Jugar con fuego y con la historia, el peligro de los incendios sobre el patrimonio gallego
Los diferentes fuegos que han asolado y siguen asolando a la comunidad gallega también dejan su huella sobre el patrimonio histórico local. Elementos como petroglifos, muros centenarios, castros, dólmenes y un largo etcétera son también víctimas directas de la acción del fuego. ¿Qué ocurre con este patrimonio ante fuegos como el de Chandrexa de Queixa, Larouco o Carballeda de Avia?
La imagen después de un incendio forestal es desoladora pero la inmensa mayoría nos quedamos con la visión del terreno convertido en cenizas. No pensamos, por ejemplo, en el patrimonio natural (vegetal y animal) que se ha perdido entre las llamas. Tampoco la mayoría nos paramos a pensar que el fuego ha quemado, literalmente, la capa de tierra fértil que alimenta al monte y que también se ha podido eliminar patrimonio histórico de incalculable valor, como los primeros testimonios de la presencia humana en Galicia. Petroglifos, dólmenes (mámoas), castros aún sin excavar, ermitas y otros elementos patrimoniales como casas centenarias en aldeas perdidas pueden acabar como víctimas del fuego de la misma forma que árboles, maleza, animales y personas. Es por eso que se hace necesario también el analizar cuáles son las consecuencias directas del fuego forestal sobre todo este patrimonio muchas veces sin descubrir o cuidar y al que, por indiferencia, no se le da la importancia merecida.
EFECTOS DEL FUEGO
Mario César Vila, socio con Francisco Toucido en Tempos Arqueólogos, conoce los efectos del fuego sobre el patrimonio histórico: “he sido brigadista contraincendios”. Esta experiencia fue plasmada en un informe en el cual se buscaron tanto elementos causantes de incendios alrededor de elementos patrimoniales como las consecuencias de los mismos. Entre otras conclusiones se señalaban pautas de afectación como son la proliferación de especies pirófitas y el abandono del medio rural, lo que se evidencia en la falta de gestión en el monte y campos.
A partir de ahí, y por observación, se constata que los elementos más perjudicados por el fuego forestal son los petroglifos y otros grabados rupestres realizados directamente sobre la piedra. “Las altas temperaturas hacen que la piedra pueda resquebrajarse” y así perderse un bien histórico, esto sucede sobre todo si un árbol cae ardiendo sobre la figura pues la combustión hará saltar los esquistos que componen la roca.
Los yacimientos que permanecen bajo tierra vegetal tampoco se salvan del fuego. Esto se debe a que la parte de materia orgánica del terreno también es combustible para el fuego. Por otro lado, si al fuego se le añaden plantaciones de eucalipto ese suelo se “areniza” perdiendo estabilidad. Esto se traduce en escorrentías llevadas por la lluvia sobre todo en invierno.
Si esto sucede así es probable que la capa de tierra superior se pierda, con ello los restos arqueológicos como castros o de otro tipo, sobre todo los materiales más livianos, pueden ser arrastrados a un lugar que no es el original. “Se produce una descontextualización de esos restos arrastrados” señala Marío César Vila.
Otros efectos, como se han podido observar en los incendios de Ourense de este verano de 2025, es la pérdida de patrimonio histórico pero también etnográfico y cultural, pues aldeas como San Vicente de Leira han ardido y han quedado arruinadas con la consecuente pérdida de valores que se conservaban en sus viviendas: valores materiales e inmateriales, toda una forma de vida.
EL FUEGO ES EL MENSAJE
El fuego forestal es un mensaje: se está destruyendo todo. El todo implica a la globalidad de elementos que componen el monte, desde el bosque (autóctono o no), fauna, animales domésticos, patrimonio natural, patrimonio cultural, etnográfico e histórico. El fuego nos transmite el mensaje de que algo se está haciendo mal con el monte y esto implica su gestión.
Dicha gestión incluye la plantación o aprovechamiento del monte como productor de madera. Esta actividad no solo incluye la corta y transporte sino que también implica la apertura de pistas forestales y, en muchas ocasiones el derribo de muros de piedra más que centenarios. Y es que la actividad en el monte suele ser muy agresiva con los restos arqueológicos y otros elementos patrimoniales.
“A veces, ante la premura de evitar la extensión de un incendio a veces se realizan cortafuegos de forma inmediata”, esto sin tener en cuenta si existen o no restos de castros, dólmenes o petroglifos. Sin embargo, la creación de cortafuegos, las rozas de montes y otro tipo de trabajos forestales suelen realizarse sin tener en cuenta la presencia de elementos patrimoniales.
Pero el principal enemigo del monte a día de hoy, incluyendo los elementos patrimoniales, es el abandono rural y la acumulación e incremento de la masa forestal. Esta masa que crece sin control es un peligro durante la época de incendios, algo reconocido desde hace años.
¿Se puede hacer algo? Sí, y es que la creación de espacios de protección para el patrimonio a veces trae consigo “la creación de cinturones verdes protectores tanto de las huellas arqueológicas como del propio monte” para que no salte el fuego de un monte a otro. “En algunos lugares hemos plantado frondosas alrededor de los campos con yacimientos y a continuación hierba” lo que supone un cortafuegos en sí mismo. Algo así se hizo con los petroglifos de Rianxo. También es necesaria la retirada de eucaliptos plantados sobre dólmenes y castros haciendo ver que no supone una pérdida económica para el propietario.
¿Se han visto afectados yacimientos el los incendios de Ourense? Sí, y esto se puede ver en la sobreposición de mapas arqueológicos encima de mapas donde se vea reflejada la huella de los fuegos.
Proteger el patrimonio histórico es parte de una necesidad más global dentro del monte. Se trata de otras formas de gestión y no de la simple plantación y abandono del monte hasta que crezcan los árboles. Se trata de darle valor a otro tipo de iniciativas que sí permitan la conservación integral del espacio y de todos los valores que lo conforman.
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