El acusado del crimen de Chapela alega que robó pero no mató a la víctima, y apunta a terceros: "Lo dejé con vida"

Manuel M.B., acusado del asesinato de su proveedor de cocaína en la parroquia redondelana de Chapela, ha rechazado la acusación planteada por la Fiscalía y ha asegurado que robó a la víctima, Roberto C.P., pero no lo mató: "Cuando me fui lo dejé con vida, alguien más estuvo allí después".

Así lo ha trasladado durante su declaración en el juicio que sigue contra él en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, y ante un tribunal de jurado.

El procesado ha reconocido que fue a casa de Roberto en la noche del 27 de enero de 2021 para conseguir droga, pero que no llevaba dinero. Al comprobar que la víctima no le fiaba, fue al baño, se puso unos guantes que llevaba y lo agarró por detrás del cuello, hasta tirarlo al suelo.

Según su versión, al verse inmovilizado, Roberto le dijo que le daría lo que le pidiera y, en ese momento, el acusado lo amordazó y lo maniató con una cinta de embalar que tenía en su mochila. Luego le registró los bolsillos en busca de cocaína y, como no encontró nada, fue a su habitación y se llevó varios gramos de una sustancia en polvo de su caja de caudales (que resultó ser sustancia de corte) y unas pastillas de Viagra.

Manuel M.B. ha reiterado ante el tribunal que, cuando se fue de la casa de su proveedor de cocaína, éste estaba vivo. "Lo dejé con vida, parpadeaba, me miraba", ha aseverado.

PARTICIPACIÓN DE TERCEROS
Asimismo, ha asegurado que el escenario que se encontró la Policía cuando fue localizado el cadáver de Roberto, tres días después, tenía diferencias con respecto a cómo estaba en el momento en que él se fue.

Al respecto, ha asegurado que "alguien" tuvo que mover el cuerpo, descalzarlo y ponerle un chaleco en la cara al fallecido, porque él no había hecho nada de eso. Lo que sí ha reconocido es que se llevó de la casa de Roberto sus llaves y su teléfono móvil, que luego enterró en una zona rural cercana a su vivienda.

El acusado, a mitad del interrogatorio de la Fiscalía, decidió que no quería responder más preguntas y, a continuación, a preguntas de su letrado (no hay acusación particular), repitió esa versión, e incidió en sus problemas de dependencia de las drogas y de salud mental (con un trastorno de personalidad por el que tomaba medicación).

TESTIGOS
En la jornada de este lunes también han declarado ante el tribunal varios testigos, entre ellos dos amigos de la víctima. Una de ellas explicó que había llamado varias veces a Roberto y que empezó a preocuparse porque, aunque su móvil daba señal, éste no respondía.

Por eso, el sábado 30 de enero se acercó hasta el domicilio de su amigo. Al ver que no respondía a sus llamadas en la puerta, y como presentía "algo malo", llamó a otro amigo que se presentó con una maza, con la que rompió parte de un cristal de la puerta.

A través de ese hueco, ese otro testigo pudo comprobar que Roberto estaba tumbado boca arriba en el suelo, con las manos y pies atados con cinta de embalar, y con una prenda de ropa en la cara. Tras gritar su nombre y ver que no respondía, llamó a la Policía.

Cuando los agentes llegaron forzaron la puerta y accedieron al domicilio, donde confirmaron la presencia del cadáver, y de un perro, que estaba cerrado en un dormitorio. Fue precisamente la amiga de Roberto la que entró para hacerse cargo del animal y la que, en su declaración ante el jurado, ha indicado que le extrañó encontrarse sobre la mesa un plato de comida "en un sitio distinto" al que solía sentarse Roberto, y dos sillas tiradas en el suelo.

Estos dos testigos, así como el hermano de la víctima, que vivía en otro piso del mismo inmueble, han señalado que, aunque sabían que Roberto traficaba con drogas a pequeña escala, no tenían constancia de que tuviera ningún problema con ningún cliente o que se sintiera amenazado.

Por otra parte, en el primer día de juicio han prestado declaración los agentes de Policía Nacional que acudieron inicialmente al lugar de los hechos, comisionados por la sala del 091, y todos han confirmado que tuvieron que forzar la puerta para entrar, que Roberto estaba fallecido boca arriba, amordazado y atado con cinta, con una prenda sobre la cara, y que no había nadie más en la vivienda, salvo el perro cerrado en la habitación.

Manuel M.B. fue detenido a mediados de marzo de 2021, semanas después de la aparición del cadáver, y permanece en prisión provisional desde entonces.

DELITO Y PENA
La Fiscalía lo acusa de un delito de asesinato y pide para él 18 años de prisión, con la atenuante de confesión, ya que el procesado indicó a la Policía dónde estaban enterrados el teléfono y las llaves de la víctima, y admitió parcialmente los hechos, cooperando en la investigación.

Por su parte, su letrado ha solicitado la libre absolución, alegando que no ha cometido el delito por el que se le acusa. Según el abogado, aunque fue a casa de Roberto a por droga, no tenía intención de matarlo. "Alguien terminó con su vida, alguien que tuvo que aparecer después, porque Manuel fue a robar", ha proclamado, al tiempo que ha recalcado que el acusado actuó con sus capacidades afectadas por sus problemas de salud y por su toxicomanía.