Venezuela y el cinismo de occidente

Manoel Barbeitos
Economista

¿Y aún nos quieren hacer creer que están sinceramente preocupados por la democracia y los derechos humanos en Venezuela? ¿Cabe mayor cinismo en los gobernantes europeos? Al menos la Administración Trump no oculta cuáles son sus intereses reales en Venezuela y por qué somete a este país a un bloqueo y una contraofensiva diplomática, militar y económica con la que no somete a ninguno otro estado latinoamericano excepto Cuba. Como pasó con Irak y está pasando con Sudán, dos países con enormes reservas petrolíferas, uno de los objetivos de los Estados Unidos, apoyado por sus “aliados”, es hacerse con el negocio petrolero. Pues resulta oportuno recordar a los despistados que Venezuela cuenta con las mayores reservas de petróleo a nivel mundial (20%), que además están más cerca de los Estados Unidos que las de Arabia y Sudán, por caso.


No obstante con ser esto importante hay además otros factores que están influyendo decisivamente en la coyuntura actual y que son de carácter geopolítico. Venezuela no solo tiene enormes reservas de petróleo (además de gas, minerales y metales de gran valor estratégico) sino que estas no están siendo controladas por el capital estadounidense, mientras sí participan de forma creciente capitales rusos y chinos. En otras palabras, en la economía mundial actual en la que se está librando una durísima guerra comercial, política y militar entre la antaño potencia hegemónica (USA) y las potencias emergentes (China, Rusia), para las élites estadounidenses no resulta admisible que Venezuela no aparezca alindada a ojos vistas con Estados Unidos. Ni Venezuela ni cualquier otro estado latinoamericano. D. Trump no está dispuesto a aceptar esta situación.


Una referencia a Europa. Cuando se están sucediendo cambios tan relevantes y seguramente decisivos en un sistema mundial que camina hasta un contexto multipolar, con desplazamientos clave de los grandes centros de decisión (por caso del Atlántico al Pacífico), la vieja Europa, liderada por Alemania, va pasito a pasito convirtiéndose en semiperiferica. Europa, al contrario de lo que sucedió en otras épocas, ya no compite con las grandes potencias (USA, China, Rusia).

En este contexto internacional no deja de ser lamentable el papel que Pedro Sánchez le adjudica a España en la crisis venezolana. Su ultimátum a Chaaves, propio de épocas imperiales, para que convocase elecciones generales (¿Sabe Pedro Sánchez que Venezuela tiene una Constitución democrática, pionera en la región en el reconocimiento de determinados derechos populares, adoptada en diciembre de 1.999 mediante referéndum popular?), justificado con el argumento de que la democracia está en peligro en Venezuela con Maduro de presidente. Además de ridículo no tiene credibilidad (¿Está la democracia libre de peligro en el resto de Latinoamérica? ¿Se respetan en todos los estados latinoamericanos los derechos humanos? ¿Es Venezuela el mayor estado totalitario de esta región? ¿Por qué Sánchez le pide a Venezuela lo que no le pide a otros estados totalitarios y con vulneraciones muchos más sangrantes de los derechos humanos?). El lamentable ridículo que está haciendo Pedro Sánchez –¿por qué esa obsesión con Venezuela?- resulta más llamativo cuando se compara con las posturas de dirigentes latinoamericanos de mucho prestigio como José Mujica (Uruguay) y López Obrador (México) que apuestan por el diálogo entre las partes enfrentadas, desconfían acertadamente de los reales intereses de los Estados Unidos (la historia les da la razón) y reclaman como muchos intelectuales de prestigio estadounidenses (entre ellos Noam Chomsky) que dejen a los venezolanos resolver entre sí sus problemas sin injerencias extranjeras.


Sería muy triste que Pedro Sánchez fuese recordado por la historia como lo son Blair y Aznar con motivo de la guerra de Irak. Va camino de eso. Y esta terrible posibilidad pone en evidencia, por otra parte, la tremenda torpeza de Pedro Sánchez al adoptar una posición tan beligerante con Venezuela. Torpeza que se puede transformar en enorme fracaso y ridículo sí Estados Unidos decide invadir militarmente Venezuela provocando así un baño de sangre (¿Qué dirá entonces Sánchez?). Torpeza, por otra parte, que ahonda en la creciente insignificancia internacional de España, ya manifiesta desde J. M. Aznar (“la foto de las Azores”).


Hay pocas dudas pero muchas evidencias de que N. Maduro y su gobierno son muy incompetentes (por caso, no fueron quienes de aprovechar el alza en los precios de las materias primas para potenciar la agricultura y la industria), ineficaces e incluso, en demasiados casos, corruptos. En muy pocos años están lapidando la herencia que había dejado Hugo Chavez quien, como señalé en estas mismas páginas, había sido quien de situar a Venezuela en el liderado de los estados del Sur en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. Una pésima gestión política que sin embargo no puede ocultar el tremendo impacto negativo que tienen sobre la economía y la sociedad venezolanas tanto al embargo (que impide, por caso, la entrada de alimentos y medicinas provocando muertes innecesarias) a la que está sometida por los Estados Unidos y por muchos de sus aliados, como los continuos ataques financieros (suspensión de activos, cancelación de cuentas estatales, retención de divisas imprescindibles para la compra de productos básicos, sustracción de reservas), comerciales (provocando la caída tanto de la producción como del precio del barril de crudo venezolano) y de todo tipo que ha ido sufriendo Venezuela y de los que apenas se habla. Acciones que nos recuerdan los peores años de la “guerra fría” y que suponen un fragante incumplimiento de la legalidad internacional y una total falta de respeto la soberanía nacional algo que tampoco se señala.


“En semejante situación, la única solución es un acuerdo negociado, como sucedió en el pasado en países latinoamericanos cuando las sociedades políticamente polarizadas no pudieron resolver sus diferencias a través de elecciones (…). Por el bien del pueblo venezolano, la región y por el principio de la soberanía nacional, los agentes internacionales deben apoyar las negociaciones entre el gobierno venezolano y sus adversarios que permitirían que el padres salga finalmente de su crisis política y económica” (Carta abierta de Noam Chomsky y 69 intelectuales mas).


Uno apunte final. Como bien señala Alfredo Serrano “con salvadas excepciones, de aquellos que escriben y hablan sobre Venezuela, ninguno tiene la más remota idea de si Lara es una ciudad o un estado, y mucho menos donde queda geográficamente. O sea, falta un poco de base para aventurarse a dar lecciones”.

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