La Xunta saca pecho con los 8 millones invertidos en la UCI del CHUO, donde no tienen ni agua caliente

Una Unidad de Cuidados Intensivos moderna, amplia, que responde a las necesidades que planteó la Covid-19. Así vendió el nuevo conselleiro de Sanidade, Antonio Gómez Caamaño, la nueva UCI del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) la pasada semana en sede parlamentaria, en respuesta a las cuestiones presentadas por el BNG. Durante la sesión plenaria al flamante nuevo conselleiro no le tembló el pulso al hablar de las 30 camas con las que cuenta la UCI, los modernos boxes de la unidad y la última tecnología en alarmas y otros sistemas del complejo. Equipamientos que han costado ocho millones de euros, según cifró el conselleiro. Un dinero insuficiente, al parecer, para dotar a la UCI de algo tan básico como el agua caliente.

"Han invertido ocho millones de euros pero aseamos a los pacientes con agua tibia porque no tenemos agua caliente", denuncia una de las enfermeras de la unidad en conversación con este diario. No es la primera vez que denuncian las muchas carencias de esta UCI, algo que ya habían advertido en noviembre, cuando comenzó el traslado, y que se acrecentó con los picos de la ola gripe y el pasotismo de unas autoridades sanitarias que tardaron mucho y a cuentagotas en responder a sus reclamaciones.

NI 30 CAMAS NI TODOS LOS MEDIOS DISPONIBLES

"Antes de que abriese la UCI las enfermeras y los sindicatos ya explicamos las deficiencias que creíamos que íbamos a encontrarnos. Se abrió igual y cuando la abrieron se vieron las deficiencias que, efectivamente, existían", detallan desde el colectivo de enfermería. En ese sentido, el primer error, y más grave, es la distribución del espacio, algo que han reiterado en muchas ocasiones. 

"Es una UCI lineal. No está pensada para poder vigilar a los pacientes, acceder a la farmacia y demás", desgranan. Un problema que solo se podría corregir con un incremento de personal, algo de lo que no quieren ni oír hablar en la Gerencia del CHUO. "Tenemos una UCI de nivel 2", recuerdan las enfermeras, que piden que se adecúe el ratio de personal a las características de esta unidad. 

Por otra banda, desmienten la afirmación de que cuenten con una enfermera de mañana fija. "Esa enfermera no tiene labor asistencial propiamente. Tiene otras tareas distribuidas que no son prestar asistencia directa al paciente. Sí ayuda y demás, pero no podemos contar con ese efectivo", explican. De hecho, y si bien las cifras que acercó Sanidade de que la unidad contaba con 48 enfermeras, una supervisora y 34 técnicas en cuidados auxiliares de enfermería son correctas, la cuestión de fondo es que "no están bien establecidas por turno", especialmente desprotegidas en los turnos de tarde y noche.

No obstante, desde la UCI sí reconocen que algunas deficiencias se "intentaron subsanar" con el tiempo, aunque no dejan de ser "parches". "Una UCI que ha costado tantos millones de euros no se puede abrir con parches, tiene que abrirse a pleno rendimiento", reprenden las enfermeras. En esa línea, ponen como ejemplo las 30 camas de las que habla el conselleiro, que supuso un incremento de la capacidad asistencial del 30% con respecto a la otra UCI.

"Actualmente hay 20 camas. Hay diez en la UCI y diez en la URPA. Perdimos camas. Se entiende que las perdimos por la reforma, pero hoy tenemos 20 camas", corrigen. En cualquier caso, la UCI no tiene las dimensiones adecuadas a los requisitos que establece el Ministerio de Sanidad, siendo algunos boxes más pequeños de lo indicado, lo que dificulta el movimiento de los profesionales, por lo que prácticas, como las de respirador y aspiración que, "suponen un riesgo para la extubación del enfermo". Por faltar, insisten, faltan hasta persianas. 

A todo esto hay que añadir los nuevos aparatos y la formación que están realizando para aprender a utilizar todos estos recursos. El nivel de estrés en la plantilla es muy grande y no se ha visto aliviado en los últimos meses, pese a que el propio colectivo denunciaba el invierno pasado la situación límite en la que se encontraban. 

En lo referido al sistema de alarmas, que denunciaron en su día por ser imposible identificar de dónde venían las señales acústicas, aunque se dieron algunas mejoras siguen padeciendo el problema de la alarma central, con un monitor "al principio de la unidad que dificulta que nos enteremos de si la alarma suena o no".

NO REPETIR ERRORES

Ahora, todas las esperanzas de las enfermeras pasan por que no se repitan los errores en la nueva UCI, ya que el Sergas prevé poner en marcha a segunda fase de la unidad de cuidados intensivos del CHUO en el segundo semestre del año. "Queremos que se ponga una correcta central de alarma cuando abra la nueva obra. Que estos errores no se cometan en la segunda fase", pide el personal, que todavía no tiene fechas concretas sobre cuándo estará completamente lista la nueva unidad, con unas obras la tuvo paralizada durante meses.
 

A renglón seguido, y sin concretar cuándo será, reclaman que en el momento de realizar el traslado no se haga a las prisas como el año pasado ni en una época de alta actividad asistencial como ocurrió durante la última ola de gripe. "Hicimos el traslado en diciembre, con dos camas menos, personal de vacaciones, coincidiendo con traslados...fue bastante complicado de gestionar", precisan. 

En estos momentos, los encuentros entre el personal con las autoridades sanitarias pasan por reuniones en las que se abordan aspectos como el material que necesitan, momento en el que "se nota que nos escuchan". No obstante, si el debate vira sobre la contratación de más personal, ya tuercen el gesto "y la respuesta es no", mientras se encuentran a la espera de conocer qué método se va a utilizar para medir la carga asistencial que están experimentando, ya que el SERGAS carece de una escala determinada para medir la carga de trabajo. 
 

"Con la distribución de la UCI es imposible trabajar y ofrecer calidad", lamentan, ya que su preocupación es el bienestar de los pacientes, por lo que la próxima semana volverán a realizar una concentración ante el hospital ourensano para denunciar todas las carencias que todavía acosan a la UCI. "Todo repercute en los cuidados que damos a la población. Si estoy con tres pacientes cuando debería estar con dos, en ocasiones no puede llegar a todo. Es imposible garantizar cuidados de calidad", zanjan.