"Poco o nada se ha hecho": El plan de expertos contra los incendios, ignorado durante años

"Lamentablemente, dos años después, podemos decir que poco o nada de lo consensuado se ha llevado a cabo", sentenció Luis Berbiela, del patronato de la fundación, apuntando a una clara "falta de voluntad política" para abordar lo que considera "un reto de país".

Este verano de 2025 se ha convertido en una de las peores temporadas de incendios del siglo en España, con cerca de 400.000 hectáreas calcinadas hasta la fecha. Galicia ha sido una de las comunidades más castigadas, sufriendo el mayor fuego registrado en su historia, el de Larouco (Ourense), que por sí solo ha devastado más de 30.000 hectáreas. Esta cifra contrasta dramáticamente con la de años anteriores; por ejemplo, en todo 2024, en Galicia ardieron poco más de 2.500 hectáreas. La virulencia de los fuegos de este año ha sido tal que, de los diez incendios más extensos de este siglo en España, ocho han ocurrido en 2025.

Los expertos reunidos han insistido en que la clave no está solo en mejorar la extinción, sino en actuar mucho antes, en la gestión de los propios montes. Marta Corella, vicedecana del Colegio de Ingeniería Forestal, lo resumió con una frase contundente: "Un bosque que no huele a madera olerá a humo". 

La crítica se dirige a la enorme acumulación de biomasa en los ecosistemas forestales por la falta de aprovechamiento, lo que los convierte en un polvorín. Arantza Pérez, del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, afeó que apenas un 0,008% del PIB nacional se destine a la gestión, prevención y extinción, defendiendo que un sector forestal fuerte y atractivo es la base para construir un territorio más seguro y resiliente.

La planificación del territorio, asignatura pendiente

Juan Picos, profesor de Ingeniería Forestal en la Universidad de Vigo, puso el foco en la necesidad de una planificación territorial inteligente. "Es lo único que nos permite elegir el tablero sobre el que jugamos", explicó, subrayando que esta planificación debe ser fruto de la sinergia entre administraciones. Según Picos, ante unos recursos que "son y serán siempre escasos", una correcta ordenación del territorio permitiría "hacer la prevención donde se debe, no donde se puede", asegurando que cada euro invertido tenga el máximo impacto posible para reducir la vulnerabilidad del paisaje.

Otra de las propuestas fundamentales es la revitalización de las comunidades rurales. Los expertos vinculan directamente el despoblamiento y el abandono de usos tradicionales con la mayor propagación de los incendios. Marta Corella denunció la "injusta distribución" de los tributos del Estado, que deja en una situación de "indigencia económica" a territorios con pocos habitantes pero cuyo entorno natural presta un servicio ambiental a toda la sociedad. Fomentar una agricultura y ganadería extensiva diversas y sostenibles, según el documento de propuestas, es crucial para crear paisajes vivos y económicamente viables que actúen como cortafuegos naturales.

En este sentido, los especialistas proponen un cambio de mentalidad radical: ver el fuego no solo como un enemigo a batir, sino también como una herramienta de gestión. Luis Berbiela abogó por recuperar la "cultura del fuego controlado" a través de técnicas como las quemas prescritas, que, realizadas por profesionales, ayudan a reducir el combustible forestal de forma segura. "Es mejor convivir con un fuego controlado y programado que con fuegos que nos desbordan", afirmó. Esta idea implica desarrollar normativas que faciliten su uso planificado y coordinado.

Educación y escenarios de futuro

La formación es otro pilar indispensable. Ferran Dalmau, director de Medi XXI GSA, hizo un llamamiento a la comunidad educativa para fomentar el consenso y la conciencia sobre la realidad del monte. "Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece", lamentó, criticando una sociedad que a menudo carece de "conciencia situacional" sobre los riesgos y las soluciones. El plan propone incorporar la gestión del paisaje y la bioeconomía en los planes educativos desde la primaria para construir comunidades más preparadas.

Para mejorar la capacidad de respuesta durante las emergencias, Juan Caamaño, de la Fundación Pau Costa, propuso la creación de un Centro de Investigación sobre el comportamiento del fuego que permita reducir la incertidumbre a la que se enfrentan los equipos de extinción. Asimismo, se demanda una mayor cooperación y coordinación entre comunidades autónomas, estableciendo un sistema de certificación de competencias a nivel nacional.

Finalmente, los expertos advierten de que hay que prepararse para un futuro donde el cambio climático agravará estas situaciones. Mónica Parrilla, de Greenpeace España, aclaró que "el cambio climático no origina" los incendios, pero sí intensifica las condiciones de peligrosidad, sobre todo cuando se combina con un medio rural abandonado. Joaquín Ramírez concluyó con una seria advertencia sobre las consecuencias post-incendio, como la erosión y la colmatación de embalses. "Lo que viene va a ser mucho peor de lo que tenemos si no lo abordamos como sociedad", sentenció, llamando a aceptar que algunos incendios no podrán extinguirse y que la prioridad debe ser adaptar tanto los ecosistemas como a la población para coexistir con el fuego. Por el momento, no ha habido una reacción oficial por parte de las administraciones aludidas a estas propuestas.

Las propuestas de los expertos e pueden consultar en este PDF: