Tensión entre turistas y vecinos O Hío: el turismo masivo reaviva el malestar en Galicia
Vecinos se dedican a cruzar constantemente un paso de cebra para protestar contra la avalancha de coches en verano destino a las playas de la Ría de Aldán, en Cangas. Algo que no sienta nada bien a algunos conductores.
Un verano más, la crisis del turismo masivo regresa a Galicia, evidenciando la creciente incomodidad de algunos vecinos con la presión sobre las zonas costeras. En O Hío, parroquia del municipio de Cangas, la situación alcanzó recientemente un punto álgido cuando varios residentes protagonizaron una protesta en el paso de peatones del conocido Supermercado Mario.
Durante aproximadamente 25 minutos, cruzaron reiteradamente la estrecha vía, bloqueando el acceso a las concurridas playas y generando un importante atasco. El objetivo era claro: llamar la atención sobre el caos de tráfico y el comportamiento incívico de algunos visitantes, una problemática que no deja de agravar la convivencia durante el verano.
O Hío es puerta de entrada a las playas de una de las riberas de la Ría de Aldán. La carretera comarcal es estrecha, sin aceras en muchos tramos.
Cada fin de semana, miles de coches desembarcan desde la Vía Rápida de O Morrazo. Muchos proceden de Portugal, donde una playa, Castiñeiras, se ha puesto muy de moda tras salir en una popular serie de la televisión lusa. Es tal el volumen de ciudadanos portugueses en Aldán, que a la Guardia Civil patrulla junto a un agente del GNR.
La presencia incesante de turistas ha desbordado la capacidad de las infraestructuras locales. Por ejemplo, acudir al centro de Cangas o de Aldán a hacer las gestiones habituales durante agosto puede convertirse en una ratonera.
La turismofobia se ha convertido otra vez más en un término polémica este verano en Galicia. Aunque muchos de los participantes insisten en que su protesta no se dirige contra los visitantes, sino contra la falta de planificación y el desorden generado, no todos los turistas lo percibieron así.
Durante la manifestación, algunos visitantes extranjeros, entre ellos un ciudadano italiano y otro portugués, mostraron su indignación de manera acalorada, llegando incluso a increpar a los manifestantes. Uno de ellos alegaba que llegaba tarde a dar de comer a su hijo. Sin embargo, otros turistas optaron por la paciencia y la comprensión, lo que refleja la variedad de actitudes entre quienes disfrutan de las playas gallegas.
El caos veraniego se repite: antecedentes y nuevas realidades
El malestar de la población local con el turismo de masas no es exclusivo de O Hío ni de 2025. Episodios similares han salpicado distintos puntos de Galicia en los últimos veranos. En el mismo municipio de Cangas, la pasada temporada ya se produjeron movilizaciones semejantes, con vecinos cruzando a paso lento los pasos de cebra para protestar por la falta de regulaciones eficaces en materia de tráfico. El resultado fue el mismo: largas colas, enfrentamientos verbales y una sensación de hartazgo que crece año tras año.
Desde varios sectores sociales y medios de comunicación, la crítica se dirige tanto al incivismo de algunos turistas —que aparcan en lugares indebidos o bloquean accesos— como a la ausencia de una respuesta contundente desde las administraciones para abordar el problema.
Por otro lado, colectivos como Ecoloxistas en Acción insisten en la necesidad de limitar la ocupación turística de las zonas más sensibles, apelando a la defensa del territorio y de la calidad de vida de sus habitantes, y rechazando cualquier enfrentamiento directo entre residentes y visitantes. Este grupo ecologista apunta a una industria turística expansiva y, a menudo, poco respetuosa con los entornos naturales y sociales como causa de los brotes de turismofobia.
El incremento de la llegada de visitantes, impulsado por campañas de promoción y nuevas infraestructuras como el AVE, ha convertido a Galicia en el séptimo destino turístico más popular para los viajeros nacionales en la primera mitad de 2025. Sin embargo, este éxito tiene su contrapunto en la vida cotidiana de quienes residen en las zonas más visitadas, que se enfrentan no solo a aglomeraciones, sino también al encarecimiento de la vivienda y a la transformación de la vida local.
La división de opiniones es palpable en la sociedad gallega. Frente a los protestas, los empresarios del sector turístico y la Xunta destacan la importancia del turismo como motor económico clave, subrayando la creación de miles de empleos y la necesidad de evitar alarmismo social. Defienden que la situación en Galicia no alcanza aún el nivel de saturación de otras regiones, y recuerdan que existen planes estratégicos para un desarrollo equilibrado y sostenible.
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