La izquierda híbrida

Manoel Barbeitos
Economista

Como se pudo comprobar en las últimas elecciones generales, GALICIA EN COMÚN no es quien de recoger todo el apoyo electoral que en su día recibió EN MAREA. Un retroceso que el 5A, por tratarse de unas elecciones autonómicas, aun puede ser mayor lo que, de confirmarse, la situaría en el escenario político gallego en una posición claramente menor.


Por distintas razones GALICIA EN COMÚN no va a tener fácil su ubicación en el espacio electoral de las izquierdas gallegas. En primer lugar porque se va a encontrar encajonadas entre dos partidos (PSdeG-PSOE y BNG) que están el alza y seguramente superarán con claridad los resultados de las autonómicas anteriores (2016). Ubicación difícil también porque parece evidente que para el galleguismo de izquierdas no son, de ninguna manera, un referente, a pesar de la incorporación a última hora de ANOVA. No menor dificultad de encaje supone la falta de un programa propio que, por caso, sí encaja con las propuestas del gobierno español pero de manera autónoma: “una agenda gallega”.


Una carencia que les lleva a priorizar como eje programático su papel en la cara social del nuevo gobierno español. Una agenda que tiene un muy corto recorrido a causa de que el real peso político de  UP en este, como se verá con claridad en los Presupuestos para el 2021, es mucho más reducido del que intentan vender. Por estas evidencias los réditos electorales de estar en el gobierno serán claramente menores de los que parecen esperar los dirigentes de GALICIA EN COMÚN.


Tampoco cabe esperar grandes réditos electorales de las autodenominadas mareas  municipalistas. En primer lugar porque son muchas menos de las que se quiere hacer ver, pues  se circunscriben a Ferrol en Común, Marea Atlántica y Compostela Aberta. En segundo lugar porque, como quedó claramente de manifiesto en las últimas elecciones locales, la pérdida de apoyo social fue muy grande y significativa.


No menos importancia, en este repaso por las debilidades de GALICIA EN COMÚN, tiene su carencia de referentes políticos nacionales como,  por caso, sucede con el Partido Popular (Alberto  N. Feijóo) e incluso con el Bloque Nacionalista Galego (Ana Pontón) y el PSdeG-PSOE (Gonzalo Caballero). Sin referentes contrastados y suficientemente conocidos en toda Galicia y sin un programa propio esta organización política afronta las elecciones autonómicas en una clara posición de desventaja con relación a sus rivales en las izquierdas: PSdeG-PSOE y BNG.


A pesar de eso, en el otro brazo de la balanza, GALICIA EN COMÚN puede presentar algunos  activos políticos a tener en cuenta. En primer lugar la marca PODEMOS que, estando muy lejos del 15M, aun mantiene un importante tirón electoral, especialmente entre la juventud gallega con titulación superior pero desencantada tanto del PSdeG-PSOE como del BNG. En segundo lugar porque un sector relevante de los trabajadores gallegos, muy especialmente de los ligados a una rama del movimiento sindical (CCOO), mantiene como referente político a Izquierda Unida y, por tanto, a GALICIA EN COMÚN. Lo mismo sucede con los restos de la vieja familia comunista: ¡paradojas de la historia, podemitas y comunistas juntos! El  vértigo de la marginalidad hace extraños compañeros de viaje. Queda por ver la aportación electoral de  ANOVA la esta coalición que puede ser notable y nivel de algunas localidades pero muy menor a nivel gallego. Claro que cuando la cosecha es pequeña cualquier grano suma.


Estos argumentos me llevan a apostar porque, como subrayan la mayoría de las encuestas electorales, GALICIA EN COMÚN tendrá su presencia en el Parlamento gallego. Otra cosa distinta es lo que pudo ser y no será, pero esto entra dentro del campo de las especulaciones, aunque no dejará de tener su importancia luego de las elecciones autonómicas tanto en la ocupación final de los espacios en el nuevo escenario político como, de producirse la victoria de las izquierdas, en el reparto de responsabilidades de gobierno.


Puede que entonces muchos les pregunten para qué sirvió la ruptura de En Marea: 271.500 votos y primera fuerza de las izquierdas gallegas en el 2016.

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