#Claves de la semana

​El Deportivo entrega las llaves de Riazor a Rubén de la Barrera, el hombre de los milagros

El entrenador coruñés remplaza a Fernando Vázquez, destituido por la mala racha de resultados y juego del equipo. 


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El entrenador coruñés remplaza a Fernando Vázquez, destituido por la mala racha de resultados y juego del equipo. 


Ruben de la barrera

Rubén de la Barrera, durante su etapa en la Real Sociedad | Foto: Real Sociedad


Año nuevo vida nueva. Una promesa hermosa que el Deportivo de La Coruña pretende cumplir a pies juntillas, y más después de constatar que el cambio de año ha sentado igual de mal al equipo que el 2020 catastrófico que quedará para siempre como una mancha en la historia del club. La derrota ante el Zamora supuso el punto y final de la segunda etapa de Fernando Vázquez al frente de la entidad herculina, que ahora recibe con los brazos abiertos a Rubén de la Barrera como el hombre elegido a comandar el regreso del Dépor a Segunda División.


VÁZQUEZ SÍ, VÁZQUEZ NO

Entre el deportivismo la noticia del cese de Fernando Vázquez tuvo una acogida dispar. Mientras algunos consideran que el trato dispensado al técnico no fue el correcto, especialmente después del compromiso que siempre ha demostrado el ahora exentrenador con el club, otros creen que la marcha del equipo en la competición y sobre todo el pobre juego que ha practicado hasta la fecha son motivos más que de sobra para su despido.


Con todo, la crítica casi unánime de la bancada está más orientada hacia el palco que hacia el banquillo. La confección de la plantilla y los vaivenes de la dirección son motivo de enfado por parte de la parroquia blanquiazul, que vuelve a ver una plantilla descompensada que debería estar hecha para gobernar el fútbol de broce con puño de hierro y guante de seda.


El adiós de Vázquez es, además, el fin de una idea romantizada de deportivismo. Nadie pone en duda el esfuerzo del técnico, que a punto estuvo de obrar un milagro el pasado año, pero lo cierto es que ni el curso anterior dio resultado su plan de juego ni ahora estaba dando los frutos esperados, pese a seguir siendo un referente del deportivismo que estará en primera línea en las buenas y en las malas.


JUVENTUD Y EXPERIENCIA

Si los porteros en el fútbol fuesen de discoteca, a Rubén de la Barrera le pedirían el DNI para entrar al campo. A sus insultantes 35 años, de la Barrera aterriza en Riazor con el mayor reto de su carrera deportiva, ya dilatada de por sí pese a su juventud y en la que figuran algunos milagros como devolver a un histórico del deporte rey al primer plano del fútbol nacional o brillar en las catacumbas del balompié con su estilo de juego.



Con un amplio recorrido en Segunda B, donde cuajó grandes campañas en el CD Guijuelo y en el Real Valladolid B, además de conseguir llevar a la Cultural Leonesa de nuevo a Segunda División, el técnico coruñés se encontraba ahora dando sus primeros pasos lejos del fútbol nacional. Después de pasar por el staff de Garitano en la Real Sociedad y una breve experiencia en Qatar, de la Barrera llegó el pasado año al Vitroul rumano, en donde tampoco pudo repetir los éxitos logrados en el fútbol patrio. Ahora regresa a casa a un equipo en el que el capitán es mayor que él.


Pese a todo, si algo ha demostrado de la Barrera en este tiempo es su capacidad de liderazgo y su facilidad para transmitir a sus pupilos su idea del juego, donde la pelota es protagonista y el juego por las bandas cobra una importancia capital. Por otro lado, también ha demostrado ser un preparador con cintura al que no le duelen prendas si tiene que cambiar el plan sobre la marcha o si tiene que idear un estilo distinto al suyo para un choque concreto. Estudioso y conocedor de los rivales, prepara metódicamente la estrategia de cara a sacar punta a todas las virtudes del equipo contra los defectos del rival.


Es pronto para saber si de la Barrera es el hombre o si esta tarea, la de reflotar al Deportivo, necesita de alguien menos mortal y más divino. De momento, tiene ante sí un pedregoso camino, pero para llegar hasta la élite el coruñés ha transitado por senderos más sinuosos que este. Y además juega en casa. ¿Qué puede salir mal?

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