Más plazas sí, pero no así: SATSE, contra Enfermería en la Universidad de Abanca mientras "lo público no crece"

Mientras todo el mundo mira a la facultad de Medicina de la USC en pleno debate sobre su descentralización, es en Enfermería donde han encontrado competidor, y no dentro de las universidades gallegas. Se trata de la Universidad Internacional de la Empresa, más conocida como la Universidad de Abanca, la primera privada de su clase en Galicia que la semana pasada anunció a bombo y platillo que proyecta empezar a recibir a alumnos de Enfermería para el curso 26/27, un anuncio que no ha caído bien ni entre la comunidad universitaria ni entre los sanitarios.

"PREOCUPACIÓN" Y "DECEPCIÓN"

Unos de los primeros en revolverse en su silla han sido los miembros del Sindicato de Enfermería SATSE, que acusó a la Xunta de permitir este movimiento en una “apuesta por la privatización”. El secretario autonómico de Acción Sindical de SATSE Galicia, Manuel Fariñas, remarca la “preocupación” con la que asisten a este anuncio, que ha despertado la crítica del sindicato y otras organizaciones del colectivo, donde también se muestran “decepcionados” con las Consellerías implicadas en estas áreas, donde, reprochan, “tendrían que haber hecho su trabajo”. 
 

Desde SATSE interpretan que, aprovechando el barullo por Medicina, en la Universidad de Abanca (que tampoco se cerró a formar a médicos en el futuro) aprovecharon para iniciar el proceso con Enfermería. Por esto, llaman a la Xunta a “no ocuparse solamente de otras categorías”, nombradamente de los médicos, y mantenerse alerta ante esta clase de decisiones.
 

“No se preocupa en ayudar a que haya más plazas de Enfermería, en regular la asistencia sanitaria desde el punto de vista demográfico, en satisfacer la demanda de la población”, increpa Fariñas, que pone en duda el carácter “sin ánimo de lucro” que enmascara a la UIE: “Es una empresa que se va a dedicar a dar una formación de un título que se supone que va a ser oficial”. 
 

Otro motivo de desaliento en SATSE es la ausencia de diálogo por parte de las administraciones gallegas, que pese a mantener algunas reuniones, estas han sido poco fructíferas de cara a mejorar las condiciones del colectivo. “Les mostramos nuestra preocupación por la falta de enfermeras que existe en particular en Galicia. Es un déficit crónico en España, pero aquí es peor, con una ratio de enfermeras por habitante muy inferior al que indica la UE”, recalca Fariñas, que echa mano del último informe del Ministerio de Sanidad donde, en sus conclusiones, cifra en 6.000 las enfermeras que serían necesarias hoy en la comunidad para adecuarnos a las ratios europeas.  

A día de hoy la falta de enfermeras es un problema tanto por los huecos existentes como por el goteo de jubilaciones, además de por las bajas o las ausencias por permisos. “Hace falta un estudio detallado y riguroso. Hubo un aumento de profesionales, pero muchos se están jubilando ahora y la tasa de reposición tiene que ser contemplada en el informe que realicen”, solicita Fariñas, al tiempo que puntualiza que, en su mayoría, las tituladas en Enfermería acaban siendo reclutadas por la sanidad pública, donde urgen a aumentar las plantillas en hospitales y centros de salud para poder adecuarla a la demanda asistencial existente y a la media europea. 
 

UNA BARRERA ECONÓMICA

Por otra banda, con la precariedad existente en el sector, muchos de los licenciados terminan buscando oportunidades y estabilidad laboral lejos de Galicia e, incluso, fuera de España. “Hay un porcentaje grande que se va a Reino Unido, Francia, Noruega, Portugal… Ahora parece que menos, pero todavía hay una tasa bastante importante”, reconocen desde el Sindicato de Enfermería, donde matizan que, en Galicia, pese a que la nota de corte en Enfermería es una de las más altas, son muchos los estudiantes que vienen de fuera para graduarse.  

Con todo, desde SATSE no esconden que la necesidad de incorporar más plazas de Enfermería es una necesidad real, pero debe hacerse “reforzando los recursos docentes asistenciales para que la formación sea de calidad”. Al tiempo, Fariñas interpreta que, con la entrada de Enfermería en la UIE, lo que se hace es “colocar una barrera económica bastante elevada”, de forma que solo aquellas familias con más recursos podrán enviar a sus hijos a estudiar Enfermería. 
 

“Hay que aumentar los recursos que tenemos y poner en marcha toda la maquinaria con la que contamos en la sanidad pública. El aumento de plazas de los últimos años ha sido tímido, tiene que seguir aumentando, porque el déficit viene ya de años atrás”, apostilla Fariñas, que ve a las administraciones más preocupada en volcar sus esfuerzos para resolver asuntos como el debate sobre si permitir la apertura o no de una nueva facultad de Medicina en lugar de corregir las carencias existentes. 

Pese a todo, Fariñas incide en que hoy sigue resultando una carrera atractiva, pese a un pequeño bache en los últimos años, aunque no puede obviar el “carácter vocacional” de la misma. “Tiene que gustarte este mundo. Una vez que empiezas, la tasa de abandono no es muy grande, porque a la gente le gusta realmente y es una profesión con mucho futuro y salidas profesionales, mayoritariamente en el ámbito público, pero también en otros”, abunda.

"PUEDEN VER LAS DIFERENCIAS EN UNOS Y OTROS"

Con ironía, Fariñas dice que ni la robótica ni la inteligencia artificial han llegado tan lejos de momento como para sustituir a los enfermeros, que están constantemente en formación. Las lecciones las reciben en el aula, pero sobre todo en los centros de salud y hospitales en los que inician sus prácticas a partir del segundo año de carrera. “Hay mucha carga de prácticas técnicas, es básico, y es donde más se aprende, es muy importante la base teórica, pero luego hay que desarrollas esas competencias y solo puedes hacerlo en la vida diaria”, razona.

Sobre si existen diferencias entre prácticas en centros públicos o privados, Fariña incluso encuentra elementos positivos en que los estudiantes puedan conocer ambos mundos. “Pueden ver las diferencias de gestión en unos y otros. También es interesante en cuanto a la diferencia de recursos”, reflexiona el enfermero. En cualquier caso, sí que cree que es en la sanidad pública donde un profesional se enfrenta “un abanico más amplio de casos y experiencias”. 

Otro elemento sobre el que Fariñas pide poner el foco es en los convenios que pueden firmar las universidades privadas con hospitales públicos para hacer algunas rotaciones, en un momento de “sobrecarga” y con el impacto que supone la entrada de más estudiantes en la operatividad de los centros. “Hay épocas en onde casi no hay sitios donde puedan meterse más alumnos”, reconoce. 

Así las cosas, para Fariñas el desembarco de la universidad privada en el mundo de la enfermería supone un paso más en un proceso de privatización de la sanidad pública. “Hay que verlo desde esa forma”, lamenta, “porque vemos que hay comunidades que están apostando mucho más por el crecimiento de las privadas mientras los recursos públicos se recortan”. 

“Los presupuestos no crecen para lo público, pero sí se facilita y aumenta en el ámbito privado. No nos resulta extraño que cada vez abran más universidades así en España, no solo para grados, sino para másters y especializaciones doctorales. Son empresas privadas que tienen su coste económico y sus beneficios”, analizan desde SATSE, donde defienden que su apuesta es “por una educación universal, pública, accesible, con calidad contrastada y con recursos”, de manera que los graduados del mañana sean los profesionales “que mantengan y garanticen la cartera de servicios de nuestro sistema sanitario”.