La bala malgastada de Arce en O Son de O Camiño

Era un día importante para la carrera de Arce y en cierta modo para el hip hop gallego. Un rapero del país se colaba por vez primera en un gran festival, regado en abundancia con dinero de la Xunta y de grandes marcas. El resultado, extraño.

La mayoría del público de O Son de Camiño y macrofestivales así son  hippters, puretas o esas modernas a las que les canta Novedades Carminha, precarios en su mayoría pero que se pueden pagar una entrada que está a años luz del presupuesto de un adolescente de barrio. 

Así que Arce jugaba en casa y al mismo tiempo en Marte. Así que unos cuantos en las primeras filas se sabían todas las rimas pero poco más atrás muchos intentaba disimular su rubor ante la aparente avalancha de misoginia y apología de las drogas. Dificultad que al de Santiago -feliz en su papel- le trajo al pairo desde el primer verso de Shaula y, aunque la cosa empezó de sobrada y muy fría, en el tramo final se fue calentando -con la millonaria Luzbell- y justo cuando estaba a punto de hervir, se acabó. El que quiera escuchar un buen concierto, que no vaya a un macrofestival, y menos al escenario secundario.

Arce sobre las tablas repite que es el mejor rapero de España. Tal afirmación suscita rubor viendo su flow, su voz y su presencia escénica. Por no irse más lejos, sólo a 75 kilómetros Hard GZ lo supera en esos tres aspectos. 

Otra cosa son las letras. Ahí Arce juega con un don especial. Capaz de lo peor -de convertirse en merecedor objetivo de la impagable parodia de Soy de Compistolas de Erin, otro rapero vecino que lo supera - pero también de indagar en lugares oscuros de un modo único, propio de quien se cree ese personaje del que finge ser víctima y tantos réditos le da. Sobre el escenario del Monte do Gozo, Arce mostró que esta dicotomía seguirá dando argumentos a fans y detractores en su próximo disco en invierno, sirva Paris Hilton  como ejemplo del atrezzo y Cholo como reflejo de algunos abismos de antaño.

BUENA NOTA PARA LA PRIMERA EDICIÓN DE O SON DE O CAMIÑO

En definitiva, sabor agridulce al final de la oportunidad que le brindó O Son de O Camiño. Festival que se merece una buena nota en esta primera edición y no solo por darle la oportunidad a artistas gallegos de tener lugar destacado al lado de grandes nombres del circuito internacional. 

Con los inconvenientes inevitables en tales aglomeraciones la organización funcionó por lo demás razonablemente bien, sabiendo corregir los problemas que, por ejemplo, hubo el primer día con el acceso a los autobuses. Lo más importante son las 30.000 personas en los tres días de festival, una cifra que constituye un indudable éxito de público que debiera servir para callar algunas de las voces que en su día arremetieron contra este proyecto.