La pandemia de la Covid-19 y las vergüenzas de las políticas neoliberales

Manoel Barbeitos
Economista

Una de las enseñanzas más relevantes que se pueden sacar del impacto provocado por la  COVID-19 es la de los enormes costes económicos y sociales que ocasionan el abandono de lo público y el consiguiente deterioro del estado de bienestar. Creo no equivocarme afirmando que, hoy en día, son muchos más que antes de la pandemia los/las ciudadanos gallegos/as que tienen muy claro que en el gran impacto que esta está teniendo en la salud y en la vida de las personas (70.000 afectados, 1.500 muertos) tiene mucho que ver el enorme deterioro que en un ya deficitario estado de bienestar provocan las políticas públicas de esta Xunta de Galicia (PP) centradas en los recortes del gasto y en la privatización de servicios y funciones. Un gran impacto que no está siendo igual para todos, pues no es por casualidad que las personas más afectadas por la pandemia estén siendo las que pertenecen las clases populares que son también quienes más precisan del público.


Otra de las más relevantes enseñanzas es la de que introducir los criterios empresariales privados en los servicios públicos básicos es poner el objetivo de la máxima y rápida ganancia por delante del bienestar social. Una opción que conduce a un enorme deterioro de los servicios y las atenciones entre otras razones por que esa estrategia se apoya en una reducción del gasto en personal y en materiales básicos e imprescindibles para una idónea atención. Unos recortes en el personal sanitario que están provocando un desbordamiento absoluto de los centros sanitarios y que obliga a ese personal a un enorme esfuerzo sin poder evitar, como por caso ahora, que se estén produciendo retrasos en las vacunaciones por la escasez de personal de enfermería. Una reducción en el gasto en materiales básicos, que podemos ver reflejado en prácticamente todos los estados de la Unión Europea, y que se manifiesta en la carencia de, por caso, los EPI (mascarillas, respiradores...), con que estos países afrontan el impacto de la pandemia. Una carencia que obligó a acudir a las compras externas (con China liderando la oferta) y que, lógicamente, provocó un retraso en la atención que derivó en un incremento no solo en el número de afectados sino también en el de muertos. Lo mismo se puede decir del retraso en la puesta en marcha de una serie de medidas reclamadas por los expertos (rastreos, seguimientos...) que exigían de unas actuaciones públicas que muchos gobiernos occidentales no están en condiciones de prestar por mor de los ya citados déficits sanitarios. También se puede observar este deterioro en muchas de las residencias de mayores donde se está poniendo en evidencia lo mal que funcionan los criterios empresariales privados y los mercados no regulados en los servicios básicos y que se refleja de forma dramática en un fuerte incremento de la mortalidad: en Galicia prácticamente el 50% de los muertos por la pandemia fueron en estas residencias.


El predominio de los criterios neoliberales en lo público conduce también a anteponer los intereses económicos a las necesidades sociales, incluso en situaciones como esta de la pandemia de la  COVID-19. Unos criterios que suponen asumir el gran error de pensar que la economía se puede recuperar antes de que se supere la pandemia. Como podemos comprobar ahora con motivo de la tercera ola la economía no se recuperará si antes no se contiene la pandemia. Y la pandemia no se superará definitivamente si se continúa con las políticas neoliberales.


Para finalizar incidir en cómo esta pandemia puso a cielo abierto la enorme vulnerabilidad tanto de la sociedad gallega, como de la española y muchas de las europeas, que en no están preparadas para hacer frente a pandemias como la COVID-19 y las que, con toda probabilidad, vendrán detrás. Unas sociedades avanzadas no deberían estar pendientes de que se fabriquen las vacunas correspondientes. Mucho más si atendemos al control que sobre su producción y venta tienen un pequeño grupo de industrias farmacéuticas cuyo objetivo, como el de cualquier empresa, es la búsqueda de la máxima ganancia y no la salud y vida de las personas. He ahí que siempre actúen a posteriori y solo con las vacunas y los fármacos que les sean muy rentables. Una industria con un enorme poder de influencia en las políticas públicas de la mayoría de los gobiernos occidentales. Algo que se pudo comprobar de nuevo cuando se sabe que esta pandemia estalló después de varios años en que la comunidad científica venía advirtiendo de lo que iba a pasar. ¿Por qué no se actuó en su momento? ¿Por qué no se adoptaron las medidas preventivas recomendadas por la comunidad científica?

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