El reto tras los incendios: la tierra quemada, un veneno para ríos y embalses que Galicia debe gestionar ya

La Xunta de Galicia trabaja en un plan para evitar arrastres de tierra e inundaciones en áreas críticas afectadas por los incendios. La Asociación Ecologista Arco Iris apremia al Gobierno gallego para actuar cuanto antes y evitar un daño ecológico, medioambiental y económico todavía mayor.


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Monte quemado en Ribas de Sil
Monte quemado en Ribas de Sil

 

Por ves primera en tres semanas, Galicia no tiene fuegos activos este 29 de agosto. Es una calma tensa y puede que efímera, pues en cualquier momento los hidroaviones pueden comenzar a sobrevolar nuestras cabezas de nuevo. No obstante, esta pequeña tregua puede ayudar a los equipos que actúan sobre el terreno a arrojar algo de luz en la dimensión de una catástrofe que todavía estamos oteando, pues algunos cálculos provisionales, como los de Copernicus, cifran el daño en torno a las 160.000 hectáreas. Una tierra quemada que ahora supone un auténtico reto para las administraciones públicas, que tendrán que poner en marcha los mecanismos para evitar que la ceniza llegue a los ríos y embalses.

 

 

UN PLAN PARA LA LLUVIA

Aunque Lugo, Pontevedra y A Coruña también se han visto afectadas por los incendios, están muy lejos del daño que ha sufrido Ourense en el peor año en lo que va de siglo. La provincia ourensana ha sido la más damnificada y como ejemplo está el fuego declarado en Larouco, que tardó casi tres semanas en estabilizarse tras devorar más de 30.000 hectáreas, todo un récord negativo para los libros de historia. 

 

Los bomberos forestales acostumbran a decir que "los incendios forestales se apagan en invierno" con las labores de prevención, pero después de los incendios no hay tiempo que perder antes del cambio de estación, pues las lluvias de otoño pueden dar lugar a una catástrofe medioambiental y ecológica todavía mayor. 

 

 

El propio presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, manifestó hace días la urgencia de trabajar de manera conjunta para evitar escorrentías en zonas quemadas. "Creo que todo el mundo entiende que en estos momentos, en estos meses que vienen, tendremos que ser especialmente estrictos, mucho más incluso que hasta ahora, que intentábamos serlo", dedujo el líder del ejecutivo autonómico a principios de semana, con la vista puesta en las previsibles lluvias. 

 

Jardín privado quemado durante el incendio, a 12 de agosto de 2025, en Seixalbo, Ourense, Galicia (España). La Xunta ha decretado el nivel 2 de emergencia a nivel provincial en Ourense por grandes i
Jardín privado quemado durante el incendio, a 12 de agosto de 2025, en Seixalbo, Ourense, Galicia (España)


"Toca trabajar para evitar las escorrentías, que las cenizas comprometan los abastecimientos de agua, que los obstruya y provoquen acumulación y desbordamientos. Todo esto hay que hacerlo colaborando con los ayuntamientos y las diputaciones, pidiendo ayuda a todos, incluyendo el Gobierno central", demanda. En esa línea, desde el Gobierno de Galicia trabajan en un plan específico para evitar arrastres de tierra e inundaciones en áreas críticas, especialmente en la provincia de Ourense.

 

CENIZA EN EMBALSES, RÍOS, MARES...

La Asociación Ecologista Arco Iris está especialmente atenta en este sentido, pues, si bien queda más de un mes para que termine la campaña, advierten que las conclusiones que arrojan los expertos en edafología -ciencia que estudia la composición y naturaleza del suelo en su relación con las plantas y el entorno que le rodea- advierten de que la pérdida media de suelo vegetal por hectárea de superficia quedama puede llegar a alcanzar las 24 toneladas en este primer año, pero que en el segundo puede suponer la pérdida de 5 toneladas más por el arrastre por escorrentía. 

 


"Hay que recordar que la mayor parte de los peores fuegos de agosto tuvieron lugar en parajes con una fuerte pendiente, lo que incrementa los riesgos de erosión", puntualiza el colectivo, que cifra en unos 4.500.000 de toneladas de suelo vegetal que está en juego en estos momentos por los incendios y el arrastre del agua de lluvia.

 

Vista del campo quemado tras el incendio, a 24 de agosto de 2025, en Seadur, Ourense
Vista del campo quemado tras el incendio, a 24 de agosto de 2025, en Seadur, Ourense

 

Ese suelo vegetal "acabaría en el fondo de ríos y embalses, multiplicando los daños directos de los incendios". La consecuencia inmediata es que el agua de esas zonas estaría contaminada y el riesgo es que la ceniza pueda llegar al mar, ya no solo desde Ourense, sino de territorios como Oia o Vilaboa, más próximos a la costa y a bancos marisqueros que pueden verse damnificados por las cenizas, incrementando todavía más el daño en el medio y con consecuencias también en lo económico para muchas familias del mar. 

 

 

"Es fundamental limitar los procesos de colmatación y eutrofización de los cursos de agua para tratar de minimizar los cuantiosos daños ambientales ya producidos", subrayan los ecologistas, que llaman a la Xunta a diseñar cuanto antes el plan para la conservación del suelo forestal, primera paso para unas "políticas eficaces de repoblación y regeneración en las zonas que han sido pasto de las llamas". 

 

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