¡Pasen y vean!

Rodrigo Brión Insua

Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020). 

En Twitter: @Roisinho21

He vuelto a engancharme al ‘The Last of Us’, tal vez uno de los mejores videojuegos de la historia. La premisa del videojuego es que en un futuro donde los zombis han conquistado el planeta, la última esperanza de la humanidad parece ser Ellie, una niña inmune al mordisco de los no muertos. Para salvar el mundo, Ellie recorrerá junto a Joel, su protector, medio Estados Unidos, rifle en mano, enfrentándose a hordas de infectados.


Entre disparos y sesos, acabo atiborrado de tanto gore, y decido ver un poco la tele para despejarme. Mala idea. Caigo sin remedio en un programa de noticias en donde un grupo de tertulianos debate sobre el tema estrella de la semana, del mes y casi del año. Todos los canales hablan de lo mismo. De lo que han hablado a lo largo de los últimos catorce días hasta este triste, fatal y nunca anunciado desenlace: el pequeño Julen, ahora uno más entre tantos ángeles.


Han pasado casi 300 horas desde que sucedió la tragedia y en esa lucha contrarreloj se ha visto el lado más humano de este mundo cruel. La solidaridad de todos aquellos que ofrecieron su casa, propusieron ideas, cedieron maquinaria o directamente pusieron sus manos al servicio de la esperanza, como el caso de los valientes mineros que lo arriesgaron todo por llegar hasta Julen, haciendo frente a la fatiga, al dolor, a todas las adversidades que ofrecía un caso totalmente inédito en un terreno inmisericorde, que no hacía más que complicar y retrasar las labores de rescate. Casi 300 horas… Demasiado tiempo. Demasiado tarde. Demasiado se hizo. Porque más no se podía hacer. Pero no fue bastante.


Lo que fue demasiado fue la cobertura informativa. ¿Acaso era necesaria una pantallita las 24 horas que nos mostrase el trabajo en Totalán? Yo tengo la respuesta clara, pero creo que la mayoría de los canales no, porque esa dichosa pantallita nos mostró durante dos semanas como la maquinaria movía una montaña, literalmente, mientras emitían al mismo tiempo la última sopa de Arguiñano o la serie de mayor éxito de los jueves. La tele, la prensa, la radio…convirtieron la tragedia en un espectáculo, en un lamentable “¡Pasen y vean!”, donde todos daban la última hora de un caso donde no había última hora, solo la noticia de que se estaba haciendo lo posible con todos los recursos posibles. La misma información salpimentada con declaraciones morbosas de vecinos, opiniones de expertos en cualquier materia o soflamas de un hombre de cuyo nombre no quiero acordarme, autoproclamado portavoz de la pobre familia de Julen y experto en llevar todos los problemas del mundo a su lucha particular. Los medios le adoran; él adora los medios; a mí me enferma. Más yo no importo. A veces creo que ni Julen importaba.


Aturullado por esa sobredosis de información, hago un poco de zapping hasta que me recorro los más de 40 canales que componen la extensa y alienante oferta televisiva que la TDT me ofrece, hasta que regreso al punto de partida como si nunca me hubiera ido, porque todos los canales dan las mismas imágenes. Los mismos tertulianos que hace cinco minutos eran expertos en geología, minería y operativos de rescate, ahora son expertos en el sector del taxi, en lo que marca la legislación sobre las VTC y en la tecnología del VAR. Esto último no lo dicen, pero lo intuyo, porque inexplicablemente las conversaciones en este país acaban siempre derivando hacía el fútbol (como no podía ser de otra forma, por otro lado).


Apago la tele con la cabeza hecha un bombo y terriblemente entristecido por como el periodismo, la profesión que amo y por la que he arriesgado tanto para poder formar parte de ella, parece haberse saltado todas las barreras de la moral y la ética, abriéndonos la cabeza para que el sensacionalismo se dé un festín con el cerebelo que nos queda. Vuelvo a mis videojuegos. Mi madre entra y me ve friendo zombis con un lanzallamas. Me cuestiona, por enésima vez, que cómo pueden hacer videojuegos tan violentos y por qué los consumo. “Tranquila madre. He visto las noticias...te aseguro que es peor lo que hay fuera”. 

1 Comentarios

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Hola Roy.estoy totalmente de.acuerdo con tu articulo .un abrazo

escrito por Isabel 28/ene/19    12:57

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