Cientos de empleos en Santiago en juego por la huída de Ryanair, manifestación el jueves

La controversia sobre el futuro de la base de Ryanair en Santiago no es nueva, pero se ha intensificado en las últimas semanas. La compañía irlandesa ha comunicado su intención de cerrar estas instalaciones a partir de la próxima temporada de invierno, que comienza a finales de octubre. 

El aeropuerto de Lavacolla, tras experimentar un crecimiento récord en los años posteriores a la pandemia que lo consolidó como líder indiscutible en Galicia, ha comenzado a mostrar signos de estancamiento. Durante los últimos meses, las cifras de AENA han reflejado una tendencia a la baja en el número de pasajeros en comparación con los periodos anteriores. Esta ralentización, combinada con la drástica reducción de operaciones que supondría la salida de la base de Ryanair, su principal operador, crea un escenario de máxima incertidumbre para el futuro del aeropuerto y su papel como puerta de entrada a la comunidad.

Desde USO Galicia subrayan que el problema va mucho más allá de los empleos directos de la aerolínea, que ha propuesto un ERE. La organización sindical alerta de un impacto transversal que afectará a toda la cadena de servicios que dependen del flujo de pasajeros. 

El personal de seguridad privada, los equipos de limpieza y mantenimiento, o las empresas de asistencia en tierra y handling serían los primeros en sufrir las consecuencias de una menor operativa diaria. La reducción de vuelos se traduce inevitablemente en una menor carga de trabajo y, por tanto, en una previsible reducción de plantillas de estos servicios de AENA, alerta la central.

La onda expansiva, sin embargo, no se detiene ahí. La hostelería y el comercio dentro del propio aeropuerto, como cafeterías, restaurantes y tiendas, verían caer su facturación de forma drástica. Lo mismo ocurriría con el transporte, desde los autobuses urbanos hasta los taxis que conectan la ciudad con la terminal. 

El sindicato también pone el foco en el sector turístico, advirtiendo que hoteles, agencias de viajes y empresas de servicios asociados notarán el retroceso en la llegada de visitantes. En definitiva, cada avión que deje de operar en Lavacolla representa menos consumo y un freno para la economía de Santiago y su área de influencia.

Conscientes de la gravedad de la situación, USO Galicia ha iniciado un proceso de reuniones y contactos a nivel local, autonómico y estatal para recabar apoyos y exigir una respuesta coordinada e inmediata. “No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras se desmantela la conectividad de Santiago”, ha declarado Iván Blanco, portavoz del sindicato en Galicia. 

Blanco insiste en que “esto no es solo un problema de Ryanair, es un problema de Galicia, porque detrás de cada vuelo perdido hay decenas de empleos amenazados y familias que verán peligrar sus ingresos”. El portavoz también hizo un llamamiento a la unidad "frente al ruido e intereses personales de otros”.

Exigencias sobre la mesa

Por su parte, las administraciones públicas han reaccionado con cautela. Tanto la Xunta de Galicia como el Concello de Santiago han manifestado públicamente su preocupación. Ryanair, por su lado, se mantiene firme en su postura, remitiéndose a la subida de tasas de AENA para justificar su postura, pese a que la compañía acumula beneficios millonarios y la subida de tasas es muy modesta -menos de un euro por pasajero- y en teoría permite a la empresa seguir operando con beneficios.

Ante este bloqueo, USO ha puesto sobre la mesa un plan de acción integral con medidas urgentes. Entre sus exigencias destaca la necesidad de negociar con otras aerolíneas para que las rutas suprimidas se cubran de forma rápida y eficaz, evitando así la pérdida de conectividad. Proponen además un plan para diversificar la oferta de compañías en Lavacolla que evite la excesiva dependencia de un solo operador, una vulnerabilidad que ha quedado ahora de manifiesto. El sindicato reclama un compromiso expreso del Gobierno central, la Xunta y el Concello para coordinar acciones.