Esta no es mi lluvia

Rodrigo Brión Insua

Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020). 

En Twitter: @Roisinho21


Lluvia llover


¿Saben ustedes el chiste de los dos compañeros de trabajo que se encuentran a la vuelta de vacaciones y le dice uno al otro “Pues este año me fui de vacaciones a Galicia”, y el compañero pregunta “¿Ah sí? ¿Y qué tal el verano por Galicia?”, a lo que este responde “¡Fantástico! ¡Este año cayó en martes!”. Es un buen chiste, uno de esos que suele contar mi padre.  Lamentablemente, cada vez es menos gracioso. No porque haya perdido la gracia, sino porque ha perdido el sentido. Galicia, ese lugar de cielos grises, verdes prados y lluvia, mucha lluvia, ya no es lo que era. ¿A dónde ha ido la lluvia?



Esta pregunta tal vez pierda fuerza hoy, día en el que muchos hemos tenido que venir en piragua a trabajar. En Santiago de Compostela a Noé solo le faltaba una pareja de ñus para sacar el arca. Las alertas naranjas y amarillas han protagonizado el fin de semana y el temporal ha dejado litros y litros de agua en toda la comunidad. Demasiada agua tal vez, porque aunque este es el tiempo normal de diciembre, estas no son las lluvias que tradicionalmente han regado Galicia. Una Galicia cuyo verano empieza en abril y no acaba hasta bien entrado octubre, y en donde ahora nos sorprende si vemos que llueve dos días seguidos.


Un informe de la USC demostró en 2017 que el verano gallego se había duplicado en solo 70 años. Es decir, si en 1950 el año tenía 33 días de verano (días con temperaturas de 25 ºC o más) ahora tenemos más de 60 días estivales. Aun así, y con las cifras en la mano, casi el 15% de los gallegos niega el cambio climático. Supongo que todos serán amigos del primo de Rajoy, aquel que al no poder pronosticar el tiempo de Sevilla rechazaba cualquier predicción a largo plazo.


Quizá el meteorólogo primo del expresidente estuvo estas semanas por Polonia, en la cumbre del clima. Una cumbre sin apenas líderes mundiales, que no hace más que recalcar una triste evidencia: solo tenemos un planeta, y nos lo estamos cargando a pasos agigantados. No se ha aprobado ninguna medida para recortar de forma inmediata la emisión de gases, no se ha sancionado a los países más contaminantes, no se han alcanzado consensos para dejar de lado de una vez por todas los combustibles fósiles… No solo no vamos a cumplir los objetivos planteados en Kioto para 2020, sino que los pactos a los que se llegó en Katowice son iguales a los que hace un mal estudiante consigo mismo la semana de los exámenes: “Vale, no he hecho nada en todo este tiempo. ¡Pero ahora me pongo en serio eh! ¡Ahora seguro que sí!”. Es decir: más de lo mismo para que no cambie nada. Encima, las medidas destinadas a salvar el medioambiente despiertan movilizaciones multitudinarias, como las de los ‘chalecos amarillos’ en Francia. Parece que nos queda grande eso de salvar el mundo.


Volviendo a Galicia y a sus lluvias, hay que recordar que el año pasado la sequía puso en jaque a toda la comunidad. Incluso se vivieron momentos de tensión, como la polémica en torno al posible trasvase del Río Verdugo para llevar agua a Vigo, una ciudad que nunca pensó que iba a tener problemas con el agua. Coincidió la sequía con una ola de incendios sin precedentes, en un octubre extremadamente cálido que no ayudó a las labores contraincendios y que sí benefició a las llamas, que devoraron todo cuanto encontraron a su paso. No son acontecimientos casuales. Esto irá a peor con los años, y en nuestra mano está ponerle freno o, al menos, ralentizarlo en la medida de lo posible.


Sigue lloviendo, sí, pero no estamos preparados para esta lluvia. No estamos preparados para estar dos meses sin ver una sola gota y que en dos horas llueva lo que no ha llovido en toda la estación. No estamos preparados para soportar riadas, inundaciones y tormentas tropicales. No estamos preparados para cielos claros 364 días del año y que en una jornada nos caiga el diluvio universal. A mi denme cielos grises. Los más bonitos. Los de Galicia.


Frank-T: “Por nuestro bien sean ecológicos / porque la Tierra se muere; / o también sean ecológicos / porque lo dicen en la tele”

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