta en el aire: ¿hasta qué punto las palabras pueden acabar encendiendo la mecha del odio?
Escribe tu comentario