Prosegur niega los chalecos protectores a sus vigilantes de seguridad: "No estamos pidiendo tanques"
Galiciapress conversa con la CIG para conocer de primera mano las demandas de los trabajadores de la seguridad privada de Marineda City, el Centro Comercial Cuatro Caminos o el IKEA de A Coruña, donde no cuentan con los medios suficientes para poder afrontar las incidencias que se presentan en el día a día de estas superficies comerciales.
A diario, miles de personas acuden a Marineda City, Cuatro Caminos o IKEA a hacer sus compras. Para garantizar la seguridad, el personal de Prosegur, encargados de la vigilancia en estas superficies, tiene que multiplicar los esfuerzos para mantener el orden ante potenciales robos o agresiones. Para ello, necesitan de todos los recursos a su alcance, pero de un tiempo a esta parte están viendo como solicitudes a priori sencillas, como contar con chalecos protectores, caen en saco roto, pese al riesgo que supone para ellos.
SOLICITUDES SIN RESPUESTA
Los vigilantes de seguridad de estos espacios de venta demandan chalecos protectores durante sus servicios. La negativa inicial de la empresa se ha tornado en un “tal vez” si los trabajadores, de manera individual, solicitan estos chalecos por escrito. Desde la CIG confirman este extremo, que la empresa concesionaria hace “de manera verbal e informal”.
No obstante, el sindicato, que ya denunció en el pasado otras irregularidades en torno a esta firma, apunta que “nunca se respondió por escrito a las peticiones formales” que desde la CIG han hecho llegar a la firma, como tampoco se ha dado respuesta a las solicitudes que de forma individual han comunicado los trabajadores. “Es una maniobra para dilatar una demanda colectiva y justa, desviando la responsabilidad de la empresa cara el trabajador”, critican.
De aprobarse la medida, además, la compañía ha hecho saber a los trabajadores que “lo tendrán que usar siempre”, algo que, sostienen desde la central sindical, “carece de sentido”. “Los propios trabajadores sabrán cuándo es necesario usar esa protección y cuándo no”, asumen, reiterando que esa afirmación de la empresa no deja de ser “una excusa más para evitar darnos los medios acuerdas”.
“No estamos pidiendo tanques ni escudos”, ironizan, subrayando que se trata de “un elemento básico que ya se utiliza en otros sectores y en otros países”. La importancia de este elemento protector está estrechamente relacionado con lo que la empresa ha calificado de “casos aislados”, que desde el colectivo explican como “incidentes que, para nosotros, son parte de una realidad cotidiana”.
EMPUJONES, INSULTOS, AMENAZAS…
“Los vigilantes sufrimos amenazas, empujones, insultos y agresiones verbales de manera habitual, especialmente en los centros comerciales grandes y con mucha afluencia de gente”, lamentan. Estas circunstancias, aunque prácticamente diarias, quedan casi siempre apuntadas en el agua, pues “muchos trabajadores no denuncian por medio a represalias o a que los cambien de puesto”. “Las empresas y los clientes no quieren que se haga ruido ni mala publicidad”, censuran.
Sin embargo, resulta inasumible poder realizar la correcta vigilancia de superficies comerciales tan grandes como Marineda City sin el equipo adecuado, siendo estos “pequeños” para las “dimensiones” de estos centros comerciales que cuentan con “zonas de poca visibilidad”, “entras múltiples” y un continuo ir y venir de personas, lo que añade un grado más de presión para que los encargados de garantizar la seguridad no “molesten” a los usuarios durante el desempeño de su labor.
“La carga mental y física es alta y la responsabilidad enorme”, esgrimen los trabajadores, que también demandan “formación específica y revisión de protocolos”, además de un incremento de las plantillas, ya que la falta de profesionales es un mal que parece afectar a todas las empresas del sector. “Hay servicios en los que se trabaja prácticamente sin apoyo y sin descanso, con un nivel de exigencia que no se corresponde con los medios disponibles”, censuran, al tiempo que apuntan que, en muchas ocasiones, se ven obligados a asumir tareas que no se corresponden con su categoría profesional.
“NO HAY VOLUNTAD DE MEJORAR NADA”
Todo ello en un momento en el que el sector denuncia que los salarios son muy bajos y que no se corresponden con la escalada de precios que ha provocado la inflación, provocando que los profesionales de la seguridad privada, según las cuentas de la propia CIG, hayan perdido “en torno a un 12% de su poder adquisitivo real” en las últimas dos décadas. “En ocho años nuestro salario prácticamente no subió al ritmo que subieron los precios”, inciden, precisando que mientras los alquileres, los combustibles o la cesta de la compra se disparaban sus salarios seguían congelados por un “convenio estatal que es una trampa que perpetúa esta precariedad”.
“No hay voluntad de la patronal para mejorar nada y los sindicatos firmantes están ausentes en las luchas reales. La realidad es que el vigilante está cada vez más agotado y más pobre”, apostillan desde la CIG, que avanzan que, si no se atienden a sus reivindicaciones, incluso las más sencillas como dotar a los trabajadores de los chalecos protectores, no descartan la convocatoria de movilizaciones u otras medidas más severas.
“Estamos en contacto con compañeros de todo el Estado y cada vez hay más conciencia de que no podemos seguir callados. Si nuestras demandas básicas siguen siendo ignoradas, las movilizaciones serán inevitables”, zanjan.
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