#Claves de la semana

El juicio del Alvia se retoma esta martes con el interventor que llamó al maquinista y el jefe que avisó sobre la curva

Las comparecencias arrancan con una decena de policías y están previstas, entre otras, las de los dos vecinos que auxiliaron a Garzón


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Vista general del juicio por el accidente del Alvia visto desde la pantalla por la que los medios de comunicación lo observan, en la Cidade de la Cultura de Santiago de Compostela, a 6 de octubre de
Vista general del juicio por el accidente del Alvia visto desde la pantalla por la que los medios de comunicación lo observan, en la Cidade de la Cultura de Santiago de Compostela, a 6 de octubre de 

El juicio por el accidente del tren Alvia en la curva de A Grandeira, en Angrois, se retomará esta semana con la declaración de una decena de policías nacionales.

 

Para este martes, 25 de octubre, están citados el instructor y el secretario del atestado, además del jefe de brigada de la Policía Nacional, un oficial y otros seis agentes.

 

El miércoles sería el turno de la intervención del interventor del tren, con el que el maquista estuvo al teléfono corporativo durante 100 segundos para intercambiar información sobre la entrada del ferrocarril en Pontedeume, parada en la que se bajaba una familia. Esta conversación no había sido comunicada en un primer momento ni al juez ni a la policía.

 

Junto al interventor viajaba un empleado de Prosegur como personal de seguridad que también está citado para el miércoles 26, al igual que otro empleado de Renfe y el maquista que llevó el tren desde Medina del Campo hasta Ourense.

 

Mientra tanto, el jueves comparecerán ante la jueza dos vecinos que fueron los que auxiliaron en un primer momento al maquinista, Francisco Garzón. Este se sienta actualmente en el banquillo de los acusados junto al ex director de seguridad en la circulación de Adif, Andrés Cortabitarte.

 

Es previsible que ninguno de los dos acusados esté en la sala esta semana ni en las que siguentes, pues así lo autorizó la titular del juzgado de lo penal número 2 de Santiago, una vez terminadas sus declaraciones. Garzón, además, tampoco estuvo presente durante la comparecencia de Cortabitarte.

 

Según el calendario fijado por la jueza Fernández Currás, la jornada del jueves se completará con la declaración del jefe de circulación de la estación de tren de Santiago y con las de José Ramón Iglesias Mazaira, el jefe de maquinistas de la gerencia de Galicia de Renfe Operadora, que trasladó un aviso a sus superiores sobre la peligrosidad de la curva de A Grandeira, en la que se accidentó el convoy.

 

El jefe de maquinistas declarón en 2014 ante el juez instructor de la causa, que también lo hizo en la comisión de investigación sobre el siniestro en el Congreso de los Diputados en 2018. Allí aseguró que tramitó "de forma impecable" el informe que redactó un año y medio antes de que ocurriese el accidente, en el que hablaba de una serie de anomalías en la vía.

 

La tragedia tuvo lugar hace ya más de nueve años, el 24 de julio de 2013, y el proceso judicial trata de determinar ahora si el maquinista y el exdirectivo de Adif son responsables de 80 delitos de homicidio y 145 de lesiones, así como de uno de daños, por imprudencia profesional grave.
 

DENUNCIABA EL "RIESGO" Y PEDÍA SEÑALES 

Según el escrito presentado por su abogado en 2014, Iglesias Mazaira envió en 2011 —dos años antes del accidente— a su superior un informe de "anomalías" en la nueva línea de alta velocidad que conectaba Ourense con Santiago.

 

Advertía, entre ellas, del "brusco" descenso de la velocidad, "sin aviso previo", en la curva de Angrois. Por ello, el jefe de maquinistas pedía medidas de seguridad en este tramo, como limitaciones permanentes de velocidad a 80 kilómetros por hora.

"Parece importante respecto al punto anterior estudiar la posibilidad de solicitar la implantación en vía de señales de limitación permanente a 80 kilómetros por hora, que podrían facilitar el cumplimiento de las velocidades máximas", apuntaba Iglesias Mazaira.

 

Previamente, relataba cómo la línea Ourense-Santiago conforma "una transición descendente por infraestructura de la velocidad máxima, que pasa de 300 kilómetros por hora a 80 kilómetros por hora de una forma bruca, sin un aviso previo por señalización de la vía y sin el amparo del ERTMS".

 

Esta transición de la velocidad, subraya, ocurre "en una zona de máxima atención y de riesgo por la citada transición de sistemas y por la señalización lateral que hay que respetar". "Únicamente existe una señal de velocidad descendente (PTO) a la altura del punto kilométrico 84.230, pero de poco vale puesto que de no haber reducido previamente la velocidad, nada se podrá hacer ya", advertía.
 

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