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Científicos demuestran que la "covid persistente" está relacionada con la depresión y problema de aprendizaje y memoria

La condición postcovid provoca un impacto generalizado en las habilidades de atención, las funciones ejecutivas, el aprendizaje y la memoria a largo plazo.


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Una investigación reciente liderada por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), publicada en abierto en Journal of Neurology , ha aportado nuevos datos sobre los síntomas de la condición postcovid, conocida como covid persistente. Varios estudios indican que el covid persistente incluye fatiga, dificultad para respirar o disfunción cognitiva, según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para que sea considerada como tal, estos síntomas deben estar presentes al menos durante dos meses y durante los tres meses posteriores al inicio de la enfermedad.

 

La UOC ha participado recientemente en un estudio publicado en Brain and Behavior. Éste demuestra que la condición postcovid provoca un impacto generalizado en las habilidades de atención, las funciones ejecutivas, el aprendizaje y la memoria a largo plazo. Y, por otra parte, la literatura científica estima que entre el 9% y el 49% de los pacientes presentan fatiga cuatro semanas después del inicio de los síntomas, e incluso algunos estudios muestran que puede persistir durante un año en al menos uno tercio de los pacientes.

 

 

Sin embargo,  el hecho de si existía una conexión entre la fatiga y la ansiedad o la depresión en los pacientes con covid persistente todavía no se había llevado a los laboratorios. Ahora, un trabajo liderado por este centro revela que la fatiga en los pacientes con covid persistente está relacionada con sufrir ansiedad, depresión y apatía.

 

"La fatiga persistente es algo muy invalidante y limita mucho la calidad de vida de las personas. Si una persona sufre fatiga por covid, es importante ir más allá y ver qué otros síntomas o trastornos están asociados con esta condición", afirma Marco Calabria, investigador principal del artículo, miembro del grupo Cognitive NeuroLab  de la UOC y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud. El autor explica también que un aspecto que no ha dilucidado esta búsqueda es la dirección del efecto: "no está claro si la fatiga es la que genera depresión o al revés", explica. Sin embargo, ahora que se conoce el nexo entre la fatiga y la depresión, "los clínicos tendrán que explorar estos aspectos para orientar las pautas terapéuticas".

 

Los científicos estudiaron el caso de 136 pacientes con COVID-19 que sufrían déficits cognitivos después de ocho meses de contraer el virus. "Encontramos que la fatiga está asociada con la atención sostenida, que utilizamos para desempeñar una tarea durante un tiempo largo y nos mantiene concentrados, así como con las funciones ejecutivas, que nos permiten mantener la información temporalmente almacenada para poder realizar tareas como calcular o reelaborar una frase que hemos oído", explica Calabria.

 

LA FATIGA Y LA IMPORTANCIA DE UN ENFOQUE HOLÍSTICO

 

Tal y como indica la UOC, la fatiga se caracteriza por un cansancio excesivo y debilidad física o cognitiva y muscular. Se ha asociado a condiciones médicas como infecciones postvirales o enfermedades neurológicas. Aunque se podría dibujar así de una manera amplia, no existe ninguna definición universalmente aceptada de esta condición clínica, y el conocimiento que se tiene sobre su mecanismo patogénico subyacente es limitado, por lo que representa un reto clínico para los expertos.

 

Otro reto para el equipo de científicos fue separar la fatiga postcovid de las consecuencias de la situación especial vivida durante la pandemia. "La fatiga es un síntoma relacionado con infecciones virales y eso nos indicaba que sería uno de los posibles síntomas de la infección por SARS-CoV-2", explica Calabria, para quien es posible que, en las primeras oleadas, el aislamiento contribuyera aumentar algunos síntomas. "Pero hay algunas observaciones que nos indican que éste no siempre es el caso: a muchos la fatiga les impide volver a la vida que tenían antes; otros siguen sufriendo fatiga a pesar de haber podido volver a las condiciones prepandemia y, en el caso de la apatía asociada con la COVID-19, pudimos comprobar que su prevalencia pasaba del 17% antes de la infección al 62% después de la infección."

 

Los resultados del estudio, según sus autores, enfatizan la importancia de un enfoque holístico para evaluar y considerar el potencial tratamiento para pacientes con COVID-19 que experimentan fatiga. Pero quedan todavía muchas preguntas por contestar , por ejemplo el saber cómo se reflejan estos cambios en el cerebro, cuánto duran, o quién es más susceptible de sufrir estos síntomas. "Todas estas preguntas las responderemos a medida que pase el tiempo, porque se trata de algo nuevo y desconocido", concluye el investigador.

Un niño francés con un carte con sus síntomas de covid persistente en una imagen del Twitter de Long Covid Kids
Un niño francés con un carte con sus síntomas de covid persistente en una imagen del Twitter de Long Covid Kids

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