El gran apagón y la factura de la luz: muchos augurios y muchas consecuencias
El 28 de abril de 2025 la Península Ibérica vivió uno de los mayores apagones eléctricos de la historia reciente. A las 12:33 horas, un fallo masivo en la red eléctrica dejó sin suministro a más de 50 millones de personas. A un mes vista, ¿cómo nos puede afectar la recuperación de las pérdidas económicas relacionadas con este suceso? ¿Y cómo afecta en Galicia, teóricamente una exportadora de electricidad?
El apagón de finales de abril tuvo y tendrá fuertes implicaciones económicas. Hay quién lo compara con bajar el interruptor para ahorrar, en serio, hay gente así. Sin embargo, hospitales y servicios de emergencia recurrieron a generadores, el tráfico colapsó y miles de personas quedaron atrapadas en ascensores o detenidas en trenes y metros. La actividad industrial y comercial se detuvo abruptamente, con pérdidas económicas estimadas entre 1.000 y 1.600 millones de euros según estimaciones de entidades públicas y privadas como BBVA Research. La mayor afectación recayó en los sectores de servicios, industria y transporte. ¿Pero qué sucede con los consumidores y, sobre todo, con los consumidores gallegos y gallegas?
SUBIDAS DE PRECIO
Tras el restablecimiento paulatino del suministro, el mercado eléctrico vivió una situación excepcional. El miércoles 30 de abril, apenas dos días después del apagón, el precio de la luz en el mercado mayorista español se disparó un 450%, alcanzando los 31,87 euros por megavatio hora (MWh), frente a los 5,79 euros registrados el día anterior. Este aumento abrupto se debió a la recuperación súbita de la demanda y a la necesidad de estabilizar un sistema eléctrico que había sufrido un colapso sin precedentes.
Aunque el precio medio seguía siendo inferior al de hace un año (cuando rondaba los 53,44 euros/MWh), la subida respecto a jornadas previas fue histórica. En comparación con el 30 de marzo, el precio se multiplicó por casi diez, y respecto a la semana anterior, la subida fue del 27,9%.
Existen diversos factores que se deben tener en cuenta para entender la subida de precios. La recuperación de la demanda tras horas de inactividad, la reactivación simultánea de industrias, comercios y hogares generó un pico de consumo que acabó tensionando el sistema. La estabilidad en la red hubo que asegurarla mediante centrales de gas y servicios de ajuste, que encarecieron el coste de la electricidad, especialmente en el mercado regulado. Este mercado buscaba estabilizar la factura regulada tras la crisis energética introduciendo mecanismos que abaratan la luz en meses caros pero la encarecen en meses baratos, como abril y mayo de 2025. Según expertos, el impacto conjunto de la estabilidad y la seguridad multiplicó por cuatro el precio del kilovatio hora en mayo, pasando de poco más de dos céntimos a casi ocho céntimos de euro.
Para los clientes del mercado regulado, la subida se tradujo en un incremento de unos cuatro euros mensuales en la factura, aunque la cifra varía según el consumo y la evolución de los precios mayoristas. A pesar de la fuerte subida puntual, el precio de la luz en España seguía siendo, en promedio, más bajo que en el mismo periodo del año anterior, gracias al peso creciente de las energías renovables en el “mix energético”.
Todos estos factores hacen plantearse la resiliencia de las infraestructuras críticas y la necesidad de reforzar la seguridad del sistema eléctrico español. La volatilidad de los precios y el impacto económico del incidente han puesto en evidencia la importancia de modernizar la red y diversificar las fuentes de generación para evitar futuros episodios similares. Aunque, eso sí: “más seguridad es igual a una factura de la luz más cara”, sintetizan los expertos recordando que a corto plazo esa seguridad la pagan los consumidores.
EFECTOS EN GALICIA
El Foro Económico de Galicia cifró el impacto económico máximo del apagón en la comunidad en torno a los 200 millones de euros, aunque la cifra definitiva podría ser inferior una vez se evalúen todos los datos. Esta estimación se realizó en función del peso de Galicia en la economía nacional y de las pérdidas calculadas para el conjunto de España.
Así, la gran industria gallega fue una de las más afectadas. Stellantis en Vigo o Alcoa en San Cibrao sufrieron la suspensión de turnos y dificultades en el proceso de reinicio, lo que provocó una pérdida de producción significativa. En el caso de Stellantis, se dejaron de fabricar unos 1.000 vehículos por la paralización de dos turnos. En Alcoa, el apagón mantuvo el complejo industrial sin energía durante horas, con la consiguiente pérdida en la sección de electrolisis y complicaciones en la planta de alúmina.
Por su parte, los pequeños comercios, especialmente cafeterías, peluquerías y establecimientos de estética, fueron los más golpeados. Los autónomos gallegos cifran en una media de 600 euros las pérdidas por jornada, alcanzando hasta 1.500 euros en la restauración debido a la rotura de la cadena de frío y la pérdida de productos perecederos. Aunque la normalidad volvió en los días siguientes, la recuperación fue gradual y algunos negocios necesitaron varios días para restablecer su actividad por completo.
DEMANDAS DE COMPENSACIÓN
La Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) advirtió que el impacto podría comprometer la viabilidad de muchas pymes a corto plazo. La patronal gallega anunció su intención de reclamar compensaciones y exigió una investigación rigurosa sobre las causas del apagón, así como la mejora de los planes de contingencia y el refuerzo de las infraestructuras eléctricas.
El apagón ha puesto de manifiesto la necesidad de construir un sistema eléctrico más robusto y adaptado a las exigencias de la economía moderna. Empresas con generación interna de energía, como Norvento en Lugo, lograron mantener la actividad, lo que ha reabierto el debate sobre la independencia energética y la resiliencia de las infraestructuras críticas.
"Galicia no puede permitirse parones que comprometan su competitividad ni su capacidad de generar empleo, por lo que este apagón debe ser un punto de inflexión para construir un sistema eléctrico más robusto, eficiente y adaptado a las exigencias de la economía moderna”, declaraba el presidente de la CEG, Juan Manuel Vieites.
En definitiva, todo el empresariado gallego coincide en que el apagón ha sido un duro golpe para la economía gallega, con pérdidas estimadas en hasta 200 millones de euros, afectando especialmente a la industria, las pymes y los autónomos. Galicia debe afrontar ahora el reto de reforzar su seguridad energética y garantizar la continuidad de la actividad económica ante posibles crisis futuras.
Escribe tu comentario