En Galicia no cabe esperar grandes cambios

"El PP cumplió con los gallegos y con las gallegas" 

Paula Prado, Secretaria general del Partido Popular  de Galicia

Las señales que recibimos en estas primeras semanas del nuevo año 2023, y sin que entre en contradicción con las incertidumbres apuntadas en el anterior artículo, apuntan a que en Galicia, a corto y medio plazo, no se van a producir grandes cambios políticos, por lo que tampoco cabe esperar grandes sorpresas.

Desde un punto de vista puramente partidista resulta comprensible que el PPdeG, dada la cómoda mayoría parlamentaria de la que viene disfrutando -avalada por un apoyo siempre superior a los 650.000 votos-, no quiera cambiar el rumbo. No habrá, por tanto, cambios en una senda marcada por una continuada pérdida de población, un empleo escaso y precario, unos servicios públicos muy deficitarios, un creciente deterioro del medioambiente, una turistización de la actividad económica en perjuicio de la productiva y una pérdida de población gallego hablante.

En este marco tan negativo -ahí están las estadísticas y las evidencias empíricas para confirmarlo-, provocado por las políticas públicas del Gobierno gallego de turno (PP), ¿cómo explicar ese apoyo popular tan elevado y constante? Un continuado apoyo popular que solo declinó en el año 2005 cuando, después de 16 años de gobiernos presididos por el señor Fraga, el Partido Popular de Galicia perdía la mayoría absoluta. Una pérdida a la que contribuyeron decisivamente tanto la imagen de deterioro físico que presentaba el líder de ese partido como muy especialmente la gran movilización social ("Nunca Máis") que, con motivo del desastre del Prestige, quiso mostrar su rechazo tanto a la incompetencia de los gobiernos español y gallego -ambos en manos del Partido Popular- a la hora de gestionar la crisis y evitar el demoledor impacto ambiental sobre la costa gallega de los vertidos del petróleo cómo a la actitud soberbia y despectiva de los gobernantes.

Una movilización social que fue quien de llevar la victoria a las izquierdas que con un apoyo superior a los 850.000 votos (PSOE. 555.603, BNG: 311.954) pudieron superar, por primera vez en la historia de la autonomía gallega, a unas derechas que, en su peor momento, llegaron a los 750.000 votos, confirmando así que seguían manteniendo un elevado apoyo popular. Un apoyo que en las elecciones siguientes (2009) les permitiría recuperar la Presidencia de la Xunta, ahora con el señor Feijóo al frente del PPdeG. Un partido que volvía a confirmar la continuidad de un gran apoyo social (789.500 votos) mientras las izquierdas perdían parte del ganado: PSOE (524.500 votos: 31.000 menos), BNG (270.700 votos: 40.000 menos).

Varías lecturas quedaron de aquellos resultados, pero que siguen siendo válidas hoy en día a pesar del tiempo transcurrido. Lecturas necesarias para las izquierdas (BNG, PSdeG-PSOE, UP) si quieren llegar a las próximas elecciones autonómicas -que están fijadas para julio del 2023 pero que pueden celebrarse mucho antes- con auténticas posibilidades de gobernar.  La primera es la de que deben conseguir movilizar a la sociedad gallega en torno a los problemas que realmente le afectan a las mayorías: la excesiva burocratización de los partidos  políticos lamina su capacidad movilizadora. Una movilización que demanda unidad de acción: una unidad que el peso de los intereses partidarios impide al primar la lucha partidista y sectaria. Una unidad de acción donde los movimientos sindicales y sociales -a mayoría social- sean auténticos protagonistas -he ahí el ejemplo de "Nunca Máis"-. Una unidad de acción en torno a un nuevo paradigma -que también el movimiento "Nunca Máis" puso en evidencia-.

En relación la este último señalar que no había debido ser difícil que los partidos de izquierdas habían coincidido en temas como soberanía, ecoeconomía, bienestar, igualdad, identidad lingüística… Asuntos que sí suponen un nuevo paradigma.