Pedro y Pablo, ¿los hermanos Álvarez Quintero?

El tiempo va pasando y los partidos políticos que concurrieron a las elecciones generales llevan ya unos cuantos meses sin encontrar el punto de encuentro para formar un gobierno, estable o no. Los intereses ideológicos y, sobre todo, el miedo a perder votos son las causas de estos desencuentros y en consecuencia, España sigue con un gobierno en funciones.

Los empresarios están de los nervios por esa falta de interlocutores o por la posibilidad de que se forme un gobierno “extraño”, es decir, PSOE más Podemos con algún soporte externo. Eso no gusta. PSOE más Ciudadanos no suman y la otra fórmula de PSOE más PP, no gusta a Pedro Sánchez por mucho que se lo pidan los barones y baronesas de su partido.

La reunión de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias no fue como se esperaba, porque Iglesias no quiere a Ciudadanos dentro del posible gobierno y Sánchez ha dado su palabra a Rivera de que entraría en su “posible gobierno”.

La puesta en escena de los dos líderes políticos, en sendas ruedas de prensa, fue un buen montaje teatral, sino fuera porque se les notaba demasiado, más a Iglesias ya que Sánchez lo interpretó mejor, que no habían llegado a ningún acuerdo. Las diferencias siguen siendo grandes, por mucho que el de la coleta hiciera el gesto de dar un paso atrás para propiciar el “acuerdo”. Pero, no es menos cierto que su “partido” no está viviendo buenos tiempos para repetir los comicios.

Queda todavía un mes, pero los indicios no son buenos. Ojalá me equivoque y se produzca la confluencia de todos los afectados y tengamos gobierno en el mes de las flores; pero mucho me temo que en el horizonte lo que se ve es la convocatoria de nuevos comicios. ¿Lo mejor? Pues igual sí, pero habremos perdido casi un año sin ser capaces de que nuestros políticos se pongan de acuerdo por el bien de este país, que se encuentra en “funciones”. Y, que el ciudadano de a pie no encuentre a faltar a sus dirigentes…¿se imaginan que les gusta? Bromas aparte, en el mes de junio nuevas elecciones.

A la clase política no se le ocurre decir aquella frase del genial Quino: “¿Por dónde hay que empujar este país para llevarlo adelante?”.