Un camino largo, largo y lleno de piedras

Esta semana pasada el señor Alberto Núñez Feijóo pudo comprobar que, en contra de lo que le aseguran sus palanganeros, el camino a la Moncloa puede ser un camino largo, largo y lleno de piedras.

En su visita a Barcelona buscando sondear, por medio de Foment del Treball, las posibilidades de que JxCat apoyara una moción de censura al gobierno español de turno (PSOE/Sumar) se encontró con que, a pesar de las muchas coincidencias ideológicas, este sector del soberanismo catalán no puede, hoy por hoy, cambiar de alianzas por varias razones. La primera, no importa el orden, que la presencia de Vox cierra cualquier posibilidad, porque su electorado no lo aceptaría. La segunda que JxCat ve como su espacio se va restringiendo en Cataluña a causa de que Aliança Catalana le está comiendo terreno de manera acelerada, avance que sería mayor en el caso de aliarse con PP y Vox para una moción de censura. Y la tercera que, hoy por hoy, a JxCat tiene mucho más que ofrecerle Pedro Sánchez que Núñez Feijóo quien, él y su equipo, por sus maneras y modos de hacer política, dificultan los acuerdos con otras fuerzas excepto Vox.

La manifestación convocada en Madrid contra el gobierno de turno, dada escasa asistencia (40.000 segundo a Delegación del Gobierno), que la pantomima de trasladarla de Colón al Templo de Debod no fue capaz de ocultar, puso en evidencia que esta estrategia de confrontación directa y movilización permanente (van 7 desde 2023) cansa a su electorado y no parece producir réditos políticos, pues solo moviliza al sector más beligerante de las derechas. No parece producir réditos políticos además porque con sus arengas e insultos antinacionalistas en las mismas, tanto destroza sus intentos de llegar acuerdos con JxCat como hace crecer los apoyos a Vox. Un Vox que parece lanzado a disputarle el liderazgo de las derechas, algo que al señor Alberto Núñez Feijóo no debería sorprenderle. Una disputa que se ve alimentada por la debilidad política e intelectual de este -su liderazgo se funde mes a mes, mismo entre los suyos propios votantes-.

Por otra parte presentarse como un partido (PP) abanderado contra la corrupción cuando los casos que le afectan directamente no cesan -ahí tenemos el que está sucediendo ahora en las comunidades autónomas de Valencia (el caso de la DANA), Castilla-León (la trama eólica), Andalucía (el caso de las mascarillas) y Madrid (el caso de los conciertos en la sanidad y en las residencias de mayores públicas)- resulta en el mejor de los casos, vergonzoso.

Finalmente su apuesta extremista le está suponiendo que en el País Vasco (2 diputados en las Cortes Generales) y en Cataluña (6 diputados en las Cortes Generales) la suya presencia política sea la de una fuerza minoritaria. Cabe pensar que se puede gobernar en España en estas condiciones?

Por razones como las citadas, parecía que el camino del señor Alberto Núñez Feijóo para conseguir que se celebren unas nuevas elecciones generales que lo lleven a la ansiada Moncloa, habría dependido mucho más de la estabilidad y continuidad de la actual mayoría de progreso que de sus presiones e iniciativas. Una mayoría a la que los nervios de JxCat, por su decadencia en Cataluña, sumados a la inquina de Podemos con Sumar sitúan en un difícil equilibrio pero que, a pesar de eso, se mantiene desde 2018. Se mantiene por que esa mayoría parlamentaria sabe que es mucho lo que pueden (podemos) perder.