¿Vientos de paz en Ucrania?

Manoel Barbeitos
Economista

¿Hay razones fundadas para pensar que en la guerra de Ucrania se abrió una puerta, aunque sea pequeña, por la que pueda entrar la paz en ese territorio terriblemente castigado? ¿Tienen razones los ucranianos para soñar que en su país hay un horizonte próximo diferente al que dibujan las armas? ¿Un horizonte en el que los millones de hombres, mujeres y niños ucranianos que vagan perdidos por Europa adelante pueden volver a su país, a sus casas -lo que queda de ellas-? ¿Está hoy el peligro de una Tercera Guerra Mundial más lejos que ayer pero menos que mañana?

 

No soy tan ingenuo como para pensar que la dinámica de la guerra en la que se mueven hoy en día tanto Rusia como la OTAN cambió repentinamente de dirección, pero sí  resulta indiscutible que el paso adelante dado tanto por Xi Jinping (China) como por Lula da Silva (Brasil) introduce nuevas variables que, dada la relevancia de estos países, no pueden ignorarse. Mucho más si tenemos en cuenta lo que nos trasladan las evidencias: que no están solos, que hay no pocos países relevantes en la llamada periferia del sistema mundial que comparten y apoyan sus intentos de parar la guerra en Ucrania y negociar la paz. Entre otras, por razones de supervivencia: estos países están comprobando, cada vez con mayor claridad, que una guerra en Europa, que no va con ellos, puede desembocar en una III Guerra mundial que, dado el armamento nuclear en juego, sería definitiva.

 

Está fuera de toda duda, excepto para una opinión muy minoritaria, que la gran responsable de la guerra en Ucrania es Rusia por invadir militarmente un país soberano cometiendo así un crimen de guerra. También que Ucrania tiene todo el derecho a defenderse y a pedir ayuda. Pero, llegados a este punto, la pregunta debería ser: ¿a dónde lleva la actual dinámica bélica? ¿A quién beneficia una estrategia exclusivamente militar?

 

Lula da Silva, en su encuentro con Pedro Sánchez en el Palacio de la Moncloa, apuntó tanto la prioridades - "hay que parar la guerra. Solo se puede discutir cuando la guerra pare"- como a nuevos interlocutores y nuevas estrategias -"quizás nos toca a otros países que no están en la contienda...elevar nuestra voz...porque no hay interés por hablar de paz… Vamos a hablar con todos para que dejen de pelear y empiecen a negociar"-. Pocos días antes de que se celebrase esta reunión otra había tenido lugar, seguramente más relevante, entre el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski,  y el presidente de China, Xi Jinping, en la que este afirmaba que "el diálogo y la negociación son la única salida…porque no hay ganadores en una guerra nuclear". Son estas unas declaraciones que parecen coincidir, en lo fundamental, con las de la Lula da Silva, por lo que Zelenski bien haría en tomarlas en consideración no solo por el peso de China y Brasil en el mundo sino también por la gran influencia de la primera sobre Rusia.

 

En este nuevo escenario internacional que se dibuja los gobernantes europeos no deberían ignorar y mucho menos despreciar los esfuerzos de estos dos dirigentes tanto por su apuesta por la paz como por una serie de evidencias que nos deja la guerra. La primera sería que, si bien Rusia no la está ganando, tampoco se puede decir que esté siendo derrotada. La segunda, que si para el pueblo ucraniano la victoria de Rusia sería mortal -quedarían bajo el yugo de un nacionalismo panruso, reaccionario, ortodoxo y de extrema derecha- la derrota de aquella daría paso a una situación en la zona de enorme inestabilidad, con un vecino que seguiría siendo poderoso, porque cuenta con un terrorífico arsenal nuclear, pero que estaría siendo consumido por el rencor y la sed de venganza. La tercera, que estamos delante de una iniciativa que combina tanto la defensa del derecho de Ucrania a ser un estado soberano como el de Rusia a no ser humillada sino respetada. La cuarta, muy importante, que en el corto plazo supondría tanto finalizar con el sufrimiento del pueblo ucraniano, que está siendo la auténtica víctima de la guerra, como borrar del horizonte el peligro de un conflicto nuclear que sería definitivo. Finalmente, que una iniciativa que trate de diferenciarse de Rusia y la OTAN ayudaría a Europa a construir una estrategia que, en un mundo multipolar, te atribuyes por una política exterior y de defensa autónoma que tenga como horizonte la paz y no la guerra.

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