La esperanza es aquello que nos mantiene conectados a la vida

En estos tiempos de pandemia la televisión, sobre todo ella, nos vende cada día cientos de consejos de virólogos de todo tipo y condición científica, que a mí, pobre mortal, me acongojan y me sobrepasan por su contundencia y falta de sensibilidad social. En unos tiempos en los que es necesario vender a la gente optimismo y sobre todo, esperanza, muchos de ellos se dedican a amargarles los días más difíciles. Cuando no había vacunas porque nos la había, y ahora que si parece haberlas, sembrando la duda con grandes frases, de si éstas van a ser o no efectivas y, lo que es peor, si va a haber suficientes para todas y para todos.

Por eso la frase que encabeza esta pequeña reflexión, como tantas otras que Vds. encontrarán, si las buscan en la red viene a cuento para bendecir a todos aquellos que son capaces de sustraerse de su ego y son capaces de animar a su prójimo vendiendo optimismo donde solo hay mala leche o ganas de llevarse un Nobel a su casa.

Se nota mucho, especialmente en este país de agoreros, que hay mucho cretino con demasiada suficiencia, a los que nuestros abuelos llamaban castizamente sabiondos, quienes lejos de andar por la vida dando ánimos a los más débiles se dedican desde un sillón generalmente confortable a soltarles monsergas que para nada sirven y desmoralizan a cualquiera. Tampoco el portavoz que se ha buscado el gobierno para la pandemia, el doctor Simón, no es que sea la alegría de la huerta, que no lo es, pero es que al lado de los tan abundante virólogos que vemos y desgraciadamente escuchamos en cada canal público y privado es el Pavaroti de la ciencia, mal que le pese a la oposición popular.

Como he podido comprobar que en los dos últimos meses al líder socialista le gusta utilizar frases de Don Groucho Marx, cierro este pequeño apunte periodístico con otra de este estrafalario personaje que a ni ne gusta especialmente y que nos viene al pelo para rebatir a tanto lenguaraz sabelotodo. Dice así: Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente.

Pues nada a señores de la tele, a aplicarlo con todo el entusiasmo que les sea posible. No tengan ninguna duda: En tiempos de pandemia, vendan esperanza a su audiencia, es el mejor remedio contra el coronavirus.