La notificación de toxoinfecciones alimentarias bajó a la mitad en 2020, "ayudada" por las medidas antiCovid
Más de la mitad de los casos registrados fueron intoxicaciones por histamina o infecciones por moluscos mal cocinados
La notificación de toxoinfecciones alimentarias en Galicia se redujo a la mitad en el año 2020, en el que se registraron 14 brotes, una caída condicionada por el confinamiento, la atención sanitaria no presencial, la menor realización de pruebas diagnósticas, y "otros factores que habrá que estudiar".
Así, la doctora Ánxela Pousa, del servicio de Epidemiología de la Dirección Xeral de Saúde Pública, ha explicado, en una entrevista a Europa Press, que la reducción en la notificación de brotes "puede ser resultado de varios factores" y no solo de la situación de pandemia, y ha apuntado que, ya en los últimos años, esos brotes de toxoinfecciones alimentarias han venido disminuyendo en número.
"El descenso en 2020 se observa, pero veníamos de una reducción importante ya antes de la pandemia", ha explicado, y ha apuntado que, solo entre 2000 y 2004 fueron notificados más de 200 brotes. Las cifras se han ido reduciendo paulatinamente en los años siguientes, condicionadas por varios factores, como la drástica reducción de las salmonelosis (la infección producida por la 'salmonella enteritidis').
La medidas y hábitos asociados a la pandemia de Covid, como el confinamiento, el cierre de locales de hostelería y luego su apertura con condiciones de distancia y aireación, el uso de mascarilla o el aumento de la higiene de manos "ayudaron" a bajar esas cifras de toxoifecciones pero, ha advertido Ánxela Pousa, "influyen otros factores".
En ese sentido, ha señalado que la mayor parte de las toxoinfecciones se traducen en gastroenteritis con vómitos y/o diarreas, que son episodios cortos y que "la mayoría de personas no consultan", salvo que sean casos de menores o personas vulnerables, que puede deshidratarse con facilidad.
Por otra parte, aún en el caso de que la persona afectada consulte con su médico y sea atendida presencialmente, para que se confirme el problema es necesario que se indique un coprocultivo (análisis de heces), que se diagnostique la enfermadad y que se relacione con otros casos.
TOSOXINFECCIONES ALIMENTARIAS MÁS FRECUENTES
Ánxela Pousa ha explicado que las enfermedades de origen alimentario pueden producirse por infecciones (provocadas por microorganismos como la 'salmonella', 'norovirus', el 'campylobater', un estafilococo o un parásito) o bien por la presencia de toxinas en un alimento (como la histamina que pude haber en especies como el atún, la caballa o el bonito), que provocan las conocidas como intoxicaciones alimentarias.
En el caso de las enfermedades provocadas por microorganismos como estafilococos, el uso de mascarillas y el lavado de manos ha podido "influir" en su reducción ya que, por ejemplo, impide que este tipo de bacterias, que viven en la nariz o en pequeñas heridas que podemos tener en las manos, lleguen a los alimentos. Asimismo, las mascarillas o la ventilación pueden reducir la transmisión 'persona a persona' de virus que provocan gastroenteritis (que suelen ser más frecuentes en invierno).
En todo caso, según los datos disponibles por Saúde Pública, más de la mitad de los brotes notificados en 2020 fueron por infecciones provocadas por norovirus o por la histamina, una toxina presente de manera natural en ciertos alimentos y en cuyo crecimiento no influyen las medidas de higiene antiCovid, sino más bien la forma en que se conservan esos alimentos.
Un buen ejemplo son los pescados, que tienen un proceso de descomposición más rápido que la carne y que requieren de unas condiciones muy concretas de conservación (sin romper la cadena de frío) para evitar que la histamina se desarrolle hasta niveles que provocan intoxicación.
Algo parecido ocurre con los moluscos que, si bien son tratados en depuradoras, pueden contener norovirus que solo desaparecen con una cocción adecuada. "Uno de los hábitos de consumo más extendido y que comporta más riesgo lo vemos, por ejemplo, en la cocción de berberechos, que solemos retirar del fuego en cuanto se abre la concha, sin darle más tiempo de calor; o las navajas, que se cocinan muy poco tiempo para evitar que se pongan duras", ha explicado Ánxela Pousa.
SALMONELOSIS: DEL 50 AL 13 % DE LAS INFECCIONES EN UNOS AÑOS
Con frecuencia, las intoxicaciones alimentarias se asocian al nombre de una bacteria concreta: la 'salmonella', pero hay que tener en cuenta que, ya antes de la pandemia, se ha venido observado una importante reducción de casos de salmonelosis en Galicia y en el resto de Europa. Así, hace algo más de 20 años, las 'salmonellas' "eran el principal agente de toxoinfecciones", con un 50 % de los casos; sin embargo, en el período 2010-2014 ese porcentaje se redujo al 13 %.
Esto tiene una explicación y es que, en el año 2005, se puso un marcha un programa a nivel europeo para eliminar la 'salmonella' en aves como pollos, gallinas ponedoras, pavos, patos, etc. De este modo, las infecciones por este microorganismo han ido cayendo, o se han "desplazado" hacia enfermedades provocadas por otros parientes, como la 'salmonella typhimurium', más presente en la carne (especialmente de cerdo).
NOTIFICAR Y RASTREAR
La normativa sanitaria obliga a notificar de forma obligatoria los brotes por ciertas infecciones e intoxicaciones, según ha explicado Ánxela Pousa. Así, son de obligado registro los brotes (dos o más personas enfermas que han comido en el mismo sitio) provocados por 'salmonella', 'campylobacter', 'listeria' (que produce listeriosis, como la que afectó a consumidores de cierta marca de carne mechada), E.Coli verotoxigénicas, o por parásitos como 'cryptosporidium' o 'gyardia'.
También deben notificarse los brotes de intoxicaciones por botulismo y por toxina paralizante presente en moluscos (en Galicia hace años que no se dan casos); del mismo modo, es obligatorio registrar cualquier intoxicación (en este caso sin necesidad de que haya más de un afectado) por consumo de setas y por histamina.
En el momento en que Saúde Pública tiene constancia de estos casos, se inicia un proceso de "rastreo" para determinar varias cuestiones: el origen de la toxina o del microorganismo causante de la enfermedad, qué circunstancias favorecieron que apareciese o creciese en un alimento (condiciones de manipulación, de conservación, de cocinado, etc.), o si no se adoptaron las medidas necesarias para "inactivarlo".
Toda esta información sirve a las autoridades para tomar decisiones, como la posible retirada de un producto del mercado, la realización de inspecciones en restaurantes u otros lugares con 'cocina para consumo colectivo' o la mayor incidencia en campañas de información dirigidas a consumidores.
"Hasta ahora, la gran mayoría de los problemas vienen derivados del hecho de no inactivar bien los microorganismos que pueda haber en los alimentos, no mantener adecuadamente la cadena de frío o no cocinarlos bien", ha señalado la doctora Pousa que, no obstante, ha matizado que también puede haber actuaciones inadecuadas en otros procesos como la manipulación previa al cocinado o incluso en la industria productora y de primer procesamiento.
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