Baile de sillones en las endebles alcaldías gallegas: más de una veintena de cambios a mitad de legislatura
Las mociones de censura de Noia, Touro y Forcarei son las últimas de un listado que evidencia las dificultades para retener el bastón de mando en los concellos gallegos en el ecuador de los presumibles cuatro años de gobierno.
Para el 17 de junio de 2023 la mayoría de municipios gallegos tenían ya un gobierno establecido como resultado de los comicios celebrados en mayo de ese año. Se dan circunstancias extraordinarias, como la de Casto Caldelas, que no tuvo ganador hasta noviembre de 2023 al tener que repetir las elecciones por un puñado de votos que dejaron en el aire la alcaldía, pero en su conjunto, con mayor o menor esfuerzo, las investiduras se celebraron sin sobresaltos. Los sobresaltos comenzaron a llegar a partir del momento en el que se repartieron los bastones de mando y comenzó el "juego de tronos en las sombras", con alianzas rotas, ofertas pasado el plazo o enfados que han provocado que más de una veintena de localidades gallegas hayan cambiado de regidor en los últimos dos años.
TRES MÁS A LA LISTA
Este lunes la agenda informativa arrancó con dos mociones de censura en ciernes. La de Noia promete desbancar al popular Santiago Freire, en minoría después de que uno de sus ediles se saliese del grupo popular y que un acuerdo a cuatro bandas entre el citado no adscrito, Luis Alamancos Pampín, el PSOE, BNG y Marea de Noia, prometa acabar con su mandato, que retiene desde 2016, cuando precisamente una moción de censura lo aupó al cargo.
Más compleja es la de Touro, donde Roberto Castro se ha visto "traicionado" por el que fuera su número dos, Darío Rey, ahora en el bando de los no adscritos y firmante de un pacto con el Partido Popular que devolvería a los conservadores a la alcaldía, que perdieron en 2023 por los votos de una coalición encabezada por Movemento Veciñal, formación de Castro y Rey, y apoyada por Partido Galego y el BNG.
El telón de fondo del acuerdo es el proyecto minero de Touro, clave en el acuerdo para devolver al PP a la alcaldía, aunque no a cualquier precio: el Concello tendrá que personarse en las causas contra la mina y no podrá firmar acuerdos con los promotores del plan minero, que tendrá que pasar en primer lugar por el escritorio de Rey antes de que se tome una decisión sobre cualquier asunto relacionado con su reapertura, tal y como especifica el acuerdo.
La alianza es posible gracias al fallo de Tribunal Constitucional, que se pronunció en junio para eliminar un párrafo de un artículo de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General que permitía impedir una moción de censura si dependía del voto de un concejal tránsfuga. Este hecho permite el pacto en Touro, como también lo hizo en Forcarei, donde se registró a mediados de julio una moción de censura contra Verónica Pichel gracias a los votos del PP y de un exedil del PSOE, Rafael Fiestras. El cambio debería producirse a finales de mes o principios de agosto.
TRES ALCALDES EN MENOS DE DOS AÑOS
Estos son dos ejemplos de la fragilidad de los acuerdos alcanzados hace ya dos años en algunos de los 313 municipios gallegos. Se han dado otras circunstancias en este tiempo que han obligado a un cambio de gobierno que han sufrido más de 200.000 vecinos.
Algunas de ellas tristes, como ocurrió en Lugo, donde si bien Lara Méndez resultó ganadora en los comicios, su salto a la política autonómica fue el motivo para el ascenso de Paula Alvarellos al despacho principal del consistorio lucense. Por desgracia, Alvarellos falleció el pasado 1 de marzo, como consecuencia de un infarto. La muerte de la mandataria, de 61 años, forzó a Miguel Fernández Méndez a dar un paso al frente.
En O Irixio también han visto como cambiaba su gobernante en hasta dos ocasiones. Rosa Dalama es la tercera en gobernar en cuestión de dos años, pues el pasado enero la socialista llegó al poder a golpe de moción de censura, derrocando a la independiente Susana Iglesias que, también por medio de una moción, había arrebatado la alcaldía al popular Manuel Cedeira en agosto de 2024, siendo esta la primera en cristalizar en Galicia tras las elecciones de 2023. Un acuerdo entre PP y PSOE posibilitó que Dalama sea la actual alcaldesa.
En Cambre también los habrá confundidos tras el baile de nombres de los últimos 24 meses, desde que Óscar García Patiño dimitió y María Pan tomó el control del gobierno municipal. Su paso fue breve, pues renunció y Unión por Cambre abandonó el bastón de mando, que cayó en manos de la popular Diana Piñeiro.
También en Outes y Viveiro se tumbó a los gobiernos surgidos de las urnas, siendo el Partido Popular el beneficiado en estos dos municipios, invistiendo a Francisco Calo en Outes con el voto de un tránsfuga socialista expulsado por Ferraz y a Mariña Gueimunde en el municipio lucense gracias a los votos de Por Viveiro, que terminaron con 22 años de gestión socialista. En Muxía, en cambio, el independiente Javier Sar fue el que desbancó a los socialistas del sillón de mando, gracias a la moción de censura que logró poner de acuerdo a PP y BNG, hecho que provocó la apertura de un expediente de los nacionalistas a la edila Mercé Barrientos, que favoreció el cambio de gobierno.
DEL CONCELLO AL PARLAMENTO O SAN CAETANO
No obstante, en su conjunto, los cambios en las alcaldías se dieron o bien porque así figuraba en los pactos o porque corrieron los sillones al despedirse en regidor que salió vencedero el 28M. Un ejemplo lo encontramos en Vilalba, donde Elba Veleiro delegó en Marta Rouco para poder volver a ejercer como médica en la localidad lucense.
Otros cambios se debieron, como ocurrió con Lara Méndez, por las elecciones autonómicas de febrero de 2024. Paradela vio como José Manuel Mato era remplazado por Montserrat Mulet, mientras que en Trabada fue Rubén García el que asumió el cargo de Mayra García, que no llegó a ser parlamentaria, como le ocurrió a Manuel Cuiña, luego de renunciar en Silleda tras diez años de gobierno, cediendo las riendas a Paula Fernández Pena, que en su día había hecho lo propio con Cuiña para irse al Senado a Madrid.
Los vecinos de Guntín vieron como Rueda se llevaba a su regidora, María José Gómez, para concederle la cartera de Medio Rural, dando la alternativa a Ángel Pérez en la alcaldía. Ocurrió lo mismo en A Estrada, con José López saliendo de A Estrada y dejando paso a Gonzalo Louzao para tomar posesión como nuevo conselleiro de Cultura, Lingua e Xuventude.
Mención aparte merece Alfonso Villares. El exconselleiro de Mar, que dimitió luego de conocerse la denuncia por presunta agresión sexual que presentó contra él la presentadora Paloma Lago, había sido cabeza de lista por los populares en Cervo en mayo de 2023, pero no llegó a tomar posesión, pues Alfonso Rueda lo fichó para su equipo de gobierno, donde permaneció hasta junio de este año. Dolores García fue su relevo en el Concello de Cervo; Marta Villaverde en la Consellería do Mar.
O Valadouro, Ribas de Sil, Vilar de Santos, Caldas de Reis, Laxe o Mondariz también sufrieron cambios motivados por jubilaciones, motivos de salud o dimisiones en bloque. Atendiendo al pacto de gobierno, O Bolo, Ramirás, O Carballiño o Vilardevós hay acuerdos para que la alcaldía sea rotatoria.
AMENAZAS EN LAS CIUDADES
A todos estos habría que añadir nombres propios como los de Inés Rey, que se sometió a una moción de confianza que hizo temblar los cimientos del Pazo de María Pita, si bien salió victoriosa de ese ordago para aprobar las cuentas municipales.
También Goretti Sanmartín, alcaldesa de Santiago, podría entrar en este apartado, pues la fragilidad del gobierno compostelano se debe, en gran medida, a la crisis del PSOE santiagués, con dos bandos enfrentados que tensan la cuerda con BNG y Compostela Aberta, que integran una corporación local obligada a pactar con socialistas y "rebotados" del PSdeG. El PP compostelano sigue atento a cómo evoluciona la crisis para plantear, si cabe, una moción de censura contra los nacionalistas.
Otro que tiene en la amenaza de una moción de censura su particular espada de Damocles es Gonzalo Pérez Jácome. El líder de Democracia Ourensana retiene la alcaldía pese a los escándalos, las fracturas en su partido, los desecuentros con el PP y el enfado del resto de la oposición, que sin embargo, y hasta hoy, no ha sido quien de hacer prosperar un acuerdo para sacar a Jácome del poder, al que llegó con la promesa de acabar con el Baltarismo pero gracias a un pacto con el PP que permitió a los populares perpetuar su dominio en la Deputación de Ourense.
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